Niña misionera de 10 años da el ejemplo
Connie, de 10 años de edad, se baña con agua fría para prepararse a la misión. A las comunidades donde va sabe que no tendrá servicio de electricidad ni otras comodidades.
Son días en los que no hay agua caliente, ni Internet, ni tablet, ni otras cosas que ella acostumbra tener a la mano, hay que dormir en el suelo y otras inconveniencias. “El problema no son tanto los bichos, sino los sapos”, responde con entereza. Es entendible, los sapos pueden dar buenos sustos.
Esta niña recuerda las palabras del Papa cuando motiva a la Iglesia a salir de la zona de confort. “Misionar es salir de sí mismo para dar lo mejor de sí mismo y lo mejor que Dios regala, y eso es una cosa muy bella”, dice el Santo Padre.
La pequeña Constanza Ramírez o Connie, como le dicen de cariño, empezó a misionar a los siete años, junto a su familia. La primera vez reconoce que se sentía un poco perdida y que no sabía qué hacer o en qué podía ser útil ahí, pero no bastó mucho tiempo para que se enamorara de la misión.
Fue una Semana Santa de 2019, en el pueblo conocido como La Esperanza, en Bijagual de Turrubares, en el límite entre San José y Puntarenas. Se trataba de una iniciativa del Movimiento Regnum Christi.
Instalaron la tienda de campaña en un campo junto a otras familias y terminaron de definir las tareas. Cuando comenzó la visita casa por casa, Connie empezó a entender por qué estaba ahí. Tocaban a la puerta y cuando los vecinos salían los invitaban a las diferentes actividades propias de estos días santos.
La misma Connie los invitaba a participar y de paso encontraba a otros niños como ella, algunos hasta se convertirían en sus compañeros de juegos y en sus amigos.
“Siempre me gusta llevar algo en el bolsito para compartir, como popis. Este año llevamos dibujos para que pintaran, a los adultos les dimos Rosarios en bolsitas o imágenes de la Virgen María”, recuerda la pequeña Constanza.
Además, recuerda la importancia de llevar ropa adecuada, porque hay que pasar por malos caminos, barriales y montes, por lo que todos se ensucian mucho. Todos llevan una camiseta con una imagen de Nuestra Señora y un pañuelo para ser identificados.
Para esta chica es una experiencia muy divertida. Cuando alguien no abre la puerta o simplemente rechaza la invitación sin más, ella no se lo toma a mal, dice, y sonríe con esa luz que transmite la sonrisa de un niño, esa sonrisa que tanto bien hace en una misión. “No se puede anunciar a Cristo con cara de funeral”, dijo una vez Francisco.
“Al final, después de compartir el Evangelio y hacerles la oración, les decimos que si quieren orar por algo, entonces oramos por la mamá o el papá”, contó.
Connie explica que van en familias y grupos, todos tienen diferentes tareas que cumplir, por ejemplo a unos les toca preparar la comida o a otros limpiar,
Los padres de Constanza, David y Karolina, recibieron varias veces la invitación a participar de esta misión, sin embargo, como no tenían tienda de campaña preferían declinar. Hasta que un día decidieron comprar una y un colchón inflable para aceptar la invitación.
Esta familia misionera también está integrada por una adolescente, Fernanda, quien anima el canto en las celebraciones litúrgicas que organizan en las comunidades.
Karolina explica que como en estas comunidades prácticamente no llegan sacerdotes y por lo tanto no se celebra la Santa Eucaristía, los misioneros participantes se encargan de organizar la liturgia correspondiente y algunos sirven como Ministros Extraordinarios de la Comunión, de hecho, David, ha realizado esta labor.
Connie recuerda la alegría que sentía una vez que se dirigían a una comunidad y en el carro llevaban a Jesús Sacramentado. “El Señor iba con nosotros y nosotros lo llevábamos a la gente del pueblo”, comentó.
Cuenta emocionada que este año le tocó dar una charla titulada: María es mi mami. Estaba muy nerviosa, sin embargo con el apoyo de otra chiquita y otro chiquito pudo preparar todo. Lo hizo muy bien, imprimió unos dibujos y pudo exponer el tema correctamente.
Connie también destaca momentos hermosos, como levantarse temprano en la mañana para desayunar todos los misioneros, orar y compartir juntos. También afirma que ir de Misión le ha servido para valorar y agradecer al Señor por lo que tiene.
Fuente: Eco Católico
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