marzo 18, 2024 in Evangelios

Evangelio del 19 de marzo del 2024

Solemnidad de San José, esposo de la Santísima Virgen María

Lectionary: 543

Primera lectura

2 Sm 7, 4-5. 12-14. 16

En aquellos días, el Señor le habló al profeta Natán y le dijo: “Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: ‘Cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino.

Él me construirá una casa y yo consolidaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente’ ”.

Salmo Responsorial

Salmo 88, 2-3. 4-5. 27 y 29

R. (37) Su descendencia perdurará eternamente.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor
y daré a conocer que su fidelidad es eterna,
pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para siempre
y mi lealtad, más firme que los cielos.
R. Su descendencia perdurará eternamente.
Un juramento hice a David, mi servidor,
una alianza pacté con mi elegido:
‘Consolidaré tu dinastía para siempre
y afianzaré tu trono eternamente’.
R. Su descendencia perdurará eternamente.
El me podrá decir: ‘Tú eres mi padre,
el Dios que me protege y que me salva’.
Yo jamás le retiraré mi amor
no volaré el juramento que le hice”.
R. Su descendencia perdurará eternamente.

Segunda lectura

Rm 4, 13. 16-18. 22

Hermanos: La promesa que Dios hizo a Abraham y a sus descendientes, de que ellos heredarían el mundo, no dependía de la observancia de la ley, sino de la justificación obtenida mediante la fe.

En esta forma, por medio de la fe, que es gratuita, queda asegurada la promesa para todos sus descendientes, no sólo para aquellos que cumplen la ley, sino también para todos los que tienen la fe de Abraham. Entonces, él es padre de todos nosotros, como dice la Escritura: Te he constituido padre de todos los pueblos.

Así pues, Abraham es nuestro padre delante de aquel Dios en quien creyó y que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que todavía no existen. Él, esperando contra toda esperanza, creyó que habría de ser padre de muchos pueblos, conforme a lo que Dios le había prometido: Así de numerosa será tu descendencia. Por eso, Dios le acreditó esta fe como justicia.

 

Aclamación antes del Evangelio

Sal 83, 5

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que viven en tu casa;
siempre, Señor, te alabarán.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Mt 1, 16. 18-21. 24

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

O bien:
Lc 2, 41-51

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.

Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia”. Él les respondió: “¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?” Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad.

Reflexiones

MARTES 19 MARZO –  Lucas 2, 41-51- Día San José

En el pasaje del Evangelio según San Lucas, capítulo 2, versículos del 41 al 51, se nos relata un episodio de la vida de Jesús, a la edad de doce años, que encapsula múltiples dimensiones de la fe y la espiritualidad, a la vez que resuena profundamente con las realidades contemporáneas. En este fragmento bíblico, Jesús es encontrado en el templo de Jerusalén, dialogando con los maestros, tanto escuchando como preguntando, después de que sus padres, José y María, lo buscasen ansiosamente al darse cuenta de su ausencia durante su regreso a Nazaret después de la fiesta de la Pascua. 

Este acontecimiento destaca no solo la precoz sabiduría y el compromiso espiritual de Jesús sino también subraya la humanidad y la preocupación paternal de San José, cuyo papel aunque menos visible, es esencial en el acompañamiento y formación de Jesús en su camino hacia su misión salvífica. José, esposo de María y custodio del Redentor, encarna la virtud de la responsabilidad paterna, el cuidado amoroso y la fe silenciosa, sirviendo como un modelo de paternidad y liderazgo servicial que trasciende los tiempos.  

La búsqueda angustiosa de Jesús por parte de María y José refleja, en un plano más amplio, la búsqueda incansable de lo divino por parte de la humanidad a lo largo de las eras. En el contexto contemporáneo, esta narrativa invita a reflexionar sobre nuestras propias ‘pérdidas’ y ‘encuentros’ con lo sagrado en la vorágine de nuestras vidas cotidianas, muchas veces saturadas de distracciones y alejadas del silencio interior donde más claramente se percibe la voz divina.

La reacción de Jesús ante la preocupación de sus padres, señalando que debía estar en los asuntos de su Padre celestial, desafía nuestras comprensiones y prioridades actuales. Nos invita a considerar cómo nuestras ocupaciones, compromisos y búsquedas se alinean con los propósitos mayores que nos trascienden y cómo la fidelidad a estos llamados más elevados puede en ocasiones generar incomprensión o conflicto con las expectativas y normas sociales establecidas. 

Por otro lado, la actitud de José, acogiendo esta misión con humildad y sin reclamar protagonismo, proporciona una reflexión valiosa sobre el liderazgo en la sociedad moderna. En un mundo que a menudo valora el éxito individual y la visibilidad por encima de la colaboración y el sacrificio silencioso, la figura de San José nos recuerda la importancia del servicio desinteresado, la protección de los más vulnerables y la guía silenciosa pero firme hacia el bien mayor.  

En este relato, también se destaca la importancia de la comunidad y el aprendizaje en la fe. Jesús, al interactuar con los maestros en el templo, nos muestra que la fe no es solo una cuestión de introspección individual, sino también de diálogo, cuestionamiento y crecimiento en comunidad. Esto resuena en nuestra era, donde el aislamiento y la fragmentación social amenazan el tejido de nuestras comunidades, recordándonos la necesidad de buscar espacios compartidos de reflexión y crecimiento espiritual.

En suma, este episodio del Evangelio nos invita a meditar sobre el papel de la familia, la comunidad y la fe en nuestras vidas. Nos desafía a preguntarnos cómo podemos ser, al igual que San José, custodios fieles de aquellos a quienes se nos ha confiado cuidar, y cómo podemos buscar y encontrar lo divino en el tumulto de nuestro mundo moderno, manteniendo siempre nuestros corazones y mentes abiertos al misterio de la presencia constante de Dios en nuestras vidas.

MARTES 19 marzo – Mateo 1, 16. 18-21. 24

En el relato evangélico de Mateo, específicamente en el capítulo 1, versículos 16, 18-21 y 24, se nos presenta un acontecimiento trascendental que marca no solo el inicio de la narrativa cristiana, sino que también ofrece un espejo en el cual nuestra sociedad contemporánea puede contemplar y reflexionar sobre aspectos fundamentales de la experiencia humana, como son la fe, la obediencia y el compromiso.

La historia nos habla de José, un hombre justo, cuya vida da un vuelco inesperado al descubrir que María, su prometida, espera un hijo por obra del Espíritu Santo. Este pasaje revela la profundidad de la confianza y la fidelidad de José a Dios, así como su amor y respeto hacia María. Frente a lo incomprensible, José elige la fe por encima del miedo, la obediencia por encima de la duda. Este acto de fe inquebrantable ante lo desconocido y, humanamente hablando, perturbador, es un testimonio del llamado a confiar en los designios divinos, incluso cuando estos escapan a nuestra comprensión y a nuestros planes.

En un mundo que valora la autonomía personal y la capacidad de control sobre nuestra vida y destino, la figura de José emerge como un contrapunto radical, invitando a la reflexión sobre la entrega y la confianza en una voluntad superior. En este sentido, José se convierte en un modelo de fe activa, no como una resignación pasiva, sino como una elección consciente de confiar y actuar según esa confianza, incluso cuando esto implica un cambio radical en la dirección de nuestra vida.

La comunicación divina a través del sueño, en la cual se revela a José su misión de cuidar de María y del niño Jesús, y su respuesta inmediata al despertar, obedeciendo las instrucciones recibidas, nos habla de la sensibilidad hacia lo trascendente. Esta narrativa nos interpela sobre nuestra capacidad de escuchar y discernir las llamadas que se nos hacen en el silencio de nuestro corazón, más allá del ruido y la prisa de la vida cotidiana.

La sociedad actual, con su rapidez y sus múltiples demandas, a menudo nos empuja hacia la superficialidad en nuestras relaciones y experiencias. En contraste, la relación de José con María y su papel como custodio del Redentor subrayan la importancia de la profundidad, el compromiso y la fidelidad en las relaciones humanas. Nos invita a reflexionar sobre cómo cultivamos nuestras relaciones, cómo enfrentamos las incertidumbres y cómo nos abrimos a acoger lo nuevo y lo desconocido con fe y amor.

La obediencia de José, lejos de ser una sumisión ciega, es una respuesta amorosa a un llamado divino, un sí a una vida que trasciende lo ordinario para adentrarse en el misterio de la salvación. En un tiempo en el que la independencia y la autodeterminación son altamente valoradas, la figura de José nos recuerda que la verdadera libertad se encuentra en la entrega confiada a algo mucho mayor que nosotros mismos.

Este pasaje del evangelio de Mateo, al centrarse en la figura de José, nos ofrece un rico terreno para la meditación sobre el significado de la fe, la confianza y el compromiso en nuestras propias vidas. Nos desafía a preguntarnos cómo podemos, al igual que José, responder con fe y amor ante las sorpresas, desafíos y llamados divinos, transformando nuestra comprensión y experiencia de la vida en una auténtica y profunda respuesta al amor que nos llama a participar en algo mucho más grande que nuestra propia existencia.




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