Lecturas del 29 de noviembre del 2023
Miércoles de la XXXIV semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 505
Primera lectura
En aquellos días, el rey Baltasar dio un gran banquete en honor de mil funcionarios suyos y se puso a beber con ellos. Animado por el vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y de plata que su padre, Nabucodonosor, había robado del templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y sus funcionarios, sus mujeres y sus concubinas.
Trajeron, pues, los vasos de oro y de plata robados del templo de Jerusalén, y en ellos bebieron el rey y sus funcionarios, sus mujeres y sus concubinas. Bebieron y comenzaron a alabar a sus dioses de oro y plata, de bronce y de hierro, de madera y de piedra.
De repente aparecieron los dedos de una mano, que se pusieron a escribir en la pared del palacio, detrás del candelabro, y el rey veía cómo iban escribiendo los dedos. Entonces el rey se demudó, la mente se le turbó, le faltaron las fuerzas y las rodillas le empezaron a temblar.
Trajeron a Daniel y el rey le dijo: “¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados, que mi padre Nabucodonosor trajo de Judea? Me han dicho que posees el espíritu de Dios, inteligencia, prudencia y sabiduría extraordinarias. Me han dicho que puedes interpretar los sueños y resolver los problemas. Si logras leer estas palabras y me las interpretas, te pondrán un vestido de púrpura y un collar de oro y serás el tercero en mi reino”.
Daniel le respondió al rey: “Puedes quedarte con tus regalos y darle a otro tus obsequios. Yo te voy a leer esas palabras y te las voy a interpretar.
Tú te has rebelado contra el Señor del cielo: has mandado traer los vasos de su casa, y tú y tus funcionarios, tus mujeres y tus concubinas han bebido en ellos; has alabado a dioses de plata y de oro, de bronce y de hierro, de madera y de piedra, que no ven ni oyen ni entienden, pero no has glorificado al Dios que tiene en sus manos tu vida y tu actividad. Por eso Dios ha enviado esa mano para que escribiera.
Las palabras escritas son: ‘Contado, Pesado, Dividido’ y ésta es su interpretación. ‘Contado’: Dios ha contado los días de tu reinado y les ha puesto límite. ‘Pesado’: Dios te ha pesado en la balanza y te falta peso. ‘Dividido’: Tu reino se ha dividido y se lo entregarán a los medos y a los persas”.
Salmo Responsorial
Sol y luna, bendigan al Señor.
Estrellas del cielo, bendigan al Señor.
R. Bendito seas para siempre, Señor.
Lluvia y rocío, bendigan al Señor.
Todos los vientos, bendigan al Señor.
R. Bendito seas para siempre, Señor.
Fuego y calor, bendigan al Señor.
Fríos y heladas, bendigan al Señor.
R. Bendito seas para siempre, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Sé fiel hasta la muerte
y te daré como premio la vida, dice el Señor.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernantes por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta sus padres y hermanos, sus parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.
Reflexión
El pasaje de Lucas 21:12-19 nos introduce en las palabras de Jesús sobre las pruebas y persecuciones que enfrentarían sus seguidores. Este fragmento del discurso apocalíptico se centra en la realidad del sufrimiento por causa de la fe y la promesa de la providencia divina en medio de la adversidad.
Jesús advierte a sus discípulos de los desafíos venideros: persecuciones, arrestos, y juicios ante autoridades. Estas pruebas, lejos de ser un signo de abandono, se presentan como oportunidades para dar testimonio de la fe. La persecución, un tema recurrente en la historia del cristianismo, es entendida aquí no solo como un desafío, sino también como una forma de participar en la misión y el sufrimiento de Jesús.
La exhortación a no preocuparse por la defensa anticipada refleja la confianza en la guía y la sabiduría que Dios proporciona en momentos críticos. Jesús promete a sus seguidores que les dará las palabras y la sabiduría necesarias para enfrentar a sus oponentes. Esta promesa implica una profunda dependencia de Dios y un desapego de la propia habilidad o elocuencia.
La traición y el odio, incluso de parte de familiares y amigos, subrayan la gravedad del compromiso cristiano. Jesús no minimiza el costo del discipulado; más bien, lo presenta con realismo, preparando a sus seguidores para la realidad del conflicto y la división.
Sin embargo, en medio de estas advertencias, Jesús ofrece una palabra de consuelo y esperanza: “ni un cabello de su cabeza perecerá”. Esta afirmación no niega la posibilidad del martirio, como lo aclara el contexto, sino que asegura la protección divina en un sentido más profundo y eterno. La preservación prometida no es primordialmente física, sino espiritual y eterna.
La frase final, “Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”, es clave. Indica que la perseverancia en la fe ante la adversidad es el camino hacia la verdadera vida. Esta enseñanza se convierte en un llamado a la resistencia y la fidelidad, incluso frente a las pruebas más severas.
Esta sección del Evangelio es especialmente relevante en el mundo actual, donde muchos enfrentan persecución y sufrimiento por su fe. Nos recuerda que el seguimiento de Cristo puede llevarnos a enfrentar rechazo y dificultades, pero también nos asegura la presencia y el respaldo de Dios en medio de las pruebas.
Lucas 21:12-19 nos presenta un mensaje poderoso de Jesús sobre la resistencia y la fe en tiempos de adversidad. Jesús anticipa las dificultades que enfrentarán sus seguidores, incluyendo persecuciones y traiciones, pero les asegura sabiduría divina para afrontar tales desafíos. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la importancia de mantener firme nuestra fe, incluso frente a la hostilidad y las pruebas, recordándonos que, a pesar de las dificultades terrenales, nuestra seguridad y esperanza final se encuentran en la promesa de la vida eterna otorgada por Dios.
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