Publicaciones Diarias

febrero 15, 2024 in Evangelios

Evangelio del 16 de febrero del 2024

Viernes después de ceniza

Lectionary: 221

Primera lectura

Is 58, 1-9
Esto dice el Señor:
“Clama a voz en cuello y que nadie te detenga.
Alza la voz como trompeta.
Denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la casa de Jacob sus pecados.

Me buscan día a día y quieren conocer mi voluntad,
`como si fuera un pueblo que practicara la justicia
y respetara los juicios de Dios.
Me piden sentencias justas
y anhelan tener cerca a Dios.
Me dicen todos los días:
‘¿Para qué ayunamos, si tú no nos ves?
¿Para qué nos mortificamos, si no te das por enterado?’

Es que el día en que ustedes ayunan
encuentran la forma de hacer negocio
y oprimen a sus trabajadores.
Es que ayunan, sí, para luego reñir y disputar,
para dar puñetazos sin piedad.

Ése no es un ayuno que haga oír en el cielo la voz de ustedes.
¿Acaso es éste el ayuno que me agrada?
¿Es ésta la mortificación que yo acepto del hombre:
encorvar la cabeza como un junco
y acostarse sobre saco y ceniza?
¿A esto llaman ayuno y día agradable al Señor?

El ayuno que yo quiero de ti es éste, dice el Señor:
Que rompas las cadenas injustas
y levantes los yugos opresores;
que liberes a los oprimidos
y rompas todos los yugos;
que compartas tu pan con el hambriento
y abras tu casa al pobre sin techo;
que vistas al desnudo
y no des la espalda a tu propio hermano.

Entonces surgirá tu luz como la aurora
y cicatrizarán de prisa tus heridas;
te abrirá camino la justicia
y la gloria del Señor cerrará tu marcha.

Entonces clamarás al Señor y él te responderá;
lo llamarás y él te dirá: ‘Aquí estoy’ ”.

Salmo Responsorial

Salmo 50, 3-4. 5-6a. 18-19
R. (19b) A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Por tu inmensa compasión y misericordia,
Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas.
Lávame bien de todos mis delitos,
y purifícame de mis pecados.
R. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Puesto que reconozco mis culpas,
tengo siempre presentes mis pecados.
Contra ti sólo pequé, Señor,
haciendo lo que a tus ojos era malo.
R. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios
y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría.
Un corazón contrito te presento,
y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias.
R. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Am 5, 14
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Busquen el bien y no el mal, para que vivan,
y el Señor estará con ustedes.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Mt 9, 14-15
En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán”.
Reflexión

En el pasaje del Evangelio según San Mateo 9, 14-15, nos encontramos frente a una interrogante planteada por los discípulos de Juan el Bautista a Jesús, acerca del ayuno. Ellos quieren saber por qué, a diferencia de ellos y de los fariseos, los seguidores de Jesús no practican esta disciplina con la misma rigurosidad. La respuesta de Jesús es profunda y reveladora: “¿Acaso pueden los amigos del novio estar de luto mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que el novio les será arrebatado; entonces sí ayunarán”.

Este diálogo trasciende la simple práctica del ayuno, adentrándose en la comprensión de la nueva era que Jesús inaugura con su presencia. Él mismo se identifica como el “novio”, un término cargado de significado dentro de la tradición judía, evocando imágenes de unión, celebración y presencia divina. La era mesiánica que Jesús inaugura es un tiempo de alegría y comunión directa con Dios, representada en su persona. Por tanto, sería incongruente someterse a prácticas de luto o penitencia como el ayuno en momentos de celebración nupcial.

El ayuno tenía un profundo significado en la tradición judía, siendo una expresión de penitencia, duelo, y preparación espiritual. Jesús no desecha el valor del ayuno, sino que lo sitúa en su correcto contexto escatológico, señalando hacia el futuro, cuando ya no esté físicamente entre sus discípulos. Este futuro, prefigurado en su muerte y resurrección, abriría un tiempo nuevo donde el ayuno retomaría su lugar como expresión de anhelo, preparación y apertura hacia Dios, en ausencia física del “novio”.

En nuestra época, este pasaje nos invita a reflexionar sobre cómo vivimos nuestra espiritualidad y prácticas religiosas. ¿Nos aferramos a la forma sin comprender el fondo? ¿Reconocemos la presencia de Cristo en medio de nosotros, celebrando esa presencia con alegría y, al mismo tiempo, preparándonos con seriedad para los momentos en que sentimos su ausencia? La enseñanza de Jesús sobre el ayuno va más allá de la abstención de comida; nos llama a vivir un equilibrio entre la alegría de su presencia y la preparación espiritual para los momentos de prueba y ausencia.

Así, este pasaje nos desafía a revisar nuestras prácticas espirituales, no como fines en sí mismas, sino como medios para cultivar una relación más profunda y auténtica con Dios. Nos invita a discernir los tiempos de nuestra vida espiritual, reconociendo los momentos de celebración y los de preparación, viviendo cada uno con la intensidad y profundidad que corresponde. En última instancia, nos recuerda que nuestra fe debe estar viva, dinámica y en constante diálogo con la realidad de Dios en nuestro mundo y en nuestra vida.




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