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marzo 15, 2024 in Evangelios

Evangelio del 16 de marzo del 2024

Sábado de la IV semana de Cuaresma

Lectionary: 249

Primera lectura

Jer 11, 18-20

En aquel tiempo, dijo Jeremías: “El Señor me instruyó y yo comprendí; él me explicó lo que hacían. Yo era como un manso cordero que es llevado a degollar, y no sabía lo que tramaban contra mí, diciendo: ‘Talemos el árbol en su pleno vigor, arranquémoslo de la tierra de los vivos y que su nombre no se pronuncie más’.

Ahora tú, Señor de los ejércitos, justo juez,
que sondeas lo más íntimo del corazón,
haz que yo vea tu venganza contra ellos,
porque a ti he encomendado mi causa”.

Salmo Responsorial

Salmo 7, 2-3. 9bc-10. 11-12
R. (2a) En ti, Señor, me refugio.
En ti, Dios mío, me refugio:
de mis perseguidores, sálvame.
No permitas que algunos, como fieras,
me destrocen y nadie me rescate.
R. En ti, Señor, me refugio.
Tú que llegas, Señor, a lo más hondo
del corazón humano,
Tú júzgame, Señor, según mis méritos;
conforme a mi inocencia, da tu fallo.
Apoya al hombre recto,
Pon fin a la maldad de los malvados.
R. En ti, Señor, me refugio.
Tengo mi escudo en Dios,
que salva a los de recto corazón.
Alabaré al Señor por la justicia
y cantaré el nombre del Altísimo.
R. En ti, Señor, me refugio.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Lc 8, 15
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor
con un corazón bueno y sincero,
y perseveran hasta dar fruto.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Jn 7, 40-53

En aquel tiempo, algunos de los que habían escuchado a Jesús comenzaron a decir: “Éste es verdaderamente el profeta”. Otros afirmaban: “Éste es el Mesías”. Otros, en cambio, decían: “¿Acaso el Mesías va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá de la familia de David, y de Belén, el pueblo de David?” Así surgió entre la gente una división por causa de Jesús. Algunos querían apoderarse de él, pero nadie le puso la mano encima.

Los guardias del templo, que habían sido enviados para apresar a Jesús, volvieron a donde estaban los sumos sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: “¿Por qué no lo han traído?” Ellos respondieron: “Nadie ha hablado nunca como ese hombre”. Los fariseos les replicaron: “¿Acaso también ustedes se han dejado embaucar por él? ¿Acaso ha creído en él alguno de los jefes o de los fariseos? La chusma ésa, que no entiende la ley, está maldita”.

Nicodemo, aquel que había ido en otro tiempo a ver a Jesús, y que era fariseo, les dijo: “¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin oírlo primero y sin averiguar lo que ha hecho?” Ellos le replicaron: “¿También tú eres galileo? Estudia las Escrituras y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta”. Y después de esto, cada uno de ellos se fue a su propia casa.

Reflexión

En la conclusión del capítulo 7, 40-53 de Juan, nos encontramos en medio de un debate vibrante sobre la verdadera identidad de Jesús. La multitud se divide: algunos ven en Él al profeta anunciado, otros al Mesías esperado, mientras que hay quienes dudan, preguntándose cómo podría el Mesías venir de Galilea. Este intercambio refleja una profunda búsqueda humana por comprender lo divino, un espejo de nuestras propias luchas por reconocer y aceptar la presencia de Dios en nuestras vidas.

Este pasaje nos invita a considerar cómo nuestras propias preconcepciones, tradiciones y expectativas pueden nublar nuestra visión de lo sagrado. La gente de Jerusalén estaba confundida porque Jesús no encajaba en sus criterios establecidos para el Mesías. Hoy, nosotros también podemos encontrarnos preguntándonos cómo Dios se manifiesta en nuestras vidas, a menudo de maneras que no esperamos o que inicialmente no comprendemos.

La discusión entre los líderes judíos y Nicodemo añade otra capa de profundidad a esta narrativa. Nicodemo, quien había visitado a Jesús anteriormente por la noche, sugiere cautela y justicia, recordándoles que la ley requiere conocer a alguien antes de juzgarlo. Aquí se nos recuerda la importancia de la apertura y la disposición a escuchar y aprender, incluso cuando nuestras primeras impresiones nos inclinan a rechazar o desacreditar.

Este segmento del Evangelio nos desafía a mirar más allá de nuestras expectativas limitadas y a estar abiertos a la sorpresa de Dios. Nos llama a no juzgar precipitadamente, sino a acercarnos a los demás y a Dios mismo con corazones abiertos y dispuestos a ser transformados por la verdad que se nos revela.

En la misa, somos invitados a encontrarnos con el Cristo vivo, presente en la Palabra y en la Eucaristía. Juan nos anima a participar plenamente en este encuentro, dejando de lado nuestros prejuicios y abriéndonos a la gracia transformadora de Dios. Nos recuerda que, aunque podemos tener dudas y preguntas, la fe no se trata de tener todas las respuestas, sino de confiar en Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida.

Que este pasaje inspire a cada uno de nosotros a buscar a Jesús con un corazón sincero, listo para ser sorprendido y transformado por el amor y la sabiduría que Él ofrece. En nuestra jornada de fe, que aprendamos a acoger la presencia de Dios en todas sus formas inesperadas, llevando esa luz y ese amor a un mundo que tanto lo necesita.

 




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