¡Felices fiestas! ¿En duelo?
En estas pocas líneas voy a tratar la celebración del nacimiento de nuestro redentor desde el punto de vista secular y lo voy a tratar como una fiesta al igual que la celebración del fin e inicio de año.
Estas son fechas que para la mayoría de las personas representa una época de unión y celebración familiar, un compartir y relacionarnos con las personas que queremos, pero no siempre todo es alegría y estas celebraciones se ven opacadas por un duelo, por la pérdida de alguien importante en nuestras vidas y me gustaría proponer a los lectores de este pequeño artículo algo que me ha servido en mi vida como cristiano.
Para dar un poco de contexto sobre el duelo, les puedo decir que en mi caso he tenido pérdidas importantes en mi vida, pero me voy a referir principalmente a tres de ellas que quizás fueron las más impactantes. La primera de ellas fue la pérdida de mi hermano menor, con apenas 38 años de edad a raíz de un accidente de tránsito, dejando a su esposa y dos preciosos niños (hoy adultos). Luego perdí a mi padre un 19 de diciembre hace ocho años, también a raíz de un accidente de tránsito (un motociclista de 17 años lo atropelló) y hace un año, el 18 de diciembre perdí a mi madre a raíz de un cáncer. Tres personas que realmente amaba con profundidad. ¡Cómo duelen las pérdidas!, sin embargo, gracias a la misericordia de Dios, me ha permitido vivir un cristianismo, en el que, como me dice un sacerdote amigo y al cuál estimo mucho, “la estamos pulseando”. Tengo una esposa maravillosa que ha sido mi “ayuda idónea” y unos hijos grandiosos. Pertenezco a una comunidad cristiana y tengo a mi lado no solo a una gran y maravillosa familia de sangre (hermanos, sobrinos, tíos), sino que además tengo hermanos en Cristo comunitarios y no comunitarios, que también están allí para apoyarme. Es bueno y necesario tener personas de confianza al lado nuestro con las que se pueda conversar de cosas profundas en nuestra vida, no solo trivialidades.
Ahora bien, habiendo contextualizado el tema, deseo referirme a la acción de Dios en mi vida y lo que he aprendido a través de la relación con el Señor y la lectura de su palabra.
- Vive tu duelo, llora lo que necesites, ya que esto limpia el alma y la libera, tómate tu tiempo, pero no te quedes allí. Jesús entiende y se compadece de tu dolor, recuerda el pasaje cuando Jesús iba a resucitar a Lázaro, aunque sabía que iba resucitarlo, al ver el dolor de los que lo rodeaban, Jesús lloró. Él conoce tu dolor, acércate a él y busca su consuelo.
- Dios es un padre bueno y ha prometido estar conmigo y contigo todos los días de nuestra vida. Salmo 23 “aunque ande por valle de tinieblas no temeré mal alguno, pues tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. ¿Creemos esto? Si de verdad lo crees ya llevas ganado mucho terreno. En mi caso he visto la mano de Dios en mi vida y en la de mi familia muchísimas veces.
- Dios está deseoso de ayudarte, recordemos las palabras de Jesús “Vengan a mí, los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré” Mt 11:28 . De nuevo, no te quedes ahí donde estás, en medio del dolor y del sufrimiento, tienes la medicina a tu alcance. Una relación continua y cercana con nuestro Dios es la mejor medicina.
- Dios nos ha prometido grandes cosas, cuando estemos con él, un lugar donde “Les secará las lágrimas de los ojos. Ya no habrá muerte ni pena ni llanto ni dolor. Todo lo antiguo ha pasado.” Apocalipsis Yo he tomado la decisión de creerle a mi Señor y cuando pienso en los que he perdido y sé lo que están disfrutando, me alegro por ellos y con ellos. Creo, y esto lo digo con sumo respeto, algunas veces nos centramos tanto en nuestro dolor que nos olvidamos de pensar en los que han partido. ¡Que grandioso lo que están disfrutando! Y hasta cierto punto los envidio.
- “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven” Lc 20 Palabras de Jesús y él no miente. Todos vivimos y por la comunión de los Santos que profesamos todos los católicos en nuestro credo, TODOS estamos unidos en Cristo y el amor traspasa cualquier barrera. Sé que mi hermano, mis padres y yo estamos unidos más allá de los aspectos físicos, es algo que traspasa este plano material. Y por último
- Creo que nos volveremos a ver.
Otro sacerdote amigo, después del funeral de mi hermano me dijo: “pobrecitos los que no creen” ya que viven si esperanza, pero nosotros los cristianos sabemos que es lo que nos espera porque ya todo fue anunciado.
¿Es posible vivir sin dolor por la partida de un ser querido?, claro que sí, y doy testimonio de ello. ¿Qué hacer?, primero dar gracias a Dios por el regalo del tiempo que nos permitió compartir en esta vida, segundo, recordar los gratos momentos compartidos, no con dolor, sino con alegría de haber podido disfrutarlos y tercero viviendo de tal forma que algún día nos encontremos de nuevo en el Paraíso. Aunque pretendamos vivir esta vida como si la muerte no existiera, nada hay más certero que ella y todos a su tiempo daremos ese paso.
Espero que estas pocas ideas arrojen algo de luz en el camino de aquellas personas que hoy están sufriendo, mi abrazo para cada una de ellas y mis palabras de aliento para que encuentren la fuerza para sobreponerse. Ánimo, todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Alexander L.
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