diciembre 31, 2023 in Evangelios

Lecturas del 6 de enero del 2024 :: Sábado del Tiempo de Navidad

Sábado del Tiempo de Navidad

Lectionary: 209

Primera lectura

1 Jn 5, 5-13

Queridos hijos: ¿Quién es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios. Jesucristo es el que vino por medio del agua y de la sangre; él vino, no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Así pues, los testigos son tres: el Espíritu, el agua y la sangre. Y los tres están de acuerdo.

Si aceptamos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios vale mucho más y ese testimonio es el que Dios ha dado de su Hijo.

El que cree en el Hijo de Dios tiene en sí ese testimonio. El que no le cree a Dios, hace de él un mentiroso, porque no cree en el testimonio que Dios ha dado de su Hijo. Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado la vida eterna y esa vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida.

A ustedes, los que creen en el nombre del Hijo de Dios, les he escrito estas cosas para que sepan que tienen la vida eterna.

Salmo Responsorial

Salmo 147, 12-13. 14-15. 19-20
R.(12a) Bendito sea el Señor.
Glorifica al Señor, Jerusalén,
a Dios ríndele honores, Israel.
El refuerza el cerrojo de tus puertas
y bendice a tus hijos en tu casa.
R. Bendito sea el Señor.
El mantiene la paz en tus fronteras,
con su trigo mejor sacia tu hambre.
El envía a la tierra su mensaje
y su palabra corre velozmente.
R. Bendito sea el Señor.
Le muestra a Jacob su pensamiento,
sus normas y designios a Israel.
No ha hecho nada igual con ningún pueblo,
ni le ha confiado a otro sus proyectos.
R. Bendito sea el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Mt 17, 5
R. Aleluya, aleluya.
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre, que decía:
“Éste es mi Hijo amado; escúchenlo”.
R. Aleluya.

Evangelio

Mc 1, 7-11

En aquel tiempo, Juan predicaba diciendo: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.

Por esos días, vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Al salir Jesús del agua, vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en figura de paloma, descendía sobre él. Se oyó entonces una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias”.

O bien:

Lc 3, 23-38
Cuando comenzó su ministerio, Jesús tenía unos treinta años y se pensaba que era hijo de José.José era hijo de Helí, hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melkí, hijo de Janaí, hijo de
José, hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Naúm, hijo de Elí, hijo de Nangaí, hijo de Maaz, hijo de Matatías, hijo de Semeín, hijo de Josec, hijo de Jodá, hijo de Joanán, hijo de Resá, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel,

hijo de Nerí, hijo de Melkí, hijo de Adí, hijo de Cosam, hijo de Elmadam, hijo de Er, hijo de Jesús, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Joanam, hijo de Eliaquim, hijo de Meleá, hijo de Mená, hijo de Matatá, hijo de Natán, hijo de David,

hijo de Jesé, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Sala, hijo de Naasón, hijo de Aminadab, hijo de Admín, hijo de Arní, hijo de Esrón, hijo de Fares, hijo de Judá, hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham,

hijo de Tara, hijo de Najor, hijo de Serug, hijo de Ragau, hijo de Fálek, hijo de Eber, hijo de Sala, hijo de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lámek, hijo de Matusalén, hijo de Henoc, hijo de Járet, hijo de Maleleel, hijo de Cainán, hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.

O bien:

Lc 3, 23. 31-34. 36. 38
Cuando comenzó su ministerio, Jesús tenía unos treinta años y se pensaba que era hijo de José.José era descendiente de Meleá, hijo de Mená, hijo de Matatá, hijo de Natán, hijo de
David, hijo de Jesé, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Sala, hijo de Naasón, hijo de Aminadab, hijo de Admín, hijo de Arní, hijo de Esrón, hijo de Fares, hijo de Judá, hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham.

Abraham era descendiente de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lámek. Lámek era descendiente de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.

Reflexión

Este pasaje del evangelio de Marcos, que narra el bautismo de Jesús por Juan el Bautista, es rico en significado desde múltiples perspectivas

El bautismo en el río Jordán era un rito de purificación en la tradición judía. Juan el Bautista, como precursor, preparaba el camino para una nueva era en la relación de la humanidad con lo divino. Al sumergirse en las aguas del Jordán, Jesús, aunque sin pecado, se identifica con la humanidad pecadora, subrayando su humanidad y su solidaridad con nosotros.

La voz del cielo proclamando a Jesús como “mi Hijo amado” confirma la naturaleza divina de Jesús y su especial relación con Dios. Esta afirmación es un pilar en la comprensión cristiana de la Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. La presencia del Espíritu Santo, descendiendo como una paloma, no solo simboliza la pureza y la paz sino también marca el inicio del ministerio público de Jesús, ungido por el Espíritu para llevar a cabo su misión redentora.

El bautismo de Jesús es un modelo para nuestra propia vida espiritual. Representa un acto de humildad y obediencia a la voluntad divina, mostrando el camino hacia la transformación espiritual. Al igual que Jesús se sumergió en las aguas, somos llamados a sumergirnos en una vida de espiritualidad profunda, dejando atrás los viejos patrones de vida para emerger renovados y reorientados hacia Dios.

Este pasaje también nos invita a reflexionar sobre nuestra propia identidad como amados hijos de Dios. Al igual que Jesús fue afirmado por Dios, también nosotros somos continuamente afirmados y amados por Dios. Esta revelación es una fuente de consuelo y fortaleza, especialmente en momentos de duda.

El bautismo de Jesús marca un punto de inflexión, no solo en su vida sino en la historia de la salvación. Es un evento que trasciende el tiempo y el espacio, invitándonos a todos a participar en la historia redentora de Dios. Nos recuerda que, a través de nuestra propia vida espiritual y prácticas religiosas, podemos acercarnos más a lo divino y vivir de manera más auténtica nuestra vocación como hijos de Dios.

En conclusión, el bautismo de Jesús en el Jordán es un evento multifacético que ofrece ricos ángulos. Nos invita a la reflexión sobre nuestra relación con lo divino, nuestra identidad como seres espirituales y nuestro compromiso con una vida de transformación y servicio en la presencia de Dios. Este pasaje no es solo un relato del pasado, sino una puerta abierta hacia una comprensión más profunda y un compromiso más íntimo con nuestra fe y espiritualidad.

 




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