octubre 4, 2023 in Evangelios

Lecturas del día 5 de Octubre de 2023

Primera lectura

Neh 8, 1-4. 5-6. 8-12
En aquellos días, todo el pueblo, como si fuera un solo hombre, se reunió en la plaza que está ante la puerta del Agua y pidió a Esdras, el sacerdote y escriba, que trajera el libro de la ley de Moisés, que el Señor había prescrito a Israel. Esdras, el sacerdote, trajo el libro de la ley ante la asamblea, formada por los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón.

Era el día primero del mes séptimo y Esdras leyó desde el amanecer hasta el mediodía en la plaza que está frente a la puerta del Agua, en presencia de los hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Todo el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la ley.

Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera, levantado para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista del pueblo, pues estaba en un sitio más alto que todos, y cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo entonces al Señor, el gran Dios, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: “¡Amén!”, e inclinándose, se postraron rostro en tierra. Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicaban el sentido, de suerte que el pueblo comprendía la lectura.

Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que instruían a la gente, dijeron a todo el pueblo: “Este es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén ustedes tristes ni lloren (porque todos lloraban al escuchar las palabras de la ley). Vayan a comer espléndidamente, tomen bebidas dulces y manden algo a los que nada tienen, pues hoy es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén tristes, porque celebrar al Señor es nuestra fuerza”.

Y los levitas consolaban al pueblo, diciéndole: “No lloren, porque este día es santo. No estén tristes”. Y el pueblo entero se fue a comer y a beber, mandó comida a los que no tenían nada e hizo grandes festejos, porque habían comprendido las cosas que les habían enseñado.

Salmo Responsorial

Salmo 18, 8. 9. 10. 11
R. (9a) Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta del todo
y reconforta el alma;
inmutables son las palabras del Señor
y hacen sabio al sencillo.
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
En los mandamientos del Señor hay rectitud
y alegría para el corazón;
son luz los preceptos del Señor
para alumbrar el camino.
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La voluntad de Dios es santa
y para siempre estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
Más deseables que el oro y las piedras preciosas
las normas del Señor,
y más dulces que la miel
de un panal que gotea.
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 1, 15
R. Aleluya, aleluya.
El Reino de Dios está cerca, dice el Señor;
arrepiéntanse y crean en el Evangelio.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 10, 1-12
En aquel tiempo, designó el Señor a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’.

Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’. Yo les digo que, en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”.

Palabra de Dios, te alabamos Señor.

Reflexión

El señor te dio la fuerza

Acuérdate del Señor, es quien te dio las fuerzas para llegar a tus riquezas. Así habla Moisés al pueblo de Israel, para que no olvide las acciones que el Señor hizo para su liberación y caminar por el desierto. Lo hace para que su corazón no caiga en el engreimiento, y piense que fueron sus solas fuerzas las que consiguió una tierra donde mana leche y miel.

El día de hoy nos recuerda al tiempo de las cosechas. Tener una cosecha abundante o escasa, siempre es motivo para agradecer al Señor. Quien es agradecido en lo poco recibido, también lo será en la abundancia recibida.

Por eso, la liturgia de hoy, nos sitúa en la gratitud, tan necesaria en una sociedad individualista y utilitarista. El corazón se queda encogido por cuanto sacrificio ha supuesto la convivencia con los otros, el llegar a las metas, el tener salud, el mantener en pie los ánimos y las fuerzas… Gratitud es la palabra: no sólo es amable, sino que nos sitúa en la profundidad y el sentido de la vida, y el sentido de la fe. Dar gracias a Dios, es reconocer su aliento de vida, su Espíritu sanador, su fuerza creadora. Cada día el Señor, no sólo nos cuida, sino que nos recrea con la fuerza de su Espíritu. Por eso, es hora de bendecir a Dios, con cánticos y salmos de alabanza.

Todo procede de Dios, que en Cristo nos ha reconciliado con Dios, y nos ha encargado el misterio de la reconciliación. Por eso, ya no cuentan los pecados, sino la era de la reconciliación. Lo viejo ha pasado, y lo nuevo ha comenzado, nos dice la segunda carta a los Corintios del apóstol San Pablo.

Nos cuesta una eternidad reconocer a Dios en nuestra vida. Sin embargo, hay que caer en la cuenta de que Dios habita en nosotros siempre. Permanece siempre. Esa es su promesa y su fidelidad.

Es curioso, cómo en la época de la transparencia se oculta a Dios lejos de nuestra vida, nuestra existencia, nuestro sentir. Pero no podemos ir muy lejos, ni seremos tan transparentes, si ocultamos la gratitud que le debemos a Dios por nuestras fuerzas y riquezas, por lo conseguido. La transparencia sin Dios será sólo un escaparate que ha perdido su intimidad, sometiéndolo todo al escándalo. El filósofo surcoreano Byung-Chul Han habla de la transparencia considerándola como una especie de dictadura que nos vuelve intolerantes. Es para meditarlo cuando tenemos una sociedad que habla de tolerancia y libertad de manera omnipresente.

El Evangelio, nos sitúa en la bondad de la vida. Insiste en que pidamos, busquemos, y llamemos a Dios. Dios es la misma Bondad. La bondad que nosotros tenemos y ofrecemos a nuestros prójimos de manera fraternal, sólo es una insignificante manera de expresar la bondad de Dios. Dios es la eterna Bondad, en él sólo encontraremos esa inmensa expresión de amor. Cuando somos capaces de mostrar bondad al prójimo, ya estamos reconociendo en nuestra vida la presencia de Dios que habita en nuestro corazón. Y somos capaces de mostrar bondad, a pesar de la maldad que vive en el hombre. Es un gran misterio en la vida del hombre. Dios siempre se abre camino en la humanidad para que su bondad sea reconocida.

Por eso, nos dice el Evangelio de Mateo, Pide y se te dará, busca y encontrarás, llama y se te abrirá. Tres verbos que necesitan de la voluntad y el coraje personal.




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