Lecturas del 22 de diciembre del 2023
Viernes de la tercera semana de Adviento
Lectionary: 198
Primera lectura
En aquellos días, Ana llevó a Samuel, que todavía era muy pequeño, a la casa del Señor, en Siló, y llevó también un novillo de tres años, un costal de harina y un odre de vino.
Una vez sacrificado el novillo, Ana presentó el niño a Elí y le dijo: “Escúchame, señor: te juro por mi vida que yo soy aquella mujer que estuvo junto a ti, en este lugar, orando al Señor. Éste es el niño que yo le pedía al Señor y que él me ha concedido. Por eso, ahora yo se lo ofrezco al Señor, para que le quede consagrado de por vida”. Y adoraron al Señor.
Salmo Responsorial
Mi corazón se alegra en el Señor,
en Dios me siento yo fuerte y seguro.
Ya puedo responder a mis contrarios,
pues eres tú, Señor, el que me ayuda.
R. Mi corazón se alegra en Dios, mi salvador.
El arco de los fuertes se ha quebrado,
los débiles se ven de fuerzas llenos.
Se ponen a servir por un mendrugo
los antes satisfechos;
y sin tener que trabajar,
pueden saciar su hambre los hambrientos.
Siete veces da a luz la que era estéril
y la fecunda ya dejó de serlo.
R. Mi corazón se alegra en Dios, mi salvador.
Da el Señor muerte y vida,
deja morir y salva de la tumba;
él es quien empobrece y enriquece,
quien abate y encumbra.
R. Mi corazón se alegra en Dios, mi salvador.
El levantará del polvo al humillado,
al oprimido saca de su oprobio,
para hacerlo sentar entre los príncipes
en un trono glorioso.
R. Mi corazón se alegra en Dios, mi salvador.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Rey de las naciones y piedra angular de la Iglesia,
ven a salvar al hombre, que modelaste del barro.
R. Aleluya.
Evangelio
“Mi alma glorifica al Señor
y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador,
porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.
Santo es su nombre,
y su misericordia llega de generación en generación
a los que lo temen.
Ha hecho sentir el poder de su brazo:
dispersó a los de corazón altanero,
destronó a los potentados
y exaltó a los humildes.
A los hambrientos los colmó de bienes
y a los ricos los despidió sin nada.Acordándose de su misericordia,
vino en ayuda de Israel, su siervo,
como lo había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia,
para siempre”.María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Reflexión
El pasaje de Lucas 1, 46-56, conocido como el Magnificat, es una joya de la tradición cristiana, donde María expresa su gratitud y alabanza a Dios. Este cántico refleja no solo la devoción personal de María, sino también un mensaje profundo sobre la naturaleza de Dios y su relación con la humanidad.
En este contexto, el Magnificat puede verse como un reflejo de las actitudes y creencias de las primeras comunidades cristianas. La elección de María, una joven de humildes orígenes, como la madre de Jesús, marca una preferencia divina por los humildes y marginados. Este enfoque en los desfavorecidos estaba en marcado contraste con las estructuras de poder y privilegio de la época. El Magnificat, por lo tanto, no solo celebra la misericordia de Dios, sino que también cuestiona las normas sociales y religiosas establecidas.
El Magnificat es un poderoso testimonio de la acción salvífica de Dios en la historia. La alabanza de María a Dios por “haber mirado la humildad de su sierva” y por las grandes cosas hechas en ella, resalta una teología de la gracia y la elección divina. A través de María, Dios se revela como alguien que derriba a los poderosos de sus tronos y exalta a los humildes, un tema recurrente en la narrativa bíblica que resuena a través de las generaciones.
El Magnificat también nos invita a una reflexión interna, personal. La capacidad de María para reconocer y alabar las obras de Dios en su vida sirve como modelo para los creyentes en todas las épocas. Este cántico anima a los individuos a contemplar cómo Dios actúa en sus propias vidas, especialmente en momentos de adversidad. La fe de María y su disposición para aceptar el plan de Dios, a pesar de las incertidumbres y temores, es un llamado a confiar en la providencia divina incluso en circunstancias desafiantes.
Además, el Magnificat es un recordatorio de la fidelidad de Dios a sus promesas. María reconoce que las acciones de Dios en su vida son parte de un plan mayor de salvación que se remonta a Abraham y sus descendientes. Este reconocimiento de la continuidad de la acción de Dios a lo largo de la historia proporciona una base para la esperanza y la confianza en las promesas divinas.
Por lo tanto, el Magnificat es mucho más que un cántico de alabanza personal; es una declaración teológica y espiritual que resuena a través de los siglos. Invita a los creyentes a reconocer la grandeza de Dios en sus propias vidas y a responder con gratitud, fe y humildad. Al hacerlo, se une a la larga tradición de los que han encontrado en este cántico una fuente de inspiración y un modelo de entrega confiada a Dios.
Deja una respuesta