mayo 12, 2024 in Evangelios

Evangelio del 13 de mayo del 2024

Lunes de la VII semana de Pascua

Lectionary: 297

Primera lectura

Hch 19, 1-8
En aquellos días, mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas de Galacia y Frigia y bajó a Éfeso. Encontró allí a unos discípulos y les preguntó: “¿Han recibido el Espíritu Santo, cuando abrazaron la fe?” Ellos respondieron: “Ni siquiera hemos oído decir que exista el Espíritu Santo”. Pablo replicó: “Entonces, ¿qué bautismo han recibido?” Ellos respondieron: “El bautismo de Juan”.

Pablo les dijo: “Juan bautizó con un bautismo de conversión, pero advirtiendo al pueblo que debían creer en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús”.

Al oír esto, los discípulos fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús, y cuando Pablo les impuso las manos, descendió el Espíritu Santo y comenzaron a hablar lenguas desconocidas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres.

Durante los tres meses siguientes, Pablo frecuentó la sinagoga y habló con toda libertad, disputando acerca del Reino de Dios y tratando de convencerlos.

Salmo Responsorial

Salmo 67, 2-3ab. 4-5acd. 6-7ab

R. (33a) Cantemos a Dios un canto de alabanza. Aleluya.
Cuando el Señor actúa
sus enemigos se dispersan
y huyen ante su faz los que lo odian;
cual se disipa el humo, se disipan;
como la cera se derrite al fuego,
así ante Dios perecen los malvados.
R. Cantemos a Dios un canto de alabanza. Aleluya.
Ante el Señor, su Dios,
gocen los justos y salten de alegría.
Entonen alabanzas a su nombre.
En honor del Señor toquen la cítara.
R. Cantemos a Dios un canto de alabanza. Aleluya.
Porque el Señor, desde su templo santo,
a huérfanos y viudas da su auxilio;
él fue quien dio a los desvalidos casa,
libertad y riqueza a los cautivos.
R. Cantemos a Dios un canto de alabanza. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio

Col 3, 1
R. Aleluya, aleluya.
Si han resucitado con Cristo, busquen las cosas del cielo,
donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.
R. Aleluya.

Evangelio

Jn 16, 29-33
En aquel tiempo, los discípulos le dijeron a Jesús: “Ahora sí nos estás hablando claro y no en parábolas. Ahora sí estamos convencidos de que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por eso creemos que has venido de Dios”.

Les contestó Jesús: “¿De veras creen? Pues miren que viene la hora, más aún, ya llegó, en que se van a dispersar cada uno por su lado y me dejarán solo. Sin embargo, no estaré solo, porque el Padre está conmigo. Les he dicho estas cosas, para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulaciones; pero tengan valor, porque yo he vencido al mundo”.

Reflexión

En el Evangelio de Juan 16, 29-33, encontramos un momento de revelación y reafirmación en el diálogo entre Jesús y sus discípulos. Los discípulos, finalmente, expresan su comprensión de la verdadera identidad de Jesús y su procedencia divina, diciendo: “Ahora sí que hablas claramente, y no usas ningún lenguaje figurado. Ahora entendemos que sabes todas las cosas y no necesitas que nadie te pregunte; por eso creemos que has venido de Dios.”

Este reconocimiento por parte de los discípulos marca un punto crucial en su relación con Jesús. Han pasado de la confusión y la duda a una fe más clara y firme. Sin embargo, Jesús, con su profundo conocimiento del corazón humano, les advierte que se acerca una hora de prueba, donde cada uno será dispersado y lo dejarán solo. Esta advertencia no es una condena, sino una preparación para los desafíos que están por venir. Jesús sabe que su camino hacia la cruz está cerca, y desea fortalecer a sus discípulos para lo que enfrentarán.

Jesús añade: “Yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo.” Esta afirmación subraya la unidad indisoluble entre Jesús y el Padre, una comunión que ni siquiera el abandono de los discípulos puede quebrar. Es un testimonio de la fidelidad y presencia constante de Dios, incluso en los momentos de mayor soledad y sufrimiento.

La conclusión de este pasaje es profundamente consoladora y fortalecedora: “En el mundo tendrán aflicción, pero tengan valor, yo he vencido al mundo.” Con estas palabras, Jesús ofrece una certeza que trasciende cualquier circunstancia adversa. Su victoria no es solo una promesa futura, sino una realidad presente que ofrece paz y fortaleza a todos los creyentes.

Esta reflexión nos invita a considerar nuestra propia fe y cómo respondemos a las pruebas y desafíos de la vida. Nos recuerda que, aunque podamos enfrentar momentos de dispersión o soledad, no estamos realmente solos. La presencia de Dios nos acompaña y sostiene en todo momento. Además, la victoria de Jesús sobre el mundo es un fundamento seguro sobre el cual podemos construir nuestra esperanza y confianza, sabiendo que, en medio de las tribulaciones, podemos encontrar paz en Él.

 

Este pasaje nos alienta a vivir con valentía y fe, recordando que, aunque enfrentemos dificultades, la victoria de Cristo es nuestra fortaleza. Nos invita a mantenernos firmes en nuestra confianza en Dios, sabiendo que Su amor y Su poder están con nosotros, guiándonos y sosteniéndonos en cada paso de nuestro camino.




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