Amar sin venganza ni violencia, desmilitarizando el corazón
Vatican News
Esta mañana el Papa Francisco celebró la Santa Misa por la paz y la justicia en el Estadio Nacional de Baréin. Se trata de un predio distante siete kilómetros de la residencia pontificia, en Riffa, sede de la familia real del Reino, en la Gobernación Meridional. La instalación, que puede albergar a unos treinta mil fieles, fue construida en 1982 y renovada en diciembre de 2012, con motivo del 21º torneo de la Copa del Área del Golfo, y se utiliza principalmente para partidos de fútbol y eventos deportivos importantes de la nación. De hecho, alberga los partidos de la selección nacional de fútbol de Baréin y el Club Deportivo Al-Riffa.
Homilía de Papa
A su llegada, el Santo Padre recorrió el Estadio Nacional en papamóvil para saludar a los fieles que allí lo esperaban. En su homilía, el Pontífice comenzó recordando que “el profeta Isaías dice que Dios hará surgir un Mesías, cuya soberanía será grande, y habrá una paz sin fin”. Y explicó que esta frase “parece una contradicción, ya que, de hecho, en la apariencia de este mundo, lo que muchas veces vemos es que cuanto más se busca el poder, más amenazada está la paz”. A lo que agregó textualmente:
“En cambio, el profeta da un anuncio extraordinariamente novedoso: el Mesías que llega es poderoso, sí, pero no a la manera de un caudillo que trae la guerra y domina a los otros, sino en cuanto ‘Príncipe de la paz’, como Aquel que reconcilia a los hombres con Dios y entre ellos”. Y explicó:
El Señor ama de manera incondicional
Francisco explicó que el Señor ama “de manera incondicional, no sólo cuando todo va bien y sentimos el deseo de amar, sino siempre; no sólo a nuestros amigos y vecinos, sino a todos, incluso a los enemigos”. E invitó a la asamblea a reflexionar sobre el hecho de “amar siempre y amar a todos”.
Jesús nos invita a amar siempre
“En primer lugar – dijo – hoy las palabras de Jesús nos invitan a amar siempre, es decir, a permanecer siempre en su amor, a cultivarlo y practicarlo cualquiera que sea la situación que vivamos”.
“Jesús – prosiguió Francisco – no es irenista, sino realista, habla explícitamente de los que les hacen el mal y de enemigos”.
Permanecer siempre, fielmente, en el amor de Dios
“Por tanto – prosiguió el Pontífice en su homilía – existen conflictos, opresiones y enemistades”. Y frente a todo esto, lo que debemos hacer, tal como nos lo propone Jesús, es algo sorprendente y audaz. “Él – explicó a continuación – pide a los suyos la valentía de arriesgarse por algo que aparentemente parece la opción perdedora. Pide que permanezcamos siempre, fielmente, en el amor, a pesar de todo, incluso ante el mal y el enemigo”.
Vivir concreta y valientemente la fraternidad universal
Sin embargo, Jesús “se atreve a proponernos algo nuevo, distinto, impensable, suyo: ‘Yo les digo que no hagan frente al que les hace mal; al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra’”, recordó el Papa Francisco.
Tras recordar que el apóstol Pablo se hace eco de estas enseñanzas cuando escribe: “No te dejes vencer por el mal. Por el contrario, vence al mal, haciendo el bien”, el Santo Padre destacó que “la invitación de Jesús no se refiere en primer lugar a las grandes cuestiones de la humanidad, sino a las situaciones concretas de nuestra vida: a nuestros lazos familiares, a las relaciones en la comunidad cristiana, a los vínculos que se cultivan en la realidad laboral y social en la que nos encontramos”.
Desactivar la cadena del mal
“No – agregó el Pontífice – es necesario desactivar, quebrar la cadena del mal, romper la espiral de violencia, dejar de albergar rencores, dejar de quejarse y compadecerse de sí mismo. Hay que permanecer en el amor, siempre, es el camino de Jesús para dar gloria al Dios del cielo y construir la paz en la tierra. Amar siempre”.
Refiriéndose al segundo aspecto, “amar a todos”, Francisco afirmó que “podemos comprometernos en el amor, pero no es suficiente si lo reducimos al estrecho ámbito de aquellos de quienes recibimos ese mismo amor, de nuestros amigos, de nuestros semejantes”.
“También en este caso – prosiguió – la invitación de Jesús es sorprendente, porque extiende las fronteras de la ley y del sentido común. Amar al prójimo, al que tenemos cerca de nosotros, aunque es razonable, es ya difícil”.
Conservar la paz internamente
En general, es lo que una comunidad o un pueblo intentan hacer para conservar la paz internamente. Si uno pertenece a la misma familia o a la misma nación, si se tienen las mismas ideas o los mismos gustos, si se profesa el mismo credo, es normal procurar ayudarse y quererse. Pero, ¿qué sucede si el que está lejos se nos acerca, si el extranjero, el que es diferente o de otro credo se convierte en nuestro vecino de casa?
Mientras de esta tierra que visita, el Obispo de Roma dijo que “es precisamente una imagen viva de la convivencia en la diversidad, de nuestro mundo cada vez más marcado por la permanente migración de los pueblos y del pluralismo de las ideas, usos y tradiciones”. Es importante, entonces, acoger la provocación de Jesús:
Después de recordar que “el poder de Jesús es el amor” y que “Jesús nos da el poder de amar así, de un modo que a nosotros nos parece sobrehumano”, el Papa afirmó que “una capacidad semejante no puede ser sólo fruto de nuestros esfuerzos”, sino que “es ante todo una gracia”. De ahí la conveniencia de pedir a Cristo con insistencia:
Y tras afirmar que “amar es el don más grande”, que recibimos “cuando damos espacio al Señor en la oración, cuando acogemos su presencia en su Palabra que nos trasforma y en la revolucionaria humildad de su Pan partido”, añadió:
El Santo Padre concluyó su amplia homilía, pronunciada en nuestro idioma, agradeciendo a estos queridos amigos, su “sereno y alegre testimonio de fraternidad, para ser en esta tierra semilla de amor y de paz”. Puesto que “es el desafío que el Evangelio entrega cada día a nuestras comunidades cristianas, a cada uno de nosotros”.
Y a ustedes, a todos los que han venido a esta celebración desde los cuatro países del Vicariato Apostólico de Arabia del Norte – Baréin, Kuwait, Qatar y Arabia Saudita – así como de otros países del Golfo, y también de otros territorios, les traigo hoy el afecto y la cercanía de la Iglesia universal, que los mira y los abraza, los quiere y los alienta. Que la Virgen Santa, Nuestra Señora de Arabia, los acompañe en el camino y los guarde siempre en el amor hacia los demás.
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