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enero 5, 2024 in Evangelios

Lecturas del 10 de enero del 2024 :: Miércoles de la I semana del Tiempo ordinario

Miércoles de la I semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 307

Primera Lectura

1 Sm 3, 1-10. 19-20

En los tiempos en que el joven Samuel servía al Señor a las órdenes de Elí, la palabra de Dios se dejaba oír raras veces y no eran frecuentes las visiones.

Los ojos de Elí se habían debilitado y ya casi no podía ver. Una noche, cuando aún no se había apagado la lámpara del Señor, estando Elí acostado en su habitación y Samuel en la suya, dentro del santuario donde se encontraba el arca de Dios, el Señor llamó a Samuel y éste respondió: “Aquí estoy”. Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?” Respondió Elí: “Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte”. Samuel se fue a acostar. Volvió el Señor a llamarlo y él se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?” Respondió Elí: “No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte”.

Aún no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido revelada. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?”

Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y dijo a Samuel: “Ve a acostarte, y si te llama alguien, responde: ‘Habla, Señor; tu siervo te escucha’ ”. Y Samuel se fue a acostar.

De nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: “Samuel, Samuel”. Éste respondió: “Habla, Señor; tu siervo te escucha”.

Samuel creció y el Señor estaba con él. Y todo lo que el Señor le decía, se cumplía. Todo Israel, desde la ciudad de Dan hasta la de Bersebá, supo que Samuel estaba acreditado como profeta del Señor.

Salmo Responsorial

Salmo 39, 2 y 4ab. 7-8a. 8b-9. 10

R. (cf. 8a y 9a) Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé en el Señor con gran confianza;
él se inclinó hacia m
í y escuchó mis plegarias.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños. R.

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Sacrificios y ofrendas no quisiste,
abriste, en cambio, mis oídos a tu voz.
No exigiste holocaustos por la culpa,
as
í que dije: “Aquí estoy”. R.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
En tus libros se me ordena
hacer tu voluntad;
esto es, Se
ñor, lo que deseo:
tu ley en medio de mi corazón.
 R.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He anunciado tu justicia
en la gran asamblea;
no he cerrado mis labios:
tú lo sabes, Se
ñor. R.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 27

R. Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor;
yo las conozco y ellas me siguen.

R. Aleluya.

Evangelio

Mc 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.

Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido”. Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.

Reflexión

En el Evangelio según San Marcos, capítulo 1, versículos 29 a 39, encontramos una narración que profundiza en la misión y ministerio de Jesús, ofreciendo múltiples niveles de interpretación y aplicación. Este fragmento nos muestra a Jesús curando a la suegra de Pedro y luego a otros enfermos y endemoniados, seguido de un momento de oración en un lugar solitario y su decisión de continuar predicando en otras aldeas.

Nos sitúa en el contexto de la vida cotidiana de la Palestina del primer siglo. La casa de Simón y Andrés se convierte en un centro de actividad, reflejando la naturaleza comunitaria de la vida judía. Los relatos de curaciones y exorcismos de Jesús, comunes en los Evangelios, reflejan las expectativas y creencias de la época en torno a los milagros y al poder divino. Estos actos no solo sirven como demostraciones de poder, sino también como signos de la llegada del Reino de Dios, un tema central en la predicación de Jesús.

Este segmento del evangelio revela varios aspectos de la persona y obra de Jesús. En primer lugar, su poder para sanar y exorcizar demuestra su autoridad sobre el sufrimiento físico y espiritual, reafirmando su naturaleza divina y su misión salvadora. Además, la sanación de la suegra de Pedro y su posterior servicio sugieren una teología del ministerio: aquellos que son sanados por Jesús están llamados a servir. Esto nos recuerda que el encuentro con lo divino conlleva una transformación que impulsa al servicio y al amor al prójimo.

Nos habla de la importancia de la oración y la búsqueda de la voluntad de Dios. El retiro de Jesús para orar en un lugar solitario muestra la necesidad de momentos de quietud y conexión con Dios, incluso en medio de un ministerio activo y demandante. Esta búsqueda de guía divina es crucial para entender y seguir el camino que Dios dispone para cada uno. Además, la decisión de Jesús de ir a otras aldeas para predicar enfatiza la universalidad de su mensaje y misión, recordándonos que el evangelio está destinado a todos, sin distinción.

En conjunto, estos versículos de Marcos nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia respuesta al llamado de Jesús. Nos enfrentan a considerar cómo nuestras propias experiencias de sanación, tanto física como espiritual, nos conducen al servicio de los demás. Nos impulsan a buscar momentos de silencio y oración, reconociendo que en la tranquilidad y la soledad a menudo encontramos la dirección y fortaleza necesarias para nuestras vidas. Finalmente, nos animan a mirar más allá de nuestras propias comunidades y confort, para llevar el mensaje de esperanza y amor de Jesús a un mundo necesitado. Este pasaje, entonces, no solo narra eventos del ministerio temprano de Jesús, sino que también nos llama a ser parte activa de su misión continua en el mundo.




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