mayo 6, 2024 in Evangelios

Evangelio del 7 de mayo del 2024

Martes de la VI semana de Pascua

Lectionary: 292

Primera lectura

Hch 16, 22-34

En aquellos días, la gente de la ciudad de Filipos se alborotó contra Pablo y Silas, y los magistrados ordenaron que los desnudaran y los azotaran. Después de azotarlos mucho, los metieron en la cárcel y le ordenaron al carcelero que los vigilara bien. Siguiendo esta orden, él los metió en el calabozo de más adentro y les aseguró los pies en el cepo.

A eso de la medianoche, Pablo y Silas estaban en oración, cantando himnos al Señor, y los otros presos los escuchaban. De pronto sobrevino un temblor tan violento, que se sacudieron los cimientos de la cárcel, las puertas se abrieron de golpe y a todos se les soltaron las cadenas.

El carcelero se despertó, y al ver las puertas de la cárcel abiertas de par en par, pensó que los presos se habían fugado y sacó su espada para matarse. Pero entonces Pablo le gritó: “No te hagas ningún daño; aquí estamos todos”. El carcelero pidió una lámpara, se precipitó hacia dentro, y temblando, se arrojó a los pies de Pablo y Silas. Después los sacó de allí y les preguntó: “¿Qué debo hacer para salvarme?” Ellos le contestaron: “Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y tu familia”. Y les explicaron la palabra del Señor a él y a todos los de su casa.

El carcelero se los llevó aparte, y en aquella misma hora de la noche les lavó las heridas y enseguida se bautizó él con todos los suyos. Después los invitó a su casa, les preparó la mesa y celebraron una fiesta familiar por haber creído en Dios.

Salmo Responsorial

Salmo 137, 1-2a. 2bc-3. 7c-8

R. (7c) Señor, tu amor perdura eternamente. Aleluya.
De todo corazón te damos gracias,
Señor, porque escuchaste nuestros ruegos.
Te cantaremos delante de tus ángeles
te adoraremos en tu templo.
R. Señor, tu amor perdura eternamente. Aleluya.
Señor, te damos gracias
por tu lealtad y tu amor:
siempre que te invocamos nos oíste
y nos llenaste de valor.
R. Señor, tu amor perdura eternamente. Aleluya.
Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo,
y así concluirás en nosotros tu obra.
Señor, tu amor perdura eternamente;
obra tuya soy, no me abandones.
R. Señor, tu amor perdura eternamente. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Jn 16, 7. 13
R. Aleluya, aleluya.
Yo les enviaré el Espíritu de la verdad,
y él los irá guiando hasta la verdad plena, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio

Jn 16, 5-11

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Me voy ya al que me envió y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿A dónde vas?’ Es que su corazón se ha llenado de tristeza porque les he dicho estas cosas. Sin embargo, es cierto lo que les digo: les conviene que me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; en cambio, si me voy, yo se lo enviaré.

Y cuando él venga, establecerá la culpabilidad del mundo en materia de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque ellos no han creído en mí; de justicia, porque me voy al Padre y ya no me verán ustedes; de juicio, porque el príncipe de este mundo ya está condenado”.

 

Reflexión

En este pasaje crucial del Evangelio según San Juan, capítulo 16, versículos del 5 al 11, Jesús expone el papel fundamental del Espíritu Santo, que se manifestará tras su partida. Esta conversación ocurre en el contexto de la última cena, un momento de íntima comunión y profundas enseñanzas. Aquí, Jesús no solo prepara a sus discípulos para su inminente muerte, sino que también les introduce a la dinámica del nuevo tiempo que comenzará con la venida del Espíritu Santo. Esta transición marca el inicio de una nueva forma de presencia divina que será más íntima y poderosa, operando desde dentro de los creyentes.

En el Evangelio de Juan, Jesús habla sobre una tarea especial del Espíritu Santo: ayudar a las personas a reconocer cuando están haciendo algo mal, es decir, pecando. Esto no significa que el Espíritu Santo quiera que las personas pequen, sino todo lo contrario. Su papel es como el de un amigo que, de forma educada, nos señala cuando estamos equivocados para ayudarnos a mejorar.

Jesús explica que su partida es necesaria para que el Espíritu Santo venga a ellos. Este Consolador no llegará solo para ofrecer consuelo, sino también para empoderar a los discípulos y continuar la obra divina en la tierra. En este contexto, Jesús describe tres funciones específicas del Espíritu Santo: convencer al mundo de pecado, justicia y juicio.

Si alguien no se da cuenta de que algo que hace está mal porque siempre lo ha visto como normal, el Espíritu Santo ayuda a esa persona a ver que ese comportamiento no está bien, mostrándole cómo puede cambiar para ser mejor. Esto es importante porque muchas veces las personas no reconocen sus errores hasta que alguien se los muestra.

Así, cuando Jesús dice que el Espíritu Santo convencerá al mundo de pecado, se refiere a que el Espíritu ayudará a las personas a entender sus errores, especialmente el error de no creer en Jesús. Es como encender una luz en una habitación oscura, de repente podemos ver todo lo que antes no veíamos. Esto ayuda a las personas a acercarse más a Dios, pidiendo perdón y buscando vivir de una manera que agrade a Dios.




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