febrero 2, 2024 in Evangelios

Lecturas del 3 de febrero del 2024

Sábado de la IV Semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 328

Primera lectura

1 Reyes 3, 4-13
En aquellos días, el rey Salomón fue al santuario de Gabaón a ofrecer sacrificios y ofreció mil holocaustos sobre el altar. Una noche, estando él dormido en aquel lugar, se le apareció el Señor y le dijo: “Salomón, pídeme lo que quieras y yo te lo daré”.

Salomón le respondió: “Señor, tú trataste con misericordia a tu siervo David, mi padre, porque se portó contigo con lealtad, con justicia y rectitud de corazón. Más aún, también ahora lo sigues tratando con misericordia, porque has hecho que un hijo suyo lo suceda en el trono. Sí, tú quisiste, Señor y Dios mío, que yo, tu siervo, sucediera en el trono a mi padre, David. Pero yo no soy más que un muchacho y no sé cómo actuar. Soy tu siervo y me encuentro perdido en medio de este pueblo tuyo, tan numeroso, que es imposible contarlo. Por eso te pido que me concedas sabiduría de corazón para que sepa gobernar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal. Pues sin ella, ¿quién será capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan grande?”

Al Señor le agradó que Salomón le hubiera pedido sabiduría y le dijo: “Por haberme pedido esto, y no una larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino sabiduría para gobernar, yo te concedo lo que me has pedido. Te doy un corazón sabio y prudente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti. Te voy a conceder, además, lo que no me has pedido: tanta gloria y riqueza, que no habrá rey que se pueda comparar contigo”.

Salmo Responsorial

Salmo 118
R. (12b) Enséñanos, Señor, a cumplir tus preceptos.
Sólo cumpliendo tus mandatos
puede un joven vivir honestamente.
Con todo el corazón te voy buscando,
no me dejes desviar de tus preceptos.
R. Enséñanos, Señor, a cumplir tus preceptos.
En mi pecho guardé tus mandamientos,
para nunca pecar en contra tuya.
Señor, bendito seas;
enséñame tus leyes.
R. Enséñanos, Señor, a cumplir tus preceptos.
Con mis labios he ido enumerando
todos los mandamientos de tu boca.
Más me gozo cumpliendo tus preceptos
que teniendo riquezas.
R. Enséñanos, Señor, a cumplir tus preceptos.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 27
R. Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor;
yo las conozco y ellas me siguen.
R. Aleluya.

Evangelio

Mc 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.

Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.

Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

Reflexión

En el pasaje del Evangelio según San Marcos, capítulo 6, versículos del 30 al 34, somos testigos de un momento íntimo y revelador en la vida de Jesús y sus discípulos. Tras retornar de su misión, los apóstoles se reúnen con el Maestro, compartiendo con Él todo lo que han hecho y enseñado. Jesús, observando su cansancio y la constante demanda de la multitud, les propone retirarse a un lugar apartado para descansar. Sin embargo, la muchedumbre, ansiosa y buscando guía, los sigue. Al desembarcar y ver a la gran cantidad de personas, Jesús siente una profunda compasión por ellas, pues estaban como ovejas sin pastor, y se pone a enseñarles con paciencia.

Este fragmento bíblico resalta la importancia de la compasión, el descanso y la enseñanza en la vida espiritual y ministerial. Jesús mismo muestra la necesidad de equilibrar el trabajo con momentos de retiro y reflexión, subrayando que incluso en medio de nuestras labores más fervientes, debemos hallar tiempo para el reposo y la renovación espiritual.

La compasión de Jesús hacia la multitud revela su profunda empatía por las necesidades humanas, tanto espirituales como físicas. Él reconoce su desorientación y hambre de guía, comparándolos con ovejas desamparadas. Esta imagen pastoral es potente, pues en aquel tiempo, como hoy, simboliza la búsqueda de dirección, sentido y protección que muchos experimentan en su travesía por la vida.

En el contexto contemporáneo, este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra propia necesidad de equilibrio entre la acción y la contemplación. Vivimos en una era caracterizada por la prisa, el activismo y la saturación de información, donde el cansancio y la dispersión a menudo nos alejan de nuestra búsqueda de sentido y propósito. La invitación de Jesús a sus discípulos de retirarse a un lugar solitario nos recuerda la importancia de buscar momentos de quietud y soledad, espacios donde podamos reconectar con nosotros mismos y con lo divino, recargando nuestro espíritu para poder servir mejor a los demás.

Asimismo, la actitud de Jesús ante la multitud nos desafía a mirar nuestro entorno con ojos de compasión, reconociendo que, en medio de nuestras sociedades frenéticas y a menudo indiferentes, hay muchas personas que se sienten perdidas, solas y necesitadas de orientación y esperanza. Nos llama a ser pastores en nuestro propio derecho, ofreciendo guía, apoyo y entendimiento a aquellos que lo necesitan, recordándonos que nuestra labor no solo es actuar, sino también enseñar y acompañar a los demás en su camino espiritual.

Este equilibrio entre el descanso y la acción, entre enseñar y aprender, entre cuidar de nosotros mismos y de los demás, es fundamental para nuestra salud espiritual y para vivir una vida plena y significativa. En la narrativa de Marcos, encontramos una guía atemporal para navegar las complejidades de nuestro mundo, recordándonos la importancia de la compasión, el descanso y la enseñanza en nuestro caminar diario.




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