junio 10, 2024 in Evangelios

Evangelio del 11 de junio del 2024

Memoria de san Bernabé, Apóstiol

Lectionary: 580/360

Primera lectura

Hch 11, 21-26; 13, 1-3

En aquellos días, fueron muchos los que se convirtieron y abrazaron la fe. Cuando llegaron estas noticias a la comunidad cristiana de Jerusalén, Bernabé fue enviado a Antioquía. Llegó Bernabé, y viendo la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho; y como era hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe, exhortó a todos a que, firmes en su propósito, permanecieran fieles al Señor. Así se ganó para el Señor una gran muchedumbre.

Entonces Bernabé partió hacia Tarso, en busca de Saulo; y cuando lo encontró, lo llevó consigo a Antioquía. Ambos vivieron durante todo un año en esa comunidad y enseñaron a mucha gente. Allí, en Antioquía, fue donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de “cristianos”.

Había en la comunidad cristiana de Antioquía algunos profetas y maestros, como Bernabé, Simón (apodado el “Negro”), Lucio el de Cirene, Manahén (que se crió junto con el tetrarca Herodes) y Saulo. Un día estaban ellos ayunando y dando culto al Señor, y el Espíritu Santo les dijo: “Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión que les tengo destinada”. Todos volvieron a ayunar y a orar; después les impusieron las manos y los despidieron.

Salmo Responsorial

Salmo 97, 1. 2ab. 3cd-4. 5-6

R. (2b) El Señor ha revelado a las naciones su justicia.
Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas.
Su diestra y su santo brazo
le han dado la victoria. R.
R. El Señor ha revelado a las naciones su justicia.
El Señor ha dado a conocer su victoria,
y ha revelado a las naciones su justicia.
Una vez más ha demostrado Dios
su amor y su lealtad hacia Israel. R.
R. El Señor ha revelado a las naciones su justicia.
La tierra entera ha contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Que todos los pueblos y naciones
aclamen con júbilo al Señor. R.
R. El Señor ha revelado a las naciones su justicia.
Cantemos al Señor al son del arpa,
suenen los instrumentos.
Aclamemos al son de los clarines
al Señor, nuestro Rey. R.
R. El Señor ha revelado a las naciones su justicia.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 16

R. Aleluya, aleluya.
Que brille la luz de ustedes ante los hombres, dice el Señor,
para que viendo las buenas obras que ustedes hacen,
den gloria a su Padre, que está en los cielos.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 5, 13-16

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.

Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa.

Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”.

Reflexión

En el evangelio de Mateo 5, 13-16 cuando Jesús nos dice que somos la sal de la tierra, está usando una metáfora  poderosa. La sal, en los tiempos de Jesús, era algo esencial. No solo daba sabor a los alimentos, sino que también era un conservante vital en un mundo sin refrigeración. Jesús nos está diciendo que, como sus seguidores, tenemos la responsabilidad de dar sabor al mundo, de preservarlo y evitar que se corrompa.

Pensando en nuestra vida diaria. En nuestro trabajo, en nuestro hogar y en nuestra comunidad, ¿cómo podemos ser esa sal que trae un cambio positivo? Tal vez es con pequeñas acciones de bondad, honestidad y amor. Incluso una palabra amable o un acto de generosidad puede tener un gran impacto.

Luego, Jesús habla de ser la  luz del mundo. La luz es algo que no puede ocultarse. Una ciudad en lo alto de una colina, iluminada, se ve desde lejos. Jesús nos está llamando a brillar con nuestras buenas obras, no para recibir elogios, sino para que otros vean esas obras y glorifiquen a Dios.

San Bernabé, cuyo día celebramos hoy, es un gran ejemplo de esto. Era conocido por su generosidad y por su disposición a ayudar a los demás. Cuando la comunidad cristiana en Jerusalén necesitaba ayuda, Bernabé vendió un campo que poseía y trajo el dinero a los apóstoles para que lo distribuyeran a quienes lo necesitaban. Su vida fue una luz brillante que inspiró a muchos. 

Entonces, en nuestro día a día, podemos tomar el ejemplo de Bernabé y buscar maneras de ser luz para quienes nos rodean,nuestra familia, nuestros vecinos, nuestros compañeros de estudio o trabajo, esto puede significar apoyar a alguien en un momento difícil, ofrecer nuestro tiempo y recursos a una causa justa, o simplemente vivir de manera que refleje el amor y la gracia de Dios.

Recordemos que, ser sal y luz no significa hacer grandes gestos heroicos todos los días. A veces, son las pequeñas acciones diarias las que tienen el mayor impacto. ¿Cómo podemos ser sal y luz en nuestra  vida esta semana?




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