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abril 13, 2024 in Evangelios

Evangelio del 14 de abril del 2024

III Domingo de Pascua

Lectionary: 47

Primera lectura

Hch 3, 13-15. 17-19
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: “El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a Pilato, y a quien rechazaron en su presencia, cuando él ya había decidido ponerlo en libertad. Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos.

Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer. Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen sus pecados”.

Salmo Responsorial

Salmo 4, 2. 7. 9

R. (7a) En ti, señor, confío. Aleluya.
Tú que conoces lo justo de mi causa,
Señor, responde a mi clamor.
Tú que me has sacado con bien de mis angustias,
apiádate y escucha mi oración.
R. En ti, señor, confío. Aleluya.
Admirable en bondad
ha sido el Señor para conmigo,
y siempre que lo invoco me ha escuchado;
por eso en él confío.
R. En ti, señor, confío. Aleluya.
En paz, Señor, me acuesto
y duermo en paz,
pues sólo tú, Señor,
eres mi tranquilidad.
R. En ti, señor, confío. Aleluya.

Segunda lectura

1 Jn 2, 1-5a

Hijitos míos: Les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Porque él se ofreció como víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.

En esto tenemos una prueba de que conocemos a Dios, en que cumplimos sus mandamientos. El que dice: “Yo lo conozco”, pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado a su plenitud, y precisamente en esto conocemos que estamos unidos a él.

Aclamación antes del Evangelio

Cf. Lc 24, 32
R. Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, haz que comprendamos la Sagrada Escritura.
Enciende nuestro corazón mientras nos hablas.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 24, 35-48
Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: “No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo”. Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?” Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.

Después les dijo: “Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”.

Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto”.

Reflexión

En Lucas 24, 35-48, encontramos una narración profundamente significativa en la que Jesús se presenta a sus discípulos tras su resurrección, revelándose no como un espíritu, sino en plena humanidad, mostrando sus heridas y compartiendo alimento. Este pasaje,nos invita a reflexionar sobre varios aspectos esenciales para nuestra fe y cómo aplicar estos a nuestra vida cotidiana actual.

Primero, el acto de Jesús de mostrar sus heridas es un recordatorio potente de su sacrificio, sufrimiento y victoria sobre la muerte. Esto nos enseña sobre la redención y la transformación, subrayando que, aunque las cicatrices permanecen, no son signos de derrota sino testimonios de una nueva vida. En el contexto contemporáneo, estas heridas pueden verse reflejadas en las dificultades y desafíos personales que cada uno enfrenta. Reconocer nuestras propias “heridas” y las de los demás puede llevarnos a una comprensión más profunda y compasiva de la vida.

Seguidamente, Jesús pide algo de comer, un acto que enfatiza su realidad física y desmiente cualquier noción de que es un fantasma. Este gesto destaca la importancia de lo tangible y terrenal, incluso en el ámbito de lo espiritual. En nuestra era, donde lo digital y lo virtual ganan cada vez más espacio, recordar la importancia de lo concreto —nuestro contacto con la naturaleza, las interacciones humanas reales— se convierte en una necesidad para mantener nuestro equilibrio y humanidad.

Además, la explicación que Jesús da de las Escrituras ilustra la relevancia de conocer y comprender nuestra tradición y cómo ésta se conecta con nuestra existencia. Al igual que los discípulos, estamos llamados a descubrir cómo los textos antiguos tienen resonancias en los desafíos actuales, ofreciéndonos guía y sabiduría. En una sociedad que valora lo nuevo sobre lo antiguo, redescubrir las riquezas de nuestra herencia espiritual puede proporcionar un anclaje y una perspectiva enriquecedora.

Por último, la misión que Jesús encomienda a sus seguidores de predicar el arrepentimiento y el perdón enfatiza un mensaje de renovación constante y reconciliación, tanto personal como comunitaria. En un mundo fragmentado por conflictos y divisiones, está llamada resuena con urgencia, empujándonos a trabajar por la paz y la unidad en nuestros entornos.

La aparición de Jesús a sus discípulos es un llamado a reconocer lo divino en lo cotidiano, a aceptar nuestras imperfecciones como parte del camino hacia la plenitud, y a actuar con empatía y valentía en un mundo que anhela autenticidad y redención. Reflexionemos sobre nuestra propia transformación espiritual y  a comprometernos activamente en la construcción de una comunidad más justa y compasiva.

 




One Comment

  1. abril 14, 2024 at 10:37 am

    Blas Antonio Rueda Rivera

    Responder

    Me gusta la reflexión de buscar una comunidad más justa y compasiva. La Oración con la acción, ayudando al prójimo y a proteger la casa común. Los jóvenes hablan de personas que siguen en las redes, pues yo sigo, aunque no es fácil a Jesús de Nazareth y los mensajes del Papa Francisco en Laudato Si y Fratelli Tutti. Gracias

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