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abril 11, 2024 in Evangelios

Evangelio del 12 de abril del 2024

En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.

Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: “¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?” Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”. Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” Jesús le respondió: “Díganle a la gente que se siente”. En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.

Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien”. Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos.

Entonces la gente, al ver el signo que Jesús había hecho, decía: “Éste es, en verdad, el profeta que habría de venir al mundo”. Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo.

Reflexión

El pasaje del Evangelio según San Juan 6, 1-15 relata el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, un evento que ofrece profundas enseñanzas aplicables a nuestra vida contemporánea. Este relato no solo destaca la generosidad y el poder de Jesús, sino que también invita a reflexionar sobre varios aspectos relevantes para la sociedad actual.

En primer lugar, este episodio destaca la importancia de compartir. En un mundo marcado por el individualismo y la acumulación de bienes, el gesto de Jesús nos recuerda la necesidad de estar atentos a las necesidades de los demás. La acción de tomar lo poco disponible, bendecirlo y distribuirlo, nos enseña que, cuando compartimos, incluso lo que parece insuficiente puede transformarse en abundancia. Esto nos llama a mirar nuestros recursos, no importa cuán limitados sean, como medios para ayudar a los demás, promoviendo así una cultura de generosidad.

Además, la figura de Jesús como proveedor de alimento espiritual y físico resuena profundamente en una era de búsqueda de satisfacción inmediata y superficial. La sociedad moderna a menudo busca llenar el vacío existencial con bienes materiales, olvidando que el sustento verdadero proviene de algo más profundo y significativo. Este pasaje nos invita a buscar y valorar el alimento espiritual que nutre el alma y da verdadero sentido a nuestra existencia.

La reacción de la multitud, deseosa de proclamar a Jesús como rey después de presenciar el milagro, refleja otra tendencia humana: la de seguir a quienes parecen ofrecer soluciones inmediatas o beneficios materiales. Sin embargo, Jesús se retira solo a la montaña, enseñándonos la importancia de la introspección y la búsqueda de una guía más elevada antes de tomar decisiones impulsivas. En una era dominada por la rapidez y la presión por el éxito, este aspecto del relato nos recuerda la importancia de la reflexión y la conexión espiritual para encontrar nuestro verdadero propósito y dirección.

Por último, el milagro de la multiplicación subraya el poder de la fe y la confianza en lo divino. Ante situaciones que parecen imposibles, la narrativa nos anima a mantener la esperanza y la creencia en la posibilidad de superar las adversidades, no solo con nuestros propios esfuerzos, sino también con la ayuda de una fuerza superior.

En conclusión, el episodio de la multiplicación de los panes y los peces en el Evangelio de Juan ofrece valiosas lecciones para nuestros tiempos: la importancia de compartir y ser generosos, la búsqueda de sustento espiritual más allá de lo material, la necesidad de reflexión y conexión espiritual en nuestras decisiones, y la fuerza de la fe y la confianza. Estos principios, aunque antiguos, siguen siendo profundamente relevantes y actuales, además de necesarios para enfrentar los desafíos de nuestro mundo actual.




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