Evangelio del 6 de marzo del 2024
Miércoles de la III semana de Cuaresma
Lectionary: 239
Primera lectura
En aquellos días, habló Moisés al pueblo, diciendo: “Ahora, Israel, escucha los mandatos y preceptos que te enseño, para que los pongas en práctica y puedas así vivir y entrar a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de tus padres, te va a dar.
Yo les enseño mandatos y preceptos, como me ordena el Señor, mi Dios, para que se ajusten a ellos en la tierra en que van a entrar y que van a tomar en posesión. Guárdenlos y cúmplanlos, porque ellos son su sabiduría y su prudencia a los ojos de los pueblos. Cuando tengan noticia de todos estos preceptos, se dirán: ‘En verdad esta gran nación es un pueblo sabio y prudente’. Porque, ¿cuál otra nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos como lo está nuestro Dios, siempre que lo invocamos? ¿Cuál es la gran nación cuyos mandatos y preceptos sean tan justos como toda esta ley que ahora les doy?
Pero ten cuidado y atiende bien: No vayas a olvidarte de estos hechos que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; al contrario, transmíteselos a tus hijos y a los hijos de tus hijos”.
Salmo Responsorial
Glorifica al Señor, Jerusalén;
a Dios ríndele honores, Israel.
El refuerza el cerrojo de tus puertas
y bendice a tus hijos en tu casa.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
El mantiene la paz en tus fronteras,
con su trigo mejor sacia tu hambre.
El envía a la tierra su mensaje
y su palabra corre velozmente.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Le muestra a Jacob su pensamiento,
sus normas y designios a Israel.
No ha hecho nada igual con ningún pueblo,
ni le ha confiado a otro sus proyectos.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Aclamación antes del Evangelio
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Tú tienes palabras de vida eterna.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.
Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos”.
Reflexión
La declaración de Jesús en Mateo 5 desafía una visión simplista de su relación con la Ley y los Profetas. No los declara irrelevantes, sino que afirma su intención de llevarlos a la “plenitud” o completitud. Esta afirmación deja espacio para la interpretación y subraya la complejidad de cómo la fe cristiana se enfrenta a las tradiciones del Antiguo Testamento.
Jesús subraya el peso perdurable de la Ley, afirmando que incluso el más pequeño detalle sigue siendo significativo. Sin embargo, el verdadero discipulado no se trata simplemente de la adhesión a las reglas. Distingue entre simplemente “quebrantar” un precepto menor y socavarlo a través de la propia enseñanza. La gravedad no reside sólo en la acción, sino en llevar a otros por el mal camino.
Es crucial reconocer el contexto de la declaración de Jesús. Se dirige a un público judío impregnado de su tradición religiosa. Sus palabras no son principalmente un llamado al legalismo, sino una exigencia de una comprensión más profunda del verdadero espíritu de la Ley.
Entonces, ¿qué significa que Jesús traiga ‘plenitud’ a la Ley? Vemos esto desarrollarse a lo largo de su ministerio. Desafía las interpretaciones rígidas que se centran en la observancia externa mientras descuidan el corazón de la compasión y la justicia. Cumple la Ley no descartándola, sino encarnando su principio fundamental de amor a Dios y al prójimo.
Este pasaje invita al autoexamen. ¿A veces caemos en la mentalidad de simplemente marcar una lista de obligaciones religiosas? ¿Nos preocupa más la letra de la ley que el amor que la sustenta?
La enseñanza de Jesús eleva el listón. No basta con evitar pasivamente el quebrantamiento de las reglas; la verdadera grandeza en el Reino se vive a través de la enseñanza activa y la encarnación del propósito superior de la Ley.
Esto no menosprecia la importancia de la obediencia. Sin embargo, nos desafía a ir más allá de una visión transaccional y de lista de verificación de nuestro viaje de fe. La Ley está destinada a ser una guía transformadora, que nos apunta hacia una vida rebosante de amor, justicia y misericordia. Cumplimos su propósito más verdadero no sólo por las reglas que observamos, sino por los corazones que se forman en el proceso.
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