noviembre 19, 2023 in Evangelios

Lecturas del día 20 de noviembre de 2023


Primera lectura

De la primera carta del apóstol San Pablo a los corintios 1, 3-9

Hermanos: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo, el Señor.

Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere la palabra y al conocimiento, porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. ÉL los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo y Dios es fiel.

Salmo Responsorial  144, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. 10-11

R/ Bendeciré al Señor, eternamente.

Yo te bendeciré día tras día

y alabaré tu nombre hasta que me muera.

Muy digno de alabanza es el Señor,

pues es incalculable su grandeza.

R/ Bendeciré al Señor, eternamente.

Que una generación pondere a la otra

tus obras y proezas;

que hable de su esplendor y de tu gloria

y anuncie tu grandeza.

R/ Bendeciré al Señor, eternamente.

Que publique tus hechos prodigiosos

y alabe lo imponente de tus obras, 

que haga memoria de tu gran bondad

y aclame tu victoria.

R/ Bendeciré al Señor, eternamente.

El Señor es clemente y bondadoso, 

lento al enojo y lleno de ternura;

bueno es el Señor para con todos,

cariñoso con todas sus creaturas.

R/ Bendeciré al Señor, eternamente.

Que te alaben, Señor, de todas tus obras.

y que te digan tus fieles te bendigan;

que proclamen la gloria de tu reino

y den a conocer tus maravillas.

R/ Bendeciré al Señor, eternamente.

Del santo Evangelio según San Lucas 1, 39-55

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

Entonces dijo María:
“Mi alma glorifica al Señor
y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador,
porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.
Santo es su nombre
y su misericordia llega de generación en generación
a los que lo temen.

Ha hecho sentir el poder de su brazo:
dispersó a los de corazón altanero,
destronó a los potentados
y exaltó a los humildes.
A los hambrientos los colmó de bienes
y a los ricos los despidió sin nada.

Acordándose de su misericordia,
vino en ayuda de Israel, su siervo,
como lo había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia,
para siempre”.

María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa.

Reflexión

El pasaje de Lucas 1:39-55 nos relata un momento trascendental: el encuentro entre María e Isabel. Este episodio, conocido como la Visitación, revela la profunda conexión espiritual y el reconocimiento mutuo de sus respectivas misiones divinas. La pronta visita de María a Isabel refleja no solo su disposición para servir, sino también la alegría compartida y la solidaridad entre ambas.

Cuando Isabel escucha el saludo de María, el niño en su vientre salta de alegría, un gesto que simboliza la llegada de la salvación. Isabel, llena del Espíritu Santo, proclama bendiciones sobre María y el fruto de su vientre, reconociendo la singularidad de María como madre del Mesías. Las palabras de Isabel, “Dichosa tú, que has creído”, resaltan la fe de María y su papel central en el plan de salvación.

El cántico de María, conocido como el Magníficat, es una expresión de alabanza y gratitud a Dios. María glorifica al Señor y reflexiona sobre su propia humildad y la grandeza de lo que Dios ha hecho por ella. Su cántico es también una poderosa declaración de justicia social y divina. Habla de un Dios que dispersa a los arrogantes, derriba a los poderosos de sus tronos y exalta a los humildes. Este cántico revela la naturaleza de Dios como un ser que busca la justicia y ofrece misericordia a los marginados y oprimidos.

El encuentro entre María e Isabel y el Magníficat nos enseñan sobre la importancia de la fe, la humildad y el reconocimiento de la obra de Dios en nuestras vidas. Nos recuerda que Dios a menudo elige a los más humildes y marginales para desempeñar roles cruciales en su plan divino.

Este pasaje también nos invita a reflexionar sobre nuestra respuesta a las bendiciones y los llamados de Dios. Al igual que María, estamos llamados a responder con fe y a actuar con humildad y gratitud. La historia de María e Isabel nos inspira a apoyarnos mutuamente en nuestras jornadas espirituales y a reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas.

En conclusión, la Visitación y el Magníficat de María son ejemplos inspiradores de fe, humildad y justicia divina. Nos animan a abrir nuestros corazones a la guía de Dios y a celebrar las obras maravillosas que Él realiza en nosotros y a través de nosotros. En un tiempo donde la solidaridad y la comprensión mutua son esenciales, este pasaje nos llama a vivir en comunión con Dios y con nuestros semejantes, llevando a cabo nuestra misión con fe y amor.




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