Lecturas del 15 de enero del 2024 :: Lunes de la II semana del Tiempo ordinario
Lunes de la II semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 311
Primera lectura
En aquellos días, Samuel le dijo a Saúl: “Te voy a manifestar lo que el Señor me dijo hoy en la noche”. Él le contestó: “¿Qué te dijo?” Samuel prosiguió: “Aunque a tus propios ojos no valías nada, ¿no llegaste acaso a ser el jefe de Israel? El Señor te ungió como rey de Israel. Él te ordenó llevar a cabo una expedición contra los amalecitas, diciéndote: ‘Ve y destruye a esos pecadores. Hazles la guerra hasta acabar con todos ellos’. ¿Por qué no has obedecido la voz del Señor y te has quedado con el botín, haciendo lo que desagradaba al Señor?”
Saúl le respondió a Samuel: “No. Yo obedecí al Señor. Llevé a cabo la expedición que él me ordenó. Traje cautivo a Agag, rey de Amalec, y acabé con los amalecitas. Fue el pueblo el que tomó del botín lo mejor de las ovejas y los bueyes para sacrificarlos al Señor, nuestro Dios, en Guilgal”.
Pero Samuel le replicó: “¿Crees tú que al Señor le agradan más los holocaustos y los sacrificios que la obediencia a sus palabras? La obediencia vale más que el sacrificio, y la docilidad, más que la grasa de los carneros. La rebelión contra Dios es tan grave como el pecado de hechicería, y la obstinación, como el crimen de idolatría. Por haber rechazado la orden del Señor, él te rechaza a ti como rey”.
Salmo Responsorial
No voy a reclamarte sacrificios, dice el Señor,
pues siempre están ante mí tus holocaustos.
Pero ya no aceptaré becerros de tu casa
ni cabritos de tus rebaños.
R. Quien me da gracias, ése me honra.
“¿Por qué citas mis preceptos
y hablas a toda hora de mi pacto,
tú que detestas la obediencia
y echas en saco roto mis mandatos”?
R. Quien me da gracias, ése me honra.
Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme?
¿Crees acaso que yo soy como tú?
No, yo te reprenderé y te echaré en cara tus pecados.
R. Quien me da gracias, ése me honra.
Quien las gracias me da, ése me honra
y yo salvaré al que cumple mi voluntad.
R. Quien me da gracias, ése me honra.
Aclamación antes del Evangelio
La palabra de Dios es viva y eficaz
y descubre los pensamientos e intenciones del corazón.
R. Aleluya.
Evangelio
En una ocasión en que los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban, algunos de ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no?”
Jesús les contestó: “¿Cómo van a ayunar los invitados a una boda, mientras el esposo está con ellos? Mientras está con ellos el esposo, no pueden ayunar. Pero llegará el día en que el esposo les será quitado y entonces sí ayunarán.
Nadie le pone un parche de tela nueva a un vestido viejo, porque el remiendo encoge y rompe la tela vieja y se hace peor la rotura. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino rompe los odres, se perdería el vino y se echarían a perder los odres. A vino nuevo, odres nuevos”.
Reflexión
En la profundidad de las escrituras, encontramos en el evangelio de Marcos, capítulo 2, versículos del 18 al 22, este fragmento enmarcado en la enseñanza de Jesús, que trata sobre el ayuno y la parábola de los odres nuevos, presentando una visión renovadora de la fe y la práctica religiosa.
En aquel tiempo, el ayuno era una práctica común en el judaísmo, asociado a la penitencia y la purificación espiritual. Jesús, al ser cuestionado sobre por qué sus discípulos no ayunaban, responde con una metáfora, comparando la situación con la alegría de una boda, donde el ayuno no tiene lugar. Esta respuesta ilustra el cambio radical que Jesús propone: un enfoque en la relación íntima y alegre con Dios, en contraste con las prácticas religiosas estrictas y sombrías.
En relación con la memoria del Santo Cristo de Esquipulas, venerado ampliamente en Centroamérica, particularmente en Guatemala, se percibe una conexión profunda. La devoción al Santo Cristo de Esquipulas, cuya imagen es un Cristo Negro crucificado, es un recordatorio tangible de la pasión y el sufrimiento de Cristo, pero también de la esperanza y la renovación. Esta veneración se ha convertido en un punto de encuentro para los fieles, reflejando la misma idea de transformación y renovación espiritual presente en el evangelio de Marcos.
La parábola de los odres nuevos, que Jesús presenta a continuación, simboliza la necesidad de una mentalidad y un corazón renovados para acoger la nueva enseñanza que él trae. Al igual que los odres viejos no pueden contener vino nuevo sin romperse, las prácticas y pensamientos antiguos no pueden abarcar la nueva realidad del reino de Dios que Jesús proclama. Aquí, Jesús enfatiza la importancia de la adaptabilidad y la apertura a nuevas formas de entender y vivir la fe.
Históricamente, este pasaje representa un momento crucial en el ministerio de Jesús, marcando un punto de inflexión en la comprensión de lo que significa ser un seguidor de Cristo. No se trata simplemente de adherirse a tradiciones y normas, sino de vivir una relación transformadora y revitalizante con Dios.
Esta enseñanza tiene una relevancia perdurable, alentando a los creyentes a examinar continuamente su fe y prácticas, buscando siempre una conexión más profunda y auténtica con lo divino. Al igual que la devoción al Santo Cristo de Esquipulas ha evolucionado y se ha profundizado con el tiempo, así también nuestra comprensión y práctica de la fe deben estar en constante evolución, abiertas a la frescura y novedad del Espíritu.
En resumen, el mensaje de Jesús en Marcos nos invita a una renovación constante de nuestra fe y prácticas espirituales. Nos llama a ser como odres nuevos, flexibles y abiertos, capaces de contener y expresar la novedad y la vitalidad de una relación viva con Dios. Así, en la memoria del Santo Cristo de Esquipulas, encontramos un eco de este llamado a la transformación y la esperanza.
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