abril 8, 2024 in Evangelios

Evangelio del 9 de abril del 2024

Martes de la II semana de Pascua

Lectionary: 268

Primera lectura

Hch 4, 32-37
La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía.

Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

José, levita nacido en Chipre, a quien los apóstoles llamaban Bernabé (que significa hábil para exhortar), tenía un campo; lo vendió y puso el dinero a disposición de los apóstoles.

Salmo Responsorial

Salmo 92, 1ab. 1c-2. 5

R. (1a) El Señor es un rey magnifico. Aleluya.

Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes.
Estás revestido de poder y majestad.
Tú mantienes el orbe y no vacila.
Eres eterno, y para siempre está firme tu trono.

Muy dignas de confianza son tus leyes
y desde hoy y para siempre, Señor,
la santidad adorna tu templo.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Jn 3, 15
R. Aleluya, aleluya.
El Hijo del hombre debe ser levantado en la cruz,
para que los que creen en él tengan vida eterna.
R. Aleluya.

Evangelio

Jn 3, 7-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “No te extrañes de que te haya dicho: ‘Tienen que renacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu”. Nicodemo le preguntó entonces: “¿Cómo puede ser esto?”

Jesús le respondió: “Tú eres maestro de Israel, ¿y no sabes esto? Yo te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán si les hablo de las celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna”.

Reflexión

El pasaje del Evangelio de Juan 3:7-15 forma parte de una conversación profunda entre Jesús y Nicodemo, un fariseo y miembro del Sanedrín. Este diálogo destaca temas cruciales como el renacimiento espiritual, la fe y la salvación. Vamos a reflexionar sobre este pasaje, explorando su significado y las lecciones que podemos aprender de él.

Jesús comienza explicando a Nicodemo la necesidad de “nacer de nuevo” o “nacer del Espíritu” para entrar en el Reino de Dios. La analogía del viento ilustra cómo este renacimiento espiritual es a la vez misterioso e impredecible. No podemos controlar o prever el trabajo del Espíritu Santo en nosotros o en otros, pero podemos ver sus efectos en nuestras vidas. Esto nos enseña sobre la soberanía de Dios en la salvación y la transformación espiritual, destacando que no es algo que podamos lograr por nuestros propios esfuerzos o entendimiento.

La respuesta de Nicodemo revela su incredulidad y confusión, lo que lleva a Jesús a cuestionar cómo un “maestro de Israel” no comprende estas verdades espirituales básicas. Esto nos recuerda que el conocimiento religioso o teológico por sí solo no es suficiente para comprender el Reino de Dios; se requiere una transformación espiritual y una revelación divina. Jesús se establece como la autoridad suprema en hablar de asuntos celestiales, pues Él es el único que ha descendido del cielo. Esto marca la importancia de creer en el testimonio y la enseñanza de Jesús como la verdad definitiva.

Finalmente, Jesús hace referencia al episodio del Antiguo Testamento en el que Moisés levanta la serpiente en el desierto (Números 21:8-9) como un tipo de Su propia crucifixión. Al igual que los israelitas fueron sanados mirando a la serpiente de bronce, todos los que miren a Jesús en fe, reconociendo Su sacrificio en la cruz, recibirán la vida eterna. Este pasaje nos enseña sobre la universalidad de la oferta de salvación a través de la fe en Jesús. La salvación es un don gratuito de Dios, accesible a todos los que creen, no basado en méritos humanos, sino en la gracia divina.

Este diálogo entre Jesús y Nicodemo nos invita a examinar nuestra propia comprensión de la fe y la salvación. Nos desafía a considerar si hemos experimentado el renacimiento espiritual que Jesús describe, naciendo del agua y del Espíritu. Además, nos anima a confiar en Jesús no solo como maestro, sino como el Salvador crucificado que ofrece vida eterna a todos los que creen en Él. Este pasaje nos recuerda que la fe en Jesucristo es esencial para nuestra relación con Dios y nuestra esperanza de la vida eterna.




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