Lecturas del 20 de diciembre del 2023
Miércoles de la tercera semana de Adviento
Lectionary: 196
Primera lectura
En aquellos tiempos, el Señor le habló a Ajaz diciendo: “Pide al Señor, tu Dios, una señal de abajo, en lo profundo o de arriba, en lo alto”. Contestó Ajaz: “No la pediré. No tentaré al Señor”.
Entonces dijo Isaías: “Oye, pues, casa de David: ¿No satisfechos con cansar a los hombres, quieren cansar también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo les dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”.
Salmo Responsorial
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene,
el orbe todo y los que en él habitan,
pues él lo edificó sobre los mares,
él fue quien lo asentó sobre los ríos.
R. Ya llega el Señor, el rey de la gloria.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor?
¿Quién podrá entrar en su recinto santo?
El de corazón limpio y manos puras
y que no jura en falso.
R. Ya llega el Señor, el rey de la gloria.
Ese obtendrá la bendición de Dios.
y Dios, su salvador, le hará justicia.
Ésta es la clase de hombres que te buscan
y vienen ante ti, Dios de Jacob.
R. Ya llega el Señor, el rey de la gloria.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Llave de David, que abres las puertas del Reino eterno,
ven a librar a los que yacen oprimidos por las tinieblas del mal.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
Reflexión
En el pasaje de Lucas 1:26-38, encontramos la narración de la Anunciación, donde el ángel Gabriel visita a María para revelarle que concebirá a Jesús. Este episodio es fundamental en la narrativa cristiana y se inscribe en un contexto histórico y cultural específico, ofreciendo a su vez profundas implicaciones espirituales.
En aquel tiempo, la sociedad judía estaba profundamente arraigada en tradiciones y expectativas religiosas. La figura de María, una joven de Nazaret, representa una elección inesperada para un evento de tal magnitud. Su humildad y origen modesto contrastan con las normas sociales y religiosas que a menudo valoraban el linaje y la posición. La elección de una mujer joven y sencilla para ser la madre del Mesías resalta un tema recurrente en las escrituras: Dios eligiendo lo inesperado para revelar su gloria.
El anuncio del nacimiento de Jesús también se encuentra en el corazón de la teología cristiana. La concepción virginal de Jesús es un pilar de la doctrina de la encarnación, que sostiene que Jesús es verdaderamente Dios y verdaderamente humano. Este misterio encapsula la unión de lo divino y lo humano, un concepto central para la fe cristiana.
Desde un ángulo espiritual, la respuesta de María al anuncio es un ejemplo de fe y sumisión a la voluntad de Dios. A pesar de los posibles riesgos y complicaciones que tal anuncio podría traer a su vida, María responde con una aceptación incondicional, demostrando una profunda confianza en Dios. Su famoso “hágase en mí según tu palabra” se ha convertido en un modelo de entrega y fe para los creyentes.
Este pasaje también invita a una reflexión personal sobre nuestra propia respuesta a los llamados divinos. A menudo, Dios nos llama a tareas que parecen más allá de nuestras capacidades o entendimiento. La disposición de María a aceptar su papel, a pesar de las incertidumbres y preguntas, es un poderoso recordatorio de la importancia de la confianza y la obediencia en la vida espiritual.
La Anunciación, además, resalta la dignidad y el papel crucial de la mujer en el plan de salvación. María se convierte en la Theotokos que significa, la portadora de Dios, subrayando la capacidad de lo femenino de participar activamente en la obra redentora de Dios. Este reconocimiento de la importancia de la mujer en la historia de la salvación es significativo y revolucionario en su contexto cultural y religioso.
Así, el pasaje de la Anunciación en Lucas es rico en significados históricos, teológicos y espirituales. Ofrece una reflexión sobre la humildad, la fe y la obediencia, a la vez que desafía las normas culturales y sociales de la época. Nos enseña sobre la disposición a aceptar los planes de Dios, incluso cuando estos parecen desconcertantes o abrumadores, y nos anima a confiar profundamente en que, en medio de nuestras limitaciones humanas, Dios puede obrar maravillas.
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