Lecturas del 9 de enero del 2024 :: Martes de la I semana del tiempo ordinario
Martes de la I semana del tiempo ordinario
Lectionary: 306
Primera Lectura
En aquel tiempo, después de tomar la comida ritual en Siló, Ana se levantó y se puso a orar ante el Señor. Llena de amargura y con muchas lágrimas, hizo esta promesa: “Señor de los ejércitos, mira la aflicción de tu sierva y acuérdate de mí. Si me das un hijo varón, yo te lo consagraré por todos los días de su vida, y en señal de ello, la navaja no tocará su cabeza”.
Mientras tanto, el sacerdote Elí estaba sentado a la puerta del santuario. Ana prolongaba su oración y Elí la miraba mover los labios, pero no oía su voz. Pensando que estaba ebria, le dijo: “Has bebido mucho. Sal de la presencia del Señor hasta que se te pase”. Pero Ana le respondió: “No, señor. Soy una mujer atribulada. No he bebido vino ni bebidas embriagantes; estaba desahogando mi alma ante el Señor. No pienses que tu sierva es una mujer desvergonzada, pues he estado hablando, movida por mi dolor y por mi pena”.
Entonces le dijo Elí: “Vete en paz y que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido”. Ella le contestó: “Ojalá se cumpla lo que me dices”. La mujer salió del templo, fue a donde estaba su marido, y comió y bebió con él. Su rostro no era ya el mismo de antes.
A la mañana siguiente se levantaron temprano, y después de adorar al Señor, regresaron a su casa en Ramá. Elcaná tuvo relaciones conyugales con su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella y de su oración. Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, diciendo: “Al Señor se lo pedí”.
Salmo Responsorial
R. (cf. 1a) Mi corazón se alegra en Dios, mi salvador.
Mi corazón se alegra en el Señor,
en Dios me siento yo fuerte y seguro.
Ya puedo responder a mis contrarios,
pues eres tú, Señor, el que me ayuda. R.
R. Mi corazón se alegra en Dios, mi salvador.
El arco de los fuertes se ha quebrado,
los débiles se ven de fuerzas llenos.
Se ponen a servir por un mendrugo
los antes satisfechos;
y sin tener que trabajar,
pueden saciar su hambre los hambrientos.
Siete veces da a luz la que era estéril
y la fecunda ya dejó de serlo. R.
R. Mi corazón se alegra en Dios, mi salvador.
Da el Señor muerte y vida,
deja morir y salva de la tumba;
él es quien empobrece y enriquece,
quien abate y encumbra. R.
R. Mi corazón se alegra en Dios, mi salvador.
El levanta del polvo al humillado,
al oprimido saca de su oprobio,
para hacerlo sentar entre los príncipes
en un trono glorioso. R.
R. Mi corazón se alegra en Dios, mi salvador.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Reciban la palabra de Dios, no como palabra humana,
sino como palabra divina, tal como es en realidad.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, se hallaba Jesús en Cafarnaúm y el sábado fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”. Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal de él!” El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen”. Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.
Reflexión
En el pasaje de Marcos 1, 21-28, se nos presenta una escena impactante en la sinagoga de Cafarnaúm, que revela no solo la autoridad de Jesús sino también su poder sobre los espíritus inmundos.
Nos sitúa en una época donde las sinagogas eran centros de enseñanza y vida comunitaria judía. Jesús, al enseñar en la sinagoga, se inserta en la tradición rabínica, pero lo hace de una manera que asombra a los oyentes. Su enseñanza es descrita como poseedora de una autoridad nueva y diferente a la de los escribas. Este contraste destaca una comprensión más profunda y directa de las Escrituras, algo que rompe con las interpretaciones tradicionales de la época y sugiere una conexión íntima y personal con la fuente divina de la sabiduría.
El enfrentamiento de Jesús con el espíritu impuro revela varios aspectos fundamentales. Primero, muestra el reconocimiento del mundo espiritual de la divinidad de Jesús antes incluso que los seres humanos. El espíritu inmundo lo identifica como “el Santo de Dios”, un título que implica reconocimiento de su naturaleza divina y su misión redentora. Segundo, este episodio demuestra el poder y la autoridad de Jesús sobre el mal y los espíritus malignos, reafirmando su papel como el Mesías liberador, no solo de las ataduras físicas sino también espirituales.
El pasaje resuena profundamente en el corazón humano. La autoridad de Jesús no es solo una cuestión de poder, sino también de verdad y amor. Su enseñanza y acciones no buscan someter, sino liberar y restaurar la dignidad humana. A menudo nos sentimos oprimidos por diversas formas de ‘espíritus inmundos’ – sean estos miedos, dudas, o formas modernas de opresión – la figura de Jesús surge como una fuente de esperanza y liberación.
Este texto también nos invita a reflexionar sobre nuestra propia recepción de la enseñanza de Jesús. ¿Nos asombra aún hoy su mensaje? ¿Estamos abiertos a esa voz que habla con autoridad en nuestras vidas, desafiando nuestras comprensiones preconcebidas y guiándonos hacia la verdad más profunda? Además, nos llama a reconocer y enfrentar las realidades espirituales, recordándonos que nuestra lucha no es solo contra las realidades físicas sino también contra las fuerzas espirituales.
Marcos es un pasaje que despliega múltiples capas de significado. Históricamente nos sitúa en el corazón de la tradición judía, teológicamente revela la autoridad y poder divino de Jesús, y espiritualmente nos ofrece un mensaje de liberación y transformación. Miremos más allá de lo ordinario para reconocer la presencia y acción transformadora de lo Dios en nuestras vidas. Nos invita a una apertura de corazón y mente, donde la autoridad de Jesús no es una amenaza, sino una promesa de libertad y una nueva forma de entender nuestra existencia y relación con lo sagrado.
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