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mayo 7, 2024 in Evangelios

Evangelio del 8 de mayo del 2024

Miércoles de la VI semana de Pascua

Lectionary: 293

Primera lectura

Hch 17, 15-16. 22–18, 1
En aquellos días, los cristianos que ayudaron a Pablo a escapar de Berea, lo llevaron hasta la ciudad de Atenas. Pablo los envió de regreso con la orden de que Silas y Timoteo fueran a reunirse con él cuanto antes.

Un día, mientras los esperaba en Atenas, Pablo sentía que la indignación se apoderaba de él, al contemplar la ciudad llena de ídolos. Entonces se presentó en el Areópago y dijo:

“Atenienses: Por lo que veo, ustedes son en extremo religiosos. Al recorrer la ciudad y contemplar sus monumentos, encontré un altar con esta inscripción: ‘Al Dios desconocido’. Pues bien, yo vengo a anunciarles a ese Dios que ustedes veneran sin conocerlo.

El Dios que hizo el mundo y todo cuanto hay en él, siendo el Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por hombres, ni es servido por mano de hombres, como si necesitara de algo o de alguien; porque él es quien da a todos la vida, el aliento y cuanto tienen.

De un solo hombre sacó todo el género humano para que habitara toda la tierra, determinó las épocas de su historia y estableció los límites de sus territorios. Dios quería que lo buscaran a él y que lo encontraran, aunque fuera a tientas, pues en realidad no está lejos de nosotros, ya que en él vivimos, nos movemos y somos. Como lo ha dicho alguno de los poetas de ustedes: ‘Somos de su mismo linaje’.

Por lo tanto, si somos linaje de Dios, no debemos pensar que Dios es como una imagen de oro, plata o mármol, labrada artísticamente por los hombres según su imaginación. Dios no tomó en cuenta la ignorancia de la gente en tiempos pasados, pues ahora quiere que todos los hombres se conviertan, porque tiene determinado un día en el cual ha de juzgar al universo con justicia, por medio de un hombre designado por él, y ha dado a todos la prueba de esto, resucitándolo de entre los muertos”.

Al oír hablar de la resurrección de los muertos, algunos se burlaron y otros dijeron: “De esto te oiremos hablar en otra ocasión”. Entonces Pablo se retiró. Sin embargo, algunos se adhirieron a él y creyeron. Entre ellos se contaban Dionisio, el areopagita; una mujer, que se llamaba Dámaris, y algunos más. Después de esto, Pablo salió de Atenas y se fue a Corinto.

Salmo Responsorial

Salmo 148, 1-2. 11-12ab. 12c-14a. 14bcd

R. La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.
Alaben al Señor en las alturas,
Alábenlo en el cielo;
que alaben al Señor todos sus ángeles,
celestiales ejércitos.
R. La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.
Reyes y pueblos todos de la tierra,
gobernantes y jueces de este mundo;
hombres, mujeres, jóvenes y ancianos,
alaben al Señor y denle culto.
R. La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.
El nombre del Señor alaben todos,
pues su nombre es excelso,
su gloria sobrepasa cielo y tierra
y ha hecho fuerte a su pueblo.
R. La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.
Que alaben al Señor todos sus fieles,
los hijos de Israel,
el pueblo que ha gozado siempre
de familiaridad con él.
R. La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 14, 16
R. Aleluya, aleluya.
Yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador,
Que se quedará para siempre con ustedes, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio

Jn 16, 12-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.
Reflexión

En el Evangelio de Juan, específicamente en los versículos 12 al 15 del capítulo 16, encontramos a Jesús continuando su discurso de despedida, un momento de profunda comunicación con sus discípulos. Esta parte del discurso se enfoca en la promesa del Espíritu Santo y su papel en guiar a los discípulos hacia una comprensión más completa de la verdad.

Jesús comienza diciendo que tiene muchas cosas más que decirles, pero que en ese momento no están preparados para comprenderlas. Esta declaración resalta la paciencia y el entendimiento de Jesús sobre la condición humana y la limitación de sus seguidores. Él reconoce que el camino del conocimiento y la espiritualidad es progresivo, y que el crecimiento personal y espiritual no puede ser apresurado.

La promesa del “Espíritu de verdad” es central en este pasaje. Jesús asegura a sus discípulos que este Espíritu no hablará por iniciativa propia, sino que transmitirá lo que oye y les anunciará lo que está por venir. Esto sugiere que el Espíritu Santo actúa como un mediador entre Dios y los hombres, garantizando que el mensaje divino sea auténtico y no distorsionado por interpretaciones humanas. El Espíritu Santo tiene la función de guía, llevando a los discípulos a una verdad más profunda y completa, que no podían manejar antes.

Además, Jesús menciona que el Espíritu Santo glorificará a Jesús, porque tomará de lo que es de Jesús y se lo hará saber a ellos. Esto indica que toda la enseñanza del Espíritu estará en completa armonía con lo que Jesús ya ha enseñado. No se trata de una nueva doctrina, sino de una profundización y expansión de las enseñanzas de Jesús. Es un proceso de revelación continua que enriquece la comprensión de los seguidores sin contradecir los fundamentos ya establecidos.

El pasaje nos invita a reflexionar sobre la importancia de estar abiertos a la guía del Espíritu Santo en nuestras vidas. Muchas veces, al igual que los discípulos originales, podemos sentirnos abrumados o confundidos ante las complejidades de la fe y la moral. Sin embargo, el Espíritu de verdad prometido por Jesús está presente para ayudarnos a navegar por estas aguas, revelándonos gradualmente la profundidad de la verdad divina a medida que estamos listos para recibirla.

Así, los versículos de Juan  nos aseguran que no estamos solos en nuestro caminar espiritual. Tenemos un acompañante divino que no solo nos consuela y fortalece, sino que también nos ilumina y nos guía hacia una comprensión más completa y profunda de la vida y enseñanzas de Jesús. Esta promesa de dirección y revelación es una fuente de gran consuelo y motivación para profundizar constantemente en nuestra fe.




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