Desde el primer momento en que se dio el nombramiento episcopal de Mons. Juan Miguel Castro Rojas, todos los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, así como los obispos eméritos, le hemos saludado y felicitado sinceramente.

Sin embargo, celebrada ya su ordenación episcopal, queremos formalmente darle la más cordial y fraterna bienvenida al seno de nuestra Conferencia Episcopal como nuevo miembro de la misma, deseándole a Mons. Castro Rojas un ministerio muy fecundo y gozoso en esta Iglesia Particular de San Isidro de El General.

Mons. Juan Miguel, sepa que esperamos su presencia, su aporte y su servicio al interno de nuestra Conferencia Episcopal, en el espíritu fraterno y colegial con el que le acogemos.

Como lo señala el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1560: “Cada obispo tiene, como vicario de Cristo, el oficio pastoral de la Iglesia particular que le ha sido confiada, pero al mismo tiempo tiene colegialmente con todos sus hermanos en el episcopado la solicitud de todas las Iglesias”. Monseñor Juan Miguel, en ese espíritu queremos que pueda caminar con nosotros en la Conferencia Episcopal para el bien de la Iglesia costarricense.

Queremos manifestarle que cuente con cada uno de nosotros, con nuestra ayuda, colaboración y cercanía, no solamente para el inicio de su ministerio episcopal, sino también para el desarrollo del mismo, pues fraternalmente, en comunión, colegialidad y sinodalidad es como debemos caminar y servir al Señor en la Iglesia.

Que Jesús, el Buen Pastor, la Santísima Virgen María y San Isidro Labrador acompañen en cada momento y acontecimiento el desarrollo de este ministerio episcopal que hoy inicia con mucha esperanza y confianza en Dios. Sabemos que usted quiere hacerlo como reza su lema episcopal, para amar y servir a esta Iglesia Particular y a la Iglesia costarricense, en general. El Señor le bendiga, abundantes felicitaciones y ¡ad multos annos!

Quiero aprovechar este momento para agradecer sinceramente a Mons. Gabriel Enrique Montero Umaña, por estos casi ocho años de servicio episcopal en San Isidro General, y también por su presencia y pertenencia a la Conferencia Episcopal de Costa Rica. Gracias por sus aportes, colaboración, entrega y enseñanzas. Cuente igualmente con todos nosotros, y sabemos que también seguiremos contando con su cercanía pastoral, siempre al servicio de la Iglesia. Paz y bien, Fray.

Muchas gracias.