Lecturas del día 27 de Diciembre de 2021
Primera Lectura
Queridos hermanos: Les anunciamos lo que ya existía desde el principio, lo que hemos oído y hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y hemos tocado con nuestras propias manos. Nos referimos a aquel que es la Palabra de la vida.
Esta vida se ha hecho visible y nosotros la hemos visto y somos testigos de ella. Les anunciamos esta vida, que es eterna, y estaba con el Padre y se nos ha manifestado a nosotros.
Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que ustedes estén unidos con nosotros, y juntos estemos unidos con el Padre y su Hijo, Jesucristo. Les escribimos esto para que se alegren y su alegría sea completa.
Salmo ResponsorialHermanas y hermanos
R. (12a) Alégrense, justos, con el Señor.
Reina el Señor, alégrense la tierra;
cante de regocijo el mundo entero.
Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor,
que se asienta en la justicia y el derecho.
R. Alégrense, justos, con el Señor.
Los montes se derriten como cera
ante el Señor de toda la tierra.
Los cielos pregonan su justicia,
su inmensa gloria ven todos los pueblos.
R. Alégrense, justos, con el Señor.
Amanece la luz para el justo
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, con el Señor,
y bendigan su santo nombre.
R. Alégrense, justos, con el Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles.
R. Aleluya.
Evangelio
El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso, llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Palabra de Dios, te alabamos Señor
Reflexión
Hermanas y hermanos
Hoy celebramos la fiesta de san Juan evangelista. Era hermano de Santiago e hijos del Zebedeo. Uno de los tres discípulos predilectos de Jesús entre los Doce. En el libro de los Hechos de los Apóstoles aparece siempre junto a Pedro. San Pablo lo considera como una de las tres columnas de la Iglesia. Es considerado como el autor del Evangelio que lleva su nombre.
Juan es el testigo privilegiado que estuvo en los momentos culminantes de la vida de Jesús. Estuvo al pie de la cruz y en el evangelio que hemos escuchado, junto con Pedro, es testigo de la resurrección del Señor. Es el hombre de fe y comunica esa fe a través de su Evangelio. En el relato que hoy hemos escuchado se nos recuerda que la fe es don y tarea. Experiencia y transmisión. Corazón y boca.
La fe, como las cosas más importantes de la vida, se nos ha regalado, es un don de Dios. No la ha inventado nuestra generación, ni hemos pagado por ella, ni se puede vender; es un regalo que nos viene transmitida a través de los que nos precedieron, y que se entrega a cada generación, para que la recree en su circunstancia. Y a cada corazón, para que fermente la vida y la haga nueva, redireccionándola hacia el sueño de Dios.
“Lo que hemos oído”, “lo que hemos visto con nuestros propios ojos”, nos dice la primera lectura de hoy, eso es lo que les comunicamos. Efectivamente, la experiencia es la que se comunica y en esa experiencia hemos encontrado a Dios. Ese regalo tiene su origen en la persona de Jesús. Aquél que, hace 2000 años, pasó haciendo el bien y hablando de parte de Dios. Aquél que unos acusaron de ser un embaucador… y que otros reconocieron viniendo de parte del Padre, como Hijo en quien reconocernos y desde el que vivir. Todos “vieron” a Jesús. Aunque no todos lo creyeron. La fe siempre es un salto. Y Juan lo dio: “Vio y creyó”. Ahí está la gracia.
Pero ha habido un camino recorrido. Eso es lo que contemplamos en el evangelio de hoy. Pedro y Juan hacen un camino, corriendo, en búsqueda de algo. Y al llegar encuentran lo que buscaban, la fe en la resurrección de Jesús. Igualmente nosotros corremos, pero debemos preguntarnos ¿qué buscamos? ¿buscamos en el lugar correcto?
Cada creyente y cada generación está llamada a hacer ese salto: “ver” a Jesús, conocer su persona, saber qué dijo, qué hizo y “creer” que en su humanidad se nos está dando el mismo Dios, acogiéndonos desde siempre y para siempre, abriendo caminos nuevos para la vida y para el mundo, en la esperanza de que, si vivimos desde ahora con Él, viviremos para siempre con Él. Ahí está lo definitivo. “Ver y creer”.
Y una vez que se recibe, la fe es tarea. “Les damos testimonio y les anunciamos” “para que estén unidos con nosotros”… “y para que nuestra alegría sea completa”, dice la primera lectura. Esa es la comunión que ofrece la fe: unirnos en ese círculo de amor entre el Padre y el Hijo. Más allá de nuestros orígenes, lenguas, razas, características o simpatías, nos puede unir la fe en el mismo Dios de la vida, para dar vida. Y esto hay que anunciarlo.
“Vio y creyó”. Nosotros hemos visto muchas cosas a través de las cuales Dios nos muestra su presencia en nuestra vida. Abramos los ojos del corazón para ver lo que hay a nuestro alrededor con los ojos de la fe. Abramos los ojos del corazón para creer.
Que Dios los bendiga y los proteja.
Deja una respuesta