Publicaciones Diarias

septiembre 26, 2023 in Evangelios

Lecturas del día 27 de setiembre de 2023

Primera lectura

Esd 9, 5-9
Yo, Esdras, al llegar la hora de la ofrenda de la tarde, salí de mi abatimiento y con la túnica y el manto rasgados, me postré de rodillas, levanté las manos al Señor, mi Dios, y le dije:

“Dios mío, de pura vergüenza no me atrevo a levantar el rostro hacia ti, porque nuestros pecados se han multiplicado hasta cubrirnos por completo y nuestros delitos son tan grandes, que llegan hasta el cielo. Desde el tiempo de nuestros padres hasta el día de hoy, hemos pecado gravemente y por nuestros pecados nos has entregado a nosotros, a nuestros reyes y a nuestros sacerdotes en manos de reyes extranjeros, para que nos maten, nos destierren, nos saqueen y nos insulten, como sucede al presente.

Pero ahora, Señor, Dios nuestro, te has compadecido de nosotros un momento y nos has dejado algunos sobrevivientes, que se han refugiado en tu lugar santo; tú, Dios nuestro, has iluminado nuestros ojos y nos has reanimado un poco en medio de nuestra esclavitud. Porque éramos esclavos, pero tú no nos abandonaste en nuestra esclavitud, sino que nos granjeaste el favor de los reyes de Persia, para que nos perdonaran la vida y pudiéramos levantar tu templo y restaurar sus ruinas y tuviéramos, así, un refugio en Judá y en Jerusalén”.

Salmo Responsorial

Tobías 13, 2. 3-4a. 4bcd. 5. 8
R. (2a) Bendito sea el Señor para siempre.
El castiga y tiene compasión,
hunde hasta el abismo y saca de él
y no hay quien escape de su mano.
R. Bendito sea el Señor para siempre.
El los dispersó a ustedes entre los paganos,
que no lo conocen,
para que les dieran a conocer sus maravillas
y para que los hicieran comprender
que él es el único Dios todopoderoso.
R. Bendito sea el Señor para siempre.
Miren lo que ha hecho por nosotros,
denle gracias de todo corazón
y con sus obras bendigan el rey eterno.
R. Bendito sea el Señor para siempre.
Yo le doy gracias en el país de mi destierro,
pues anunció su grandeza a un pueblo pecador.
Conviértanse, pecadores,
obren rectamente en su presencia
y esperen que tenga compasión de ustedes.
R. Bendito sea el Señor para siempre.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 1, 15
R. Aleluya, aleluya.
El Reino de Dios está cerca, dice el Señor;
arrepiéntanse y crean en el Evangelio.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 9, 1-6
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos.

Y les dijo: “No lleven nada para el camino: ni bastón, ni morral, ni comida, ni dinero, ni dos túnicas. Quédense en la casa donde se alojen, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si en algún pueblo no los reciben, salgan de ahí y sacúdanse el polvo de los pies en señal de acusación”.

Ellos se pusieron en camino y fueron de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio y curando en todas partes.

Palabra de Dios, te alabamos Señor.

Reflexión

Jesús les dio poder y autoridad…, y los envió…

Hoy hacemos memoria de S. Vicente de Paúl. Santo muy querido y reconocido en la iglesia y en la sociedad. Nació en 1581 en Francia. Fue ordenado sacerdote con solo 19 años. Ya en los primeros años de su vida sacerdotal desarrolló una gran sensibilidad y creatividad en su misión. Siendo tutor de los hijos de los marqueses de Gondi, fue aquí donde Vicente se dio cuenta por primera vez de la enorme brecha entre ricos y pobres, no sólo desde el punto de vista material y social, sino también desde el cultural y moral.

En el transcurso de su vida apostólica irá descubriendo “que es la Caridad la que mueve el mundo”, esto le lleva a desarrollar varias asociaciones que dan pie a las congregaciones de las Hijas de la Caridad y la Congregación de la Misión o Lazaristas. Murió en París el 27 de septiembre de 1660. No dejó nada escrito, su obra maestra era la Caridad. La espiritualidad vicentina tiene su base en el doble descubrimiento de Cristo y de los pobres: oración y acción: un compromiso que está en el mundo y para el mundo, y se concreta tanto en la evangelización como en la promoción humana.

De rodillas alcé mis manos al Señor mi Dios

Hemos escuchado y conocido el contenido de la oración de Esdras a Yahvé su Dios. Para poder entender todo lo que conlleva y el porqué de la situación que describen sus palabras, los invito a leer el contexto en el libro de Esdras, dónde se describe la vida, el desarrollo, y el deterioro moral y espiritual de un gran número de los que habían sido deportados a Babilonia, que había con-vivido y actuado como los pueblos paganos e idólatras y que, a pesar de volver con Esdras a Jerusalén para restaurar el templo de Dios, no habían modificado su forma de vivir y actuar.

Esdras, ya en Jerusalén, conoce esta situación que le causa tanta congoja y desolación llevándole a esa situación que él mismo describe en su oración como un momento de luto y penitencia., de desgarro. Clama personalmente a su Dios exponiéndole la situación de su pueblo y que él hace suya: “estamos hundidos en nuestros pecados y nuestro delito es tan grande que llega al cielo” (v.6). No se queda ahí, sino que se remonta a las generaciones de sus padres para seguir expresando a Dios sus pecados y como Tú, ¡oh Dios!, les has castigado llevando los al exilio y al ser casi exterminados como pueblo.

Todo esto que podría hundir personalmente a Esdras, le da aliento hasta reconocer la grandeza de Dios y la compasión que en este momento practica con ellos. La experiencia de fe de este hombre creyente es tan grande y esperanzadora que le lleva a reconocer y confiar “en ese resto “(So 3,13) Dios, “nos ha concedido la gracia de dejarnos algunos un Resto y de darnos una liberación en su lugar santo” (v8) Así de grande siente Esdras la misericordia y protección de Yahvé. Esto le sostendrá para guiar en Jerusalén al pueblo de Israel.

Jesús les dio poder y autoridad…, y los envió…

El evangelio que hemos escuchado nos trae la descripción de la misión que los Doce recibieron de Jesús.  Lucas nos dice: “convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para sanar las enfermedades” (v 1), es decir que antes de ser enviados a la misión, les reviste y traspasa algo de lo que Él posee. Jesús da, antes de mandar, y no envía a nadie a realizar una misión, por ejemplo, sembrar un campo con las manos vacías. Les dio poder -capacidad para realizar el trabajo- y autoridad –derecho y obligación de realizarlo. No se puede seguir a Jesús y escuchar su llamamiento si no se está dispuesto a colaborar con Él en su obra. A todos y todas de alguna forma nos ha capacitado para aportar mi granito de arena en la construcción de su Reino.

Los discípulos están llamados y enviados a realizar la misma misión de su Maestro. Ellos lo entendieron maravillosamente después de la Resurrección y se apresuraron a realizar el mandato de Jesús que Mateo presenta al final de su evangelio (Mt, 28,18-20).

También hoy sigue necesitándonos y confiándonos la continuidad de su obra en la historia, en esta sociedad concreta nuestra. La Iglesia con seguridad existe para evangelizar, actualizando el mensaje del evangelio: anunciar con hechos y palabras la presencia del amor salvador de Dios a toda la humanidad. Pidamos al Espíritu que ilumine nuestro caminar.

El mandato de Jesús a sus discípulos es claro y concreto, no les envía a exponer una doctrina extensa y compleja, sino a transmitir una forma de vida, ellos han compartido la vida de Jesús, le ven vivir y actuar, por eso no les da instrucciones sobre lo que tendrán que decir sino cómo deben presentarse: “No lleven nada para el camino, ni bastón, ni provisiones, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir”. Estas palabras de Jesús no necesitan explicación, me faltan las palabras para expresar el asombro que sigue produciendo y produciéndome tal mandato, ¿cómo estamos realizando la misión? Sigamos orando y confiando en la misericordia y compasión de nuestro Dios. Él conoce la fragilidad de la vasija que somos los seres humanos y aún nos ha confiado el tesoro de implicarnos en la evangelización. ¡Deo gratias! No podemos cansarnos nunca de hacerlo, Él sigue actuando.




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