noviembre 23, 2023 in Evangelios

Lecturas del 2 de diciembre del 2023

Sábado de la XXXIV semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 508

Primera lectura

Dn 7, 15-27

Yo, Daniel, me sentía angustiado y perturbado por las visiones que había tenido. Me acerqué a uno de los presentes y le pedí que me explicara todo aquello, y él me explicó el sentido de las visiones: “Esas cuatro bestias gigantescas significan cuatro reyes que surgirán en el mundo. Pero los elegidos del Altísimo recibirán el reino y lo poseerán por los siglos de los siglos”.

Quise saber lo que significaba la cuarta bestia, diferente de las demás, la bestia terrible, con dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba y trituraba, y pisoteaba lo sobrante con las patas; lo que significaban los diez cuernos de su cabeza y el otro cuerno que, al salir, eliminaba a otros tres, que tenía ojos y una boca que profería blasfemias y era más grande que las otras.

Mientras yo seguía mirando, aquel cuerno luchó contra los elegidos y los derrotó, hasta que llegó el anciano para hacer justicia a los elegidos del Altísimo, para que éstos poseyeran el reino.

Después me dijo: “La cuarta bestia es un cuarto rey que habrá en la tierra, mayor que todos los reyes, que devorará, trillará y triturará toda la tierra. Sus diez cuernos son diez reyes que habrá en aquel reino, y después vendrá otro, más poderoso que ellos, el cual destronará a tres reyes; blasfemará contra el Altísimo e intentará aniquilar a los elegidos y cambiar las fiestas y la ley. Los elegidos estarán bajo su poder durante tres años y medio. Pero al celebrarse el juicio, se le quitará el poder y será destruido y aniquilado totalmente. El poder real y el dominio sobre todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los elegidos del Altísimo. Será un reino eterno, al que temerán y se someterán todos los soberanos”.

Salmo Responsorial

Daniel 3, 82. 83. 84. 85. 86. 87
R. (59b) Bendito seas para siempre, Señor.
Hombres todos, bendigan al Señor.
Pueblo de Israel, bendice al Señor.
R. Bendito seas para siempre, Señor.
Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor.
Siervos del Señor, bendigan al Señor.
R. Bendito seas para siempre, Señor.
Almas y espíritus justos, bendigan al Señor.
Santos y humildes de corazón, bendigan al Señor.
R. Bendito seas para siempre, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Lc 21, 36
R. Aleluya, aleluya.
Velen y oren,
para que puedan presentarse sin temor
ante el Hijo del hombre.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 21, 34-36

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerá de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.

Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre”.

Reflexión

En el pasaje de Lucas 21, 34-36, Jesús ofrece a sus discípulos un mensaje atemporal sobre la importancia de la vigilancia y la oración. Sus palabras resuenan con una urgencia que trasciende el contexto histórico y llega hasta nosotros hoy, recordándonos mantenernos vigilantes y centrados en nuestra fe, especialmente frente a las distracciones y tentaciones de la vida moderna.

Jesús advierte contra los vicios, la embriaguez y las preocupaciones mundanas, destacando cómo estos pueden nublar nuestra percepción y alejarnos de nuestra verdadera misión. En la actualidad, estas advertencias siguen siendo pertinentes. En una era de información constante y estímulos abrumadores, es fácil perderse en las trivialidades o ser consumidos por el estrés y las preocupaciones diarias. Jesús nos llama a mantener nuestra mente clara y nuestro corazón enfocado en lo esencial: nuestra relación con Dios y con los demás.

La exhortación de Jesús a “estar alerta” va más allá de la simple precaución. Implica una conciencia plena de nuestro entorno y de nosotros mismos, una vigilancia constante sobre nuestros pensamientos y acciones. En la práctica, esto significa ser conscientes de cómo nuestras elecciones y comportamientos afectan no solo nuestra espiritualidad, sino también a las personas que nos rodean y al mundo en general.

La invitación a la oración continua es igualmente significativa. La oración no es solo un acto de petición o agradecimiento; es un medio de comunión con Dios, una forma de fortalecer nuestra fe y renovar nuestro compromiso con los valores cristianos. La oración constante nos ayuda a mantenernos centrados y conectados con lo divino, ofreciéndonos refugio y perspectiva en tiempos de incertidumbre.

El pasaje también contiene una advertencia sobre el juicio final, simbolizado por “aquel día” que “caerá de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra”. Esta imagen poderosa nos recuerda la inevitabilidad del encuentro con Dios y la responsabilidad de vivir de una manera que refleje nuestra fe. Jesús nos anima a vivir de tal manera que, cuando llegue ese momento, podamos “comparecer seguros ante el Hijo del hombre”.

En la vida cotidiana, este mensaje se traduce en vivir con integridad, compasión y humildad. Significa ser conscientes de las necesidades de los demás y actuar con justicia y amor. También implica reconocer nuestras propias faltas y buscar el perdón y la redención.

Lucas 21, 34-36 nos invita a reflexionar sobre cómo vivimos nuestra fe en el día a día. Nos desafía a ser vigilantes en nuestro caminar espiritual, a estar atentos a las distracciones y tentaciones, y a permanecer en constante comunicación con Dios a través de la oración. Este pasaje nos alienta a prepararnos para nuestro encuentro final con Cristo, no con miedo, sino con la seguridad que viene de una vida vivida en plena conciencia y compromiso con los principios del Evangelio.




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