Publicaciones Diarias

noviembre 29, 2023 in Evangelios

Lecturas del 8 de diciembre del 2023

Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María

Lectionary: 689

Primera lectura

Gn 3, 9-15. 20

Después de que el hombre y la mujer comieron del fruto del árbol prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le preguntó: “¿Dónde estás?” Éste le respondió: “Oí tus pasos en el jardín; tuve miedo, porque estoy desnudo, y me escondí”. Entonces le dijo Dios: “¿Y quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?” Respondió Adán: “La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto del árbol y comí”. El Señor Dios dijo a la mujer: “¿Por qué has hecho esto?” Repuso la mujer: “La serpiente me engañó y comí”.

Entonces dijo el Señor Dios a la serpiente:
“Porque has hecho esto,
serás maldita entre todos los animales
y entre todas las bestias salvajes.
Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo
todos los días de tu vida.
Pondré enemistad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y la suya;
y su descendencia te aplastará la cabeza,
mientras tú tratarás de morder su talón”.

El hombre le puso a su mujer el nombre de “Eva”, porque ella fue la madre de todos los vivientes.

Salmo Responsorial

Sal 97, 1. 2-3ab. 3bc-4
R. (1a) Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas.

Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas:
Su diestra y su santo brazo
le han dado la victoria.
R. Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas.

El Señor ha dado a conocer su victoria
y ha revelado a las naciones su justicia.
Una vez más ha demostrado Dios
su amor y su lealtad hacia Israel.
R. Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas.

La tierra entera ha contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Que todos los pueblos y naciones
aclamen con júbilo al Señor.
R. Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas.

Segunda Lectura

Ef 1, 3-6. 11-12
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en él
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo,
para que fuéramos santos
e irreprochables a sus ojos, por el amor,
y determinó, porque así lo quiso,
que, por medio de Jesucristo, fuéramos sus hijos,
para que alabemos y glorifiquemos la gracia
con que nos ha favorecido por medio de su Hijo amado.Con Cristo somos herederos también nosotros. Para esto estábamos destinados, por decisión del que lo hace todo según su voluntad: para que fuéramos una alabanza continua de su gloria, nosotros, los que ya antes esperábamos en Cristo.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Lc 1, 28
R. Aleluya, aleluya.
Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor está contigo,
bendita tú entre las mujeres.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.

María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.

Reflexión

El relato de hoy de la Anunciación en Lucas 1:26-38, que la liturgia proclama en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, nos hallamos ante profundidades del Misterio donde intuir verdades esenciales de nuestra fe.

Este texto es clave para comprender el dogma de la Inmaculada Concepción: María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original desde el primer instante de su concepción. Cuando el ángel la llama “llena de gracia” y la saluda como la bienaventurada entre todas las mujeres, está reconociendo en ella una santidad y pureza únicas otorgadas por Dios en vista de su maternidad divina.

Esa gracia redundante es confirmada por las palabras del ángel cuando le anuncia que concebirá virginalmente por obra del Espíritu Santo. María es así la Nueva Eva, la madre de todos los vivientes en Cristo, la mujer por excelencia en cuyo seno Dios asume la naturaleza humana para redimirla del pecado. Ella es arcilla purísima, capaz de albergar al Santo de los santos.

El texto refleja los matrimonios judíos de la época, con María ya unida legalmente a José aunque aún no vivían juntos. También describe las alteraciones emocionales de María cuando irrumpe lo divino en su vida y la eleva a una dignidad inaudita como Madre del Mesías, Hijo del Altísimo. Pese a sus dudas iniciales, su fe y disponibilidad total permiten la encarnación redentora.

Hoy María sigue desafiando nuestra altivez y autosuficiencia, nuestros esquemas racionalistas, para recordarnos la primacía absoluta de la gracia. Todo es don en el plan salvífico de Dios y sin humilde apertura por nuestra parte los prodigios de la gracia no pueden germinar. Como María, estamos llamados a un abandono confiado, un “hágase” que posibilite a Dios obrar maravillas.

La Inmaculada sigue también señalándonos el camino de la santidad, de una existencia enteramente referida a Dios y dócil a la acción de su Espíritu. Una vida que, lejos de encerrarnos en nosotros mismos, nos abre para acoger y engendrar vida nueva para el mundo. Al mirarla a ella, memoria permanente del triunfo de la gracia, podemos renovar nuestra esperanza de ser transformados también nosotros por obra del Amor que todo lo puede.




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