marzo 19, 2023 in Actualidad

Los Papas y la Cuaresma: El valor de la limosna, un gesto de amor gratuito

Las preguntas sobre el significado de este acto de compartir encuentran muchas respuestas en las palabras de los Papas. Recorremos algunas reflexiones en el Magisterio de Francisco, Benedicto XVI, Juan Pablo II, Pablo VI

Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano

Los elementos del camino espiritual durante la Cuaresma son la oración, el ayuno y la limosna. El término “limosna”, en particular, procede del griego y significa “misericordia”. E indica gratuidad. En la limosna, como señaló el Papa Francisco durante la Santa Misa del 5 de marzo de 2014, “se da a alguien de quien no se espera recibir algo a cambio”. ” La limosna nos ayuda a vivir la gratuidad del don, que es libertad de la obsesión del poseer, del miedo a perder lo que se tiene, de la tristeza de quien no quiere compartir con los demás el propio bienestar.”

¿Por qué hay que esconder la limosna?

Una característica típica de la limosna cristiana es que debe ser escondida. Lo recuerda el Papa Francisco en la Audiencia Jubilar del 9 de abril de 2016 Jesús “nos pide que no demos limosna para ser elogiados o admirados por los hombres por nuestra generosidad. Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha (cf. Mt 6, 3). No es la apariencia lo que cuenta, sino la capacidad de detenerse para mirar a la cara a la persona que pide ayuda”. “No debemos identificar, por tanto, la limosna con la simple moneda ofrecida deprisa, sin mirar a la persona y sin detenerse para hablar y entender qué necesita realmente”. La limosna es “un gesto de amor que se dirige a quienes encontramos”.

¿Qué representa la limosna?

La limosna, subrayaba el Papa Benedicto XVI en su Mensaje para la Cuaresma de 2008, “representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales. ¡Cuán fuerte es la seducción de las riquezas materiales y cuán tajante tiene que ser nuestra decisión de no idolatrarlas! lo afirma Jesús de manera perentoria: ‘No podéis servir a Dios y al dinero’ (Lc 16,13). La limosna – continúa el mensaje – nos ayuda a vencer esta constante tentación, educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. Las colectas especiales en favor de los pobres, que en Cuaresma se realizan en muchas partes del mundo, tienen esta finalidad”.

¿Qué relación tienen la limosna y el ayuno?

” Cristo —y después de El la Iglesia— nos propone también, en el tiempo de la Cuaresma, los medios que sirven para esta conversión. Se trata, ante todo, de la oración; después de la limosna y del ayuno”. El Papa Juan Pablo II lo recuerda en su Mensaje para la Cuaresma de 1979: ” La limosna y el ayuno, como medios de conversión y de penitencia cristiana, están estrechamente ligados entre sí. El ayuno significa un dominio sobre nosotros mismos; significa ser exigentes en las relaciones con nosotros mismos; estar prontos a renunciar a las cosas —y no sólo a los manjares—, sino también a goces y placeres diversos. Y la limosna —en la acepción más amplia y esencial— significa la prontitud a compartir con los otros alegrías y tristezas, a dar al prójimo, en particular al necesitado; a repartir no sólo los bienes materiales, sino también los dones del espíritu”.

¿Qué es la verdadera caridad?

El Papa Pablo VI, el Miércoles de Ceniza, 8 de febrero de 1967, recuerda lo difícil que es, en la caridad material, “privarse de algo querido, útil, tal vez necesario: dar una limosna que repercuta realmente en nuestros ahorros, en nuestro peculio. Se da de buena gana lo superfluo, lo que no cuesta nada”. “La verdadera caridad, en cambio, propone dar una parte de lo que cuesta, de lo que nos parece indispensable. He aquí la sabia regla que puede abrirnos horizontes inexplorados”.




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