Publicaciones Diarias

abril 10, 2024 in Evangelios

Evangelio del 11 de abril del 2024

Memoria de San Estanislao, obispo y mártir

Lectionary: 270

Primera lectura

Hch 5, 27-33
En aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles ante el sanedrín, y el sumo sacerdote los reprendió, diciéndoles: “Les hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre”.

Pedro y los otros apóstoles replicaron: “Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. La mano de Dios lo exaltó y lo ha hecho jefe y Salvador, para dar a Israel la gracia de la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que lo obedecen”.

Esta respuesta los exasperó y decidieron matarlos.

Salmo Responsorial

Salmo 33, 2 y 9. 17-18. 19-20
R. (7a) Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.
Bendeciré al Señor a todas horas;
no cesará mi boca de alabarlo.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Dichoso el hombre que se refugia en él.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.
En contra del malvado está el Señor
para borrar de la tierra su recuerdo;
escucha, en cambio, al hombre justo
y lo libra de todas sus angustias.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.
El Señor no está lejos de sus fieles
y levanta a las almas abatidas.
Muchas tribulaciones pasa el justo,
pero de todas ellas Dios lo libra.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 20, 29
R. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees porque me has visto.
Dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio

Jn 3, 31-36
“El que viene de lo alto está por encima de todos; pero el que viene de la tierra pertenece a la tierra y habla de las cosas de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. Da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Aquel a quien Dios envió habla las palabras de Dios, porque Dios le ha concedido sin medida su Espíritu.

El Padre ama a su Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Pero el que es rebelde al Hijo no verá la vida, porque la cólera divina perdura en contra de él”.

Reflexión

Este pasaje de Juan 3, 31-36  nos habla de la dualidad entre lo terrenal y lo divino, subrayando la importancia de orientar nuestra vida hacia lo que es eterno y verdadero. Jesús, el que viene de arriba, se presenta no solo como un mensajero, sino como la encarnación de la sabiduría divina, ofreciéndonos una perspectiva que trasciende lo mundano. En él, encontramos un llamado a elevar nuestra mirada y nuestros valores más allá de lo inmediato y lo superficial.

La distinción entre aceptar o rechazar el testimonio de Jesús nos recuerda la importancia de la elección en nuestra fe. Creer en Jesús no es simplemente asentir a una serie de verdades; es una decisión que transforma, que coloca a Dios en el centro de nuestra existencia. Esta elección tiene un profundo impacto en cómo vivimos, cómo amamos y cómo buscamos el significado en nuestras vidas.

El pasaje también enfatiza la generosidad sin medida de Dios al darnos a Jesús, quien habla las palabras de Dios y posee el Espíritu sin límite. Este don incondicional de amor y verdad nos invita a reflexionar sobre cómo recibimos y compartimos la gracia en nuestras propias vidas. ¿Nos abrimos generosamente a los demás, compartiendo el amor y la verdad que hemos recibido?

La afirmación de que todo ha sido puesto en manos de Jesús nos desafía a considerar a quién o qué concedemos autoridad en nuestras vidas. Nos llama a confiar en Jesús de manera completa, reconociendo que en su amor y sabiduría encontramos la guía definitiva para nuestras decisiones y nuestro camino hacia la plenitud.

Finalmente, la promesa de la vida eterna para quienes creen en Jesús, y la advertencia para quienes lo rechazan, resalta la seriedad de nuestra relación con Dios. No se trata solo de la vida más allá de la muerte, sino de la calidad de nuestra vida aquí y ahora: una vida vivida en la presencia consciente de Dios es una vida llena de paz, propósito y alegría.

Este pasaje, entonces, nos invita a reflexionar sobre nuestra orientación espiritual y nuestras prioridades. Nos anima a buscar la sabiduría que viene de lo alto, a vivir nuestras vidas en respuesta al amor incondicional de Dios y a abrazar la fe en Jesús como el fundamento de una existencia verdaderamente plena y eterna. En este sentido, Juan  se convierte no solo en una enseñanza teológica, sino en una guía práctica para vivir con esperanza y amor en nuestro día a día.




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