Lecturas del día 12 de noviembre de 2023
Primera lectura
con facilidad la contemplan quienes la aman
y ella se deja encontrar por quienes la buscan
y se anticipa a darse a conocer a los que la desean.El que madruga por ella no se fatigará,
porque la hallará sentada a su puerta.
Darle la primacía en los pensamientos
es prudencia consumada;
quien por ella se desvela
pronto se verá libre de preocupaciones.A los que son dignos de ella,
ella misma sale a buscarlos por los caminos;
se les aparece benévola
y colabora con ellos en todos sus proyectos.
Salmo Responsorial
R. (2b) Señor, mi alma tiene sed de ti.
Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco;
de ti sedienta está mi alma.
Señor, todo mi ser te añora
como el suelo reseco añora el agua.
R. Señor, mi alma tiene sed de ti.
Para admirar tu gloria y tu poder,
con este afán te busco en tu santuario.
Pues mejor es tu amor que la existencia;
siempre, Señor, te alabarán mis labios.
R. Señor, mi alma tiene sed de ti.
Podré así bendecirte mientras viva
y levantar en oración mis manos.
De lo mejor saciará mi alma;
te alabaré con jubilosos labios.
R. Señor, mi alma tiene sed de ti.
Segunda lectura
Hermanos: No queremos que ignoren lo que pasa con los difuntos, para que no vivan tristes, como los que no tienen esperanza. Pues, si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que, a los que murieron en Jesús, Dios los llevará con él.
Lo que les decimos, como palabra del Señor, es esto: que nosotros, los que quedemos vivos para cuando venga el Señor, no tendremos ninguna ventaja sobre los que ya murieron.
Cuando Dios mande que suenen las trompetas, se oirá la voz de un arcángel y el Señor mismo bajará del cielo. Entonces, los que murieron en Cristo resucitarán primero; después nosotros, los que quedemos vivos, seremos arrebatados, juntamente con ellos entre nubes, por el aire, para ir al encuentro del Señor, y así estaremos siempre con él.
Consuélense, pues, unos a otros con estas palabras.
O bien:
Aclamación antes del Evangelio
Estén preparados, porque no saben
a qué hora va a venir el Hijo del hombre.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.
Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.
Estén pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.
Reflexión
En el contexto del cristianismo primitivo, el Evangelio según Mateo desempeña un rol primordial al moldear la comprensión teológica y ética de la comunidad a la que se dirigía. El pasaje de Mateo 25, 1-13, conocido como la parábola de las diez vírgenes, no es una excepción y brinda una rica veta de significados tanto en el pasado como en el presente.
En la época en que Mateo redactó su Evangelio, la comunidad cristiana vivía con la expectativa inminente de la Parusía, el regreso de Cristo. Esta parábola se sumerge en la vida cotidiana de la sociedad judía del siglo I, utilizando la imagen de una boda, un evento comunitario familiar, para comunicar una verdad espiritual. Las bodas judías de aquella época incluían una procesión nupcial nocturna, donde las lámparas encendidas no solo tenían un propósito práctico sino también simbólico, representando la luz y la alegría que acompañan la unión matrimonial.
Las diez vírgenes representan a aquellos que esperan la segunda venida del Mesías. Las cinco prudentes, que llevan aceite de repuesto para sus lámparas, simbolizan a los fieles previsores y diligentes en su fe y obras, en contraste con las cinco insensatas, que no se preparan adecuadamente. Este relato destaca la importancia de la vigilancia y la preparación para el encuentro con Dios, un tema recurrente en la teología cristiana.
Esta vigilancia no es solo una espera pasiva; es una activa anticipación que requiere compromiso y responsabilidad. La comunidad mateana, por lo tanto, se ve enfrentada a retos que van más allá de la perseverancia en la fe. Se trata de vivir según los valores del reino de Dios aquí y ahora, sosteniendo una lámpara encendida a través de las buenas obras y un corazón dispuesto.
Al reflexionar sobre este pasaje, se invita a la meditación personal. Esta introspección no es un simple acto de autoindulgencia, sino una llamada a examinar la calidad y la intención de nuestras acciones cotidianas. ¿Estamos viviendo de una manera que refleje nuestra esperanza y fe en el regreso de Cristo?
La parábola sirve como un espejo que refleja nuestras propias tendencias a la complacencia. Se nos recuerda que la gracia divina no es una posesión garantizada; es un don que debe ser recibido con manos trabajadoras y un corazón vigilante. La disposición de las vírgenes prudentes es un modelo de la actitud espiritual esperada por el evangelista: una combinación de fe y obras que se alimentan mutuamente.
La parábola culmina con la llegada del novio y la drástica declaración: “En verdad les digo que no las conozco”. Esta frase resuena con un eco de urgencia, recordando que el tiempo para la preparación es finito y que la oportunidad para el reconocimiento por parte del novio puede perderse. Esta advertencia sirve para agitar la complacencia, incitando no al miedo, sino a una renovación constante del compromiso espiritual.
Así, el mensaje de Mateo para su comunidad y para los creyentes a través de las edades resuena con claridad: la vida cristiana es un camino de vigilia constante, donde cada día es una oportunidad para prepararse para el encuentro final con Dios. Vivimos en una sociedad llena de distracciones y demoras, este llamado a la vigilancia y la preparación adquiere una relevancia incesante, poniendo a prueba a los seguidores de Cristo a vivir de tal manera que, cuando el novio llegue, sean encontrados listos y sus lámparas ardiendo.
noviembre 13, 2023 at 9:09 am
Jaime Mc Pherson
Excelente reflexión