Evangelio del 25 de abril del 2024
Fiesta de San Marcos, evangelista
Lectionary: 555
Primera lectura
Queridos hermanos: Que en su trato mutuo la humildad esté siempre presente, pues Dios es enemigo de los soberbios, y en cambio, a los humildes les concede su gracia. Humíllense, pues, ante la mano poderosa de Dios, para que él los levante y encumbre en el momento oportuno. Dejen en sus manos todas sus preocupaciones, pues él cuida de ustedes.
Estén alerta y no se dejen sorprender, porque su enemigo, el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien devorar. Resístanle con la firmeza de la fe, sabiendo que sus hermanos, dispersos por el mundo, soportan los mismos sufrimientos que ustedes.
Dios, que es la fuente de todos los bienes, nos ha llamado a participar de su gloria eterna en unión con Cristo, y después de estos sufrimientos tan breves, los restaurará a ustedes, los afianzará, fortalecerá y hará inconmovibles. Suyos son la gloria y el poder para siempre. Amén.
Por medio de Silvano, a quien considero hermano digno de toda confianza, les he escrito esta breve carta para que sepan cuál es la verdadera gracia de Dios y animarlos a permanecer firmes en ella.
Los saluda la comunidad de Babilonia, a la que Dios ha elegido, lo mismo que a ustedes. También los saluda mi hijo Marcos. Salúdense los unos a los otros con el beso fraterno. Les deseo la paz a todos ustedes, los que son de Cristo.
Salmo Responsorial
R. (cf. 2a) Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor
y daré a conocer que su fidelidad es eterna,
pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para siempre
y mi lealtad, más firme que los cielos”. R.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
El cielo, Señor, proclama tus maravillas,
y tu lealtad, la asamblea de los santos.
¿Quién se compara a Dios sobre las nubes?
¿Quién es como el Señor entre los dioses? R.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Señor, feliz el pueblo que te alaba
y que a tu luz camina,
que en tu nombre se alegra a todas horas
y al que llena de orgullo tu justicia. R.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Nosotros predicamos a Cristo crucificado,
que es la fuerza y la sabiduría de Dios.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”.
El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.
Reflexión
El pasaje de Marcos 16, 15-20 nos sitúa frente al mandato supremo de Jesucristo a sus discípulos: proclamar la Buena Nueva a toda la creación. Este encargo no es simplemente una invitación a hablar, sino a vivir de manera coherente con el mensaje de salvación y esperanza que se transmite. Es un llamado a ser testigos auténticos del amor redentor de Dios, más allá de las fronteras geográficas y culturales.
En esta fiesta de San Marcos, recordamos a uno de los cuatro evangelistas que asumió este desafío con valentía y diligencia. Su obra no solo narra la vida y enseñanzas del Maestro, sino que también enfatiza la urgencia de la conversión y la fe, pilares esenciales para la comunidad cristiana primitiva y para nosotros hoy. El evangelista nos muestra que cada acto de fe, cada milagro, cada enseñanza de Jesús, está profundamente entrelazado con la misión de la Iglesia de seguir anunciando el Evangelio.
La ascensión del Señor, mencionada en estos versículos, no debe verse como una despedida, sino como la confirmación de su promesa y la efusión del Espíritu Santo sobre los creyentes, fortaleciéndolos para llevar a cabo la tarea evangelizadora. La presencia de signos y prodigios que acompañan a los que creen es testimonio del poder divino actuando a través de los fieles, validando su mensaje y su misión.
Hoy, al celebrar a San Marcos, somos invitados a reflexionar sobre nuestra propia respuesta al mandato misionero. No se trata solo de admirar la historia de los primeros evangelizadores, sino de asumir nuestra parte en esta cadena ininterrumpida de transmisión de la fe. Cada creyente está llamado a ser un eslabón activo, un portador de la verdad que libera y transforma corazones.
Por tanto, que la celebración de hoy reafirme nuestro compromiso de ser evangelizadores en el mundo moderno, llevando no solo palabras, sino también obras de misericordia y signos de paz a todos los rincones de la tierra, siguiendo el ejemplo de San Marcos y todos aquellos que han respondido con audacia al llamado de seguir a Cristo.
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