Filial San Ignacio de Loyola

Filial San Ignacio de Loyola

Historia

A finales de los años 80, las comunidades de Vargas Araya y Monterrey eran zonas tranquilas con pocas casas. En 1991, se conformó una Junta de vecinos, junto al Padre Jaime Vera, sj, con el objetivo de construir una capilla para la comunidad. A pesar de los retos legales y económicos, lograron adquirir el terreno y comenzar las obras, que culminaron en 1993 con la edificación del templo.

La comunidad se unió desde el inicio, realizando actividades como rifas, bingos, ventas de comidas y la «Marcha del Metro Cuadrado» para recolectar fondos. También se levantó un “galerón” para encuentros comunitarios y misas, con la participación de sacerdotes agustinos y jesuitas. La colocación de la primera piedra oficial fue guiada por el Padre Ángel María Pedroza, sj.

Durante la construcción, la comunidad no solo edificó un templo, sino también una red de relaciones fraternas y de fe. Con esfuerzo colectivo, se logró la adquisición de ornamentos, mobiliario y objetos litúrgicos, gracias a donaciones de personas, familias e instituciones. La capilla se inauguró con gran alegría y se consolidó como filial de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes.

A lo largo de los años, se fortalecieron diversas pastorales: Catequesis, Liturgia, Ornato, Lectores, Monaguillos, Ministros de Comunión y Pastoral Social. También se organizaron fiestas patronales, celebraciones litúrgicas y actividades tradicionales como el Árbol de la Abundancia en Navidad.

Numerosos sacerdotes han acompañado esta comunidad a lo largo del tiempo, y muchas personas han aportado en la construcción espiritual y material del templo. Gracias a su generosidad, entrega y fe, hoy la Capilla San Ignacio es signo de comunión y esperanza en el corazón de Vargas Araya.

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Cada día, el Evangelio tiene algo que decirle a usted. No es una historia del pasado, es la voz viva de Jesús que ilumina su presente. Atrévase a leer, a detenerse y a dejar que una sola frase transforme su jornada. Él le espera en cada Palabra.

Santo Rosario

Los misterios del Rosario no solo relatan la historia de nuestra salvación, también nos ayudan a mirar la vida con ojos nuevos, a interpretar nuestras propias alegrías, dolores y esperanzas desde la Palabra de Dios. Al rezarlo, tejemos un lazo espiritual que abraza al mundo entero: quienes están solos, quienes agradecen, quienes luchan o simplemente necesitan consuelo encuentran en esta oración un refugio silencioso y profundo.