Papa Francisco nos dice: María, la Madre de los descartados
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
“Bon dia a tots!”. Con estas palabras en catalán el Papa Francisco inició su discurso en español a los integrantes de la Confraternidad de la Mare de Déu de Montserrat, en España. Durante la audiencia concedida a este grupo este sábado 7 de octubre por la mañana en el Patio de San Dámaso, el Santo Padre dirigió un cordial saludo al Cardenal Juan José Omella, al Padre Abad de Montserrat, Manuel Gasch, a los demás obispos, sacerdotes, religiosos y a todos los fieles.
De inmediato, agradeció a todos por la visita que se inserta en una peregrinación a la Ciudad Eterna para celebrar los 800 años de fundación de la institución. Su objetivo es extender y facilitar la devoción a la Virgen de Montserrat, con la vinculación al Santuario y la creación de centros que, como auténticos pequeños santuarios, “acerquen el amor que Dios manifiesta en su Santa Montaña a todos los fieles:
El Obispo de Roma les expresó su emoción por recibirlos y verlos en el día “en que celebramos a nuestra Madre celestial bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario”.
“Celebrar a María es celebrar la cercanía y la ternura de Dios que se encuentra con su pueblo, que no nos deja solos, que nos ha dado una Madre que nos cuida y acompaña. Es celebrar la cercanía de Dios porque el estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura. Así ama Dios y viendo a María uno entiende la cercanía de Dios, la compasión de Dios en una Madre y la ternura de Dios”.
Además de resaltar la acción de gracias a Dios por el aniversario, el Papa evocó la imagen de la Virgen de Montserrat, “la querida ‘Moreneta’, está sentada y tiene al Niño en su regazo, es la “Mare de Déu”, y en su mano derecha sostiene una esfera que simboliza el universo, es la ‘Reina y Señora de todo lo creado’”.
La Virgen señala a Jesús: “Hagan lo que Él les diga”
Para el Sucesor de Pedro, “tener presente esta doble vocación de María a ser madre de Dios y madre nuestra nos ayuda a reflexionar sobre el tema elegido para esta peregrinación: ‘Piedad popular, amistad social y confraternidad universal'”.
“Sabemos que la devoción mariana significa mucho es muy significativa en las manifestaciones de piedad del santo pueblo fiel de Dios. Es la Madre. Pensemos, en estos 800 años de presencia en Montserrat, ¡cuántos fieles visitando su santuario, desgranando las cuentas del rosario, y pidiendo con humildad y sencillez a la Moreneta su intercesión por ellos, por sus seres queridos! ¡Y cuántas, cuántas manifestaciones de cariño filial, de súplicas y acciones de gracias!”.
El Pontífice observó que, cuando el Pueblo de Dios va a visitar a su Madre, se expresa de un modo que quizás no lo hace tanto en otro tipo de oración. Y explicó que, delante de la Madre, se despiertan los sentimientos más nobles de una persona. “Y cuando María escucha nuestras plegarias, hace este gesto (ndr: señalar a Jesús, no señalar con el dedo acusador)“. “Hace este gesto, que es el gesto más mariano. Señala a Jesús: ‘Hagan lo que Él les diga’. Es el gesto típicamente mariano. No, no hace así. No hace así, no. Indica el camino y habla a su Hijo para que entienda”.
La Madre y la piedad popular
Francisco comentó que la fuerza evangelizadora de la piedad popular crea condiciones favorables para que los lazos de amistad y fraternidad entre los pueblos crezcan y se fortalezcan. A continuación, apartándose del texto escrito, añadió que San Pablo VI “ya había entendido esto, y cambió el nombre: de ‘religiosidad popular’ a ‘piedad popular'” y dijo que en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi hay párrafos muy claros “sobre esta gracia (es una gracia que tienen los pueblos) de la piedad popular”.
“Y también en este aspecto la devoción mariana tiene un lugar privilegiado. María es abogada, pero hoy día la palabra ‘abogado’ es demasiado funcional, es mejor decir es ‘facilitadora’. María es facilitadora en los conflictos y los problemas, como la falta de vino en las bodas. Ella nos ayuda a ‘desatar los nudos’ que se hayan hecho en nosotros y entre nosotros. Es decir, que María también allana el camino de la amistad entre los pueblos, invitándonos a volver nuestra mirada al origen y la meta de nuestra existencia, que es Jesucristo, y nos anima a seguir su ejemplo, recorriendo las sendas de la paz, la amabilidad, la escucha y el diálogo paciente y confiado”.
Parir un mundo nuevo
Con el poder del Resucitado, Francisco explicó que María quiere parir un mundo “donde todos son hermanos, donde haya lugar para cada descartado de nuestras ciudades, donde resplandezcan la justicia y la paz”. Para Ella, “no hay descarte, es la Madre de los descartados, de los que nosotros descartamos porque va allí a buscarlos”, expresó el Papa de modo espontáneo.
Y hablándoles desde su corazón de Pastor que acoge a todos, el Pontífice dijo:
“Es la Madre de los descartados, de los que nosotros descartamos porque va allí a buscarlos. No conoce la actitud de descartar a nadie. Y como es Madre, sabe escuchar tantas cosas, tantas peticiones, incluso cuando nacen de un corazón doble, de un corazón no coherente consigo mismo, un corazón injusto que hace daño. Escucha, escucha al hijo criminal también”.
Por último, el Obispo de Roma los animó a seguir adelante en su misión, a la que calificó de “don y tarea”:
“Que Jesús los bendiga, que la Virgen los cuide (es buena cuidadora, sabe cuidar) y que los ayude a seguir caminando juntos. Y, de paso, les pido que no se olviden de rezar por mí. Gracias”.
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