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enero 19, 2024 in Evangelios

Lecturas del 20 de enero del 2024 :: Sábado de la II semana del Tiempo ordinario

Sábado de la II semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 316

Primera lectura

2 Sm 1, 1-4. 11-12. 17. 19. 23-27

En aquellos días, después de derrotar a los amalecitas, David se fue a Siquelag y ahí permaneció dos días. Al tercer día llegó un hombre del campamento de Saúl, con los vestidos rotos y la cabeza cubierta de polvo. Llegó a donde estaba David y se postró en señal de reverencia. David le preguntó: “¿De dónde vienes?” Él respondió: “Vengo huyendo del campamento de Israel”. David le preguntó: “¿Qué ha pasado? Cuéntamelo”. Él respondió: “El pueblo fue derrotado en la batalla y huyó. Muchos cayeron y entre los muertos se encuentran Saúl y Jonatán”.

Entonces David rasgó sus vestiduras, y lo mismo hicieron los que estaban con él. Prorrumpieron en lamentaciones y llanto, y ayunaron hasta la noche por Saúl y Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, pues habían muerto a espada. Entonces David entonó una elegía por Saúl y su hijo Jonatán:

“Tus héroes, Israel, han sido inmolados en tus montañas.
¿Por qué cayeron los valientes?
Saúl y Jonatán, queridos y admirados,
inseparables en la vida y unidos en la muerte,
más veloces que las águilas
y más fuertes que los leones.

Hijas de Israel, lloren por Saúl,
que las vestía de púrpura y de lino
y las cubría de joyas y de oro.

¿Por qué cayeron los valientes en medio de la batalla?
Jonatán yace muerto en tus montañas.
Por ti, Jonatán, hermano mío, estoy lleno de pesar.
Te quise con toda el alma
y tu amistad fue para mí más estimable
que el amor de las mujeres.
¿Por qué cayeron los valientes
y pereció la flor de los guerreros?”

Salmo Responsorial

Salmo 79, 2-3. 5-7
R. (4b) Señor, vuelve tus ojos a nosotros.
Escúchanos, pastor de Israel,
que guías a José como un rebaño;
tú, que estás rodeado de querubines,
manifiéstate;
ante la ruina de Efraín, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.
R. Señor, vuelve tus ojos a nosotros.
Señor, Dios de los ejércitos,
¿hasta cuando seguirás airado
y sordo a las plegarias de tu pueblo?
Nos has dado llanto por comida
y por bebida, lágrimas en abundancia.
Somos la burla de nuestros vecinos,
el hazmerreír de cuantos nos rodean.
R. Señor, vuelve tus ojos a nosotros.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Hechos 16, 14
R. Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo.
R. Aleluya.

Evangelio

Mc 3, 20-21
En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco.
Reflexión

El pasaje del Evangelio de Marcos 3, 20-21, aunque breve, ofrece una visión rica y compleja de la experiencia de Jesús en su ministerio temprano. Este segmento nos muestra a Jesús enfrentándose a la incomprensión de su propia familia.

El texto bíblico refleja las tensiones que Jesús experimentó con su entorno inmediato. La reacción de su familia, que pensaba que estaba fuera de sí, ilustra el conflicto entre la misión de Jesús y las expectativas sociales y familiares de su época. En la cultura judía del primer siglo, la familia y la comunidad tenían un rol preponderante, y cualquier desviación de las normas y expectativas establecidas podía ser vista con sospecha o rechazo. La aparente locura de Jesús, desde la perspectiva de su familia, destaca la radicalidad de su mensaje y acciones, que trascendían los límites de lo convencionalmente aceptado.

Esto nos lleva a un análisis del costo del discipulado y la misión profética. La percepción de que Jesús estaba “fuera de sí” sugiere un malentendido fundamental de su identidad y propósito. A menudo, los profetas bíblicos eran considerados locos o perturbados por su inusual comportamiento y su mensaje desafiante. Así, la experiencia de Jesús se inserta en una larga tradición de profetas malentendidos, cuyas palabras y acciones, aunque divinamente inspiradas, chocaban con las percepciones y expectativas de su tiempo.

A veces, el seguimiento de Cristo puede llevarnos a caminos que son incomprensibles o incluso escandalosos para otros, incluso para aquellos más cercanos a nosotros. Este texto nos invita a considerar la profundidad de nuestro compromiso con Cristo, reconociendo que, en ocasiones, seguirle puede significar enfrentar incomprensión o rechazo.

Además, la reacción de la familia de Jesús nos hace preguntarnos sobre nuestras propias expectativas de lo que significa ser fiel a Dios. ¿Estamos abiertos a la sorprendente y a menudo desconcertante realidad de la gracia de Dios, o estamos atrapados en nuestras propias ideas preconcebidas sobre la religión y la espiritualidad? Este pasaje nos reta a examinar nuestras propias percepciones y a estar abiertos a las sorpresas del Espíritu.

Marcos nos ofrece una ventana a la experiencia humana de Jesús, enfrentando la incomprensión y el juicio de aquellos a quienes amaba. También sobre el costo del discipulado y la frecuente incomprensión que enfrentan aquellos que siguen un camino profético. Recordemos que la fidelidad a su llamado puede llevarnos más allá de las fronteras de lo convencional y cómodo, hacia una fe más profunda y transformadora.




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