Evangelio del 7 de junio del 2024
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
Lectionary: 171
Primera lectura
y de Egipto llamé a mi hijo, dice el Señor.
Yo fui quien enseñó a andar a Efraín;
yo, quien lo llevaba en brazos;
pero no comprendieron que yo cuidaba de ellos.
Yo los atraía hacia mí con los lazos del cariño,
con las cadenas del amor.
Yo fui para ellos como un padre
que estrecha a su creatura
y se inclina hacia ella para darle de comer.
Mi corazón se conmueve dentro de mí
y se inflama toda mi compasión.
No cederé al ardor de mi cólera,
no volveré a destruir a Efraín,
pues yo soy Dios y no hombre,
santo en medio de ti
y no enemigo a la puerta”.
Salmo Responsorial
R. (3) El Señor es mi Dios y mi salvador.
El Señor es mi Dios y Salvador:
con él estoy segura y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza,
y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo
de la fuente de la salvación.
R. El Señor es mi Dios y mi salvador.
Den gracias al Señor,
invoquen su nombre,
cuentan a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime.
R. El Señor es mi Dios y mi salvador.
Alaben al Señor por sus proezas,
anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión:
porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes.
R. El Señor es mi Dios y mi salvador.
Segunda lectura
Él lo dispuso así, para que la multiforme sabiduría de Dios, sea dada a conocer ahora, por medio de la Iglesia, a los espíritus celestiales, según el designio eterno realizado en Cristo Jesús, nuestro Señor, por quien podemos acercarnos libre y confiadamente a Dios, por medio de la fe en Cristo.
Me arrodillo ante el Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, para que, conforme a los tesoros de su bondad, les conceda que su Espíritu los fortalezca interiormente y que Cristo habite por la fe en sus corazones. Así, arraigados y cimentados en el amor, podrán comprender con todo el pueblo de Dios, la anchura y la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo, y experimentar ese amor que sobrepasa todo conocimiento humano, para que así queden ustedes colmados con la plenitud misma de Dios.
Aclamación antes del Evangelio
Tomen mi yugo sobre ustedes, dice el Señor,
y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón.
R. Aleluya.
O bien:
Dios nos amó y nos envió a su Hijo,
como víctima de expiación por nuestros pecados.
R. Aleluya.
Evangelio
Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a él, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
En el evangelio de Juan 19, 31-37, nos encontramos en el momento de la crucifixión de Jesús. Tras su muerte, los soldados romanos no quiebran sus piernas, cumpliendo así la Escritura que dice: “No le quebrarán ningún hueso”. En cambio, uno de los soldados le atraviesa el costado con una lanza, y al instante brotó sangre y agua. Este acto no solo cumple las profecías del Antiguo Testamento, sino que también simboliza la entrega total de Jesús por la humanidad, mostrando su amor incondicional a través del Sagrado Corazón traspasado.
El Sagrado Corazón de Jesús es un llamado a la Transformación del Corazón. En la sociedad actual, vemos cómo los valores se desmoronan y la violencia y el egoísmo se han convertido en parte de nuestra rutina. El evangelio de hoy, que coincide con la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, nos invita a mirar profundamente en el corazón de Cristo para encontrar respuestas y orientación.
Vivimos en un mundo donde la paciencia, la comprensión y la tolerancia parecen haberse desvanecido. La violencia no solo física, sino también verbal y emocional, se ve como normal. En este contexto, el Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, simboliza el amor y la compasión infinitos, mostrándonos un camino radicalmente diferente al que observamos en nuestra sociedad. Jesús, incluso en su agonía, respondió con amor y perdón, enseñándonos que el verdadero poder reside en la misericordia y la compasión.
Los jóvenes, atrapados en la superficialidad y las drogas, buscan llenar vacíos con placeres momentáneos, confundiendo la libertad con el libertinaje. En este evangelio nos recuerda el sacrificio de Jesús, un sacrificio que no buscaba su propio beneficio sino la redención de todos. El Sagrado Corazón nos llama a buscar la verdadera libertad, la que se encuentra en una vida alineada con los valores del Reino de Dios: justicia, paz y amor.
En un mundo donde la búsqueda de Dios parece ser menospreciada, el Corazón de Jesús nos invita a una intimidad profunda con el Creador. Nos recuerda que una vida sin Dios es una vida sin dirección, sin un propósito verdadero. Jesús, en su acto supremo de amor, nos muestra que solo a través de Él podemos encontrar el camino, la verdad y la vida.
Nos hemos acostumbrado a convivir con el mal, aceptando comportamientos y actitudes que nos alejan de Dios. Este evangelio de hoy nos llama a despertar, a no conformarnos con una vida mediocre y a no aceptar el mal como norma. Debemos recordar que estamos llamados a ser luz en medio de la oscuridad, a transformar nuestro entorno con el amor que emana del Sagrado Corazón de Jesús.
En esta Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, y en la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes, junto con la Semana Nacional de la Educación Religiosa, se nos presenta una oportunidad única para renovar nuestro compromiso con Cristo. Es un llamado a transformar nuestros corazones y nuestras vidas, a ser verdaderos testigos de su amor en un mundo que tanto lo necesita. Dejemos que el amor del Sagrado Corazón de Jesús ilumine nuestros caminos y nos guíe hacia una vida de santidad y servicio.
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