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diciembre 31, 2023 in Evangelios

Lecturas del 5 de enero del 2024 :: Memoria de San Juan Nepomuceno Neumann, obispo

Memoria de San Juan Nepomuceno Neumann, obispo

Lectionary: 208

Primera lectura

1 Jn 3, 11-21

Hermanos: Éste es el mensaje que ustedes han oído desde el principio: que nos amemos los unos a los otros, no como Caín, que era del demonio, y por eso mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus propias obras eran malas, mientras que las de su hermano eran buenas.

No se sorprendan, hermanos, de que el mundo los odie. Nosotros estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida y bien saben ustedes que ningún homicida tiene la vida eterna.

Conocemos lo que es el amor, en que Cristo dio su vida por nosotros. Así también debemos nosotros dar la vida por nuestros hermanos. Si alguno, teniendo con qué vivir, ve a su hermano pasar necesidad y, sin embargo, no lo ayuda, ¿cómo habitará el amor de Dios en él?

Hijos míos, no amemos solamente de palabra, amemos de verdad y con las obras. En esto conoceremos que somos de la verdad, y delante de Dios tranquilizaremos nuestra conciencia de cualquier cosa que ella nos reprochare, porque Dios es más grande que nuestra conciencia y todo lo conoce. Si nuestra conciencia no nos remuerde, entonces, hermanos míos, nuestra confianza en Dios es total.

Salmo Responsorial

Salmo 99, 2. 3. 4. 5

R.(2a) Alabemos a Dios, todos los hombres.
Alabemos a Dios, todos los hombres,
sirvamos al Señor con alegría
y con júbilo entremos en su templo.
R. Alabemos a Dios, todos los hombres.
Reconozcamos que el Señor es Dios,
que él fue quien nos hizo y somos suyos,
que somos su pueblo y su rebaño.
R. Alabemos a Dios, todos los hombres.
Entremos por sus puertas dando gracias,
crucemos por sus atrios entre himnos,
alabando al Señor y bendiciéndolo.
R. Alabemos a Dios, todos los hombres.
Porque el Señor es bueno, bendigámoslo,
porque es eterna su misericordia
y su fidelidad nunca se acaba.
R. Alabemos a Dios, todos los hombres.

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya.
Un día sagrado ha brillado para nosotros.
Vengan, naciones, y adoren al Señor,
porque hoy ha descendido una gran luz sobre la tierra.
R. Aleluya.

 

Evangelio

Jn 1, 43-51
En aquel tiempo, determinó Jesús ir a Galilea, y encontrándose a Felipe, le dijo:
“Sígueme”. Felipe era de Betsaida, la tierra de Andrés y de Pedro.Felipe se encontró con Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió
Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José”. Natanael replicó: “¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?” Felipe le contestó: “Ven y lo verás”.

Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?” Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.

Reflexión

Juan 1:43-51, revela un episodio relevante en los albores del ministerio de Jesús. Esta narrativa, rica en simbolismo y enseñanza, nos sumerge en la vocación de Felipe y Natanael, ofreciendo una ventana a la naturaleza del llamado de Jesús y la revelación de su identidad mesiánica.

El llamado de Jesús a Felipe, “Sígueme”, es sencillo pero cargado de significado. En la cultura de la época, el discipulado implicaba no solo aprender del maestro, sino también compartir su vida y misión. Este llamado, por lo tanto, representaba una invitación a una transformación radical de vida.

El encuentro de Jesús con Natanael es de especial relevancia. Natanael, inicialmente escéptico acerca de Jesús, se convierte en un creyente al ser visto bajo la higuera, lo cual sugiere una percepción divina por parte de Jesús. Este reconocimiento sobrenatural revela la naturaleza divina de Jesús, no solo como maestro y líder, sino también como el Hijo de Dios. La respuesta de Natanael, reconociendo a Jesús como el Hijo de Dios y el Rey de Israel, refleja una comprensión teológica que va más allá del conocimiento ordinario.

El Evangelio de Juan nos habla del poder del encuentro personal con Jesús. La experiencia de Natanael ilustra cómo el encuentro con lo divino puede desmantelar nuestras dudas y prejuicios. Este relato nos invita a abrir nuestros corazones y mentes a la posibilidad de que Dios puede encontrarnos en nuestras circunstancias cotidianas y revelarse a nosotros de maneras inesperadas.

Asimismo, este pasaje nos enseña sobre la naturaleza del verdadero discipulado. Seguir a Jesús no es solo una cuestión de creencia intelectual, sino de una transformación profunda que nos lleva a reconocer y aceptar su señorío sobre nuestras vidas. La interacción entre Jesús y sus primeros discípulos nos muestra que el camino espiritual es personal, pero también comunitario, invitándonos a formar parte de una comunidad de fe donde somos conocidos y amados profundamente.

En resumen, Juan nos ubica en la Judea del primer siglo y nos muestra las prácticas del discipulado de esa época. Revela la identidad divina de Jesús y su capacidad para ver más allá de la superficie. Nos desafía a abrirnos a encuentros transformadores con lo divino y a abrazar un camino de discipulado que transforma nuestra vida y perspectiva. No es solo un relato de la llamada de los primeros discípulos, sino también una invitación perpetua a experimentar la presencia transformadora de Dios en nuestras propias vidas.




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