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abril 23, 2022 in Evangelios

Lecturas del día 23 de Abril de 2022

Primera lectura

Hch 4, 13-21

En aquellos días, los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas, se quedaron sorprendidos al ver el aplomo con que Pedro y Juan hablaban, pues sabían que eran hombres del pueblo sin ninguna instrucción. Ya los habían reconocido como pertenecientes al grupo que andaba con Jesús, pero no se atrevían a refutarlos, porque ahí estaba de pie, entre ellos, el hombre paralítico que había sido curado.

Por consiguiente, les mandaron que salieran del sanedrín, y ellos comenzaron a deliberar entre sí: “¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Han hecho un milagro evidente, que todo Jerusalén conoce y que no podemos negar; pero a fin de que todo esto no se divulgue más entre el pueblo, hay que prohibirles con amenazas hablar en nombre de Jesús”.

Entonces mandaron llamar a Pedro y a Juan y les ordenaron que por ningún motivo hablaran ni enseñaran en nombre de Jesús. Ellos replicaron: “Digan ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos dejar de contar lo que hemos visto y oído”.

Los miembros del sanedrín repitieron las amenazas y los soltaron, porque no encontraron la manera de castigarlos, ya que el pueblo entero glorificaba a Dios por lo sucedido.

Salmo Responsorial

Salmo 117, 1 y 14-15. 16ab-18. 19-21

R. (21a) La diestra del Señor ha hecho maravillas. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno,
porque tu misericordia es eterna.
El Señor es mi fuerza y mi alegría;
en el Señor es mi salvación.
Escuchemos el canto de victoria
que sale de la casa de los justos.
R. La diestra del Se
ñor ha hecho maravillas. Aleluya.
“La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es nuestro orgullo”.
No moriré, continuaré viviendo
para contar lo que el Señor ha hecho.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me abandonó a la muerte.
R. La diestra del Se
ñor ha hecho maravillas. Aleluya.
Ábranme las puertas del templo,
que quiere entrar a dar gracias a Dios.
Esta es la puerta del Señor
y por ella entrarán los que le viven fieles.
Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste
y fuiste para mí la salvación.
R. La diestra del Se
ñor ha hecho maravillas. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 117, 24

R. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor,
día de júbilo y de gozo.
R. Aleluya.

Evangelio

Mc 16, 9-15

Habiendo resucitado al amanecer del primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había arrojado siete demonios. Ella fue a llevar la noticia a los discípulos, los cuales estaban llorando, agobiados por la tristeza; pero cuando la oyeron decir que estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.

Después de esto, se apareció en otra forma a dos discípulos, que iban de camino hacia una aldea. También ellos fueron a anunciarlo a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron.

Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado. Jesús les dijo entonces: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”.
Palabra de Dios, te alabamos Señor

Reflexión

Hermanas y hermanos

El evangelio que acabamos de escuchar es como un resumen de lo que hemos venido viendo durante esta semana: las sucesivas apariciones de Jesús y la dificultad de los discípulos para creer en los signos y manifestaciones de Cristo resucitado.

En primer lugar, el evangelio alude a la aparición a María Magdalena, de la que había arrojado siete demonios, es decir, la había liberado de una difícil enfermedad física. A continuación, se alude a la aparición de los discípulos de Emaús; en tercer lugar, se recuerda la aparición a los Once discípulos con el mandato misionero universal. Finalmente se narra brevemente la ascensión y se alude al comienzo de la misión universal: “¡Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación!”

El evangelio destaca dos cosas.  Primero, el deseo de Jesús de que los discípulos realmente crean que está vivo, que ha resucitado. La misión que les encomendará, el anuncio de la Buena Noticia, no tendría sentido ni fundamento si los discípulos no están convencidos de que realmente ha resucitado.  En segundo lugar, la dificultad de los discípulos en creer en la resurrección.  Todo esto por la dureza del corazón de los discípulos a causa del dolor y la frustración que habían vivido con la muerte de Jesús. Cuando nuestro corazón está herido de alguna manera, tenemos dificultad para percibir la presencia de Cristo que se revela a nosotros y, por lo tanto, también tendremos dificultad para anunciarlo, como lo exige el evangelio hoy.

Y, a pesar de la dificultad para creer, a pesar de la dureza de corazón, y de que habían abandonado a Jesús en los momentos más críticos, el Señor les encomienda una tarea sublime: anunciar el Evangelio, la Buena Noticia.  Ellos serán los instrumentos a través de los cuales Dios anunciará al mundo su amor, su misericordia y el triunfo de la vida sobre la muerte.  Ellos serán los encargados de comunicar al mundo la Buena Noticia que Dios da a la toda la humanidad: “Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda creatura”.

Con estas palabras de envío, Jesús instituye la misión universal. Esta misión, que tiene como destinatarios a todos los hombres y mujeres, y que encierra también alcances cósmicos: la creación entera debe escuchar el mensaje de salvación en Cristo Jesús, que es un don de Dios. La Buena Noticia no es sólo que la humanidad ha sido liberada del mal y de la muerte, sino que toda la creación ha sido redimida por Cristo.  Con la resurrección del Señor, el cosmos mismo se ha beneficiado de una transformación en Cristo.

Nosotros, en el siglo XXI, también hemos sido alcanzados por el acontecimiento de la resurrección. También el Señor, vivo y resucitado, se hace presente en nuestro diario vivir.  ¿Creemos nosotros en la resurrección del Señor?  ¿Creemos de verdad o es sólo una idea que aceptamos?  ¿Tenemos también nosotros el corazón duro?  Ojalá en este tiempo pascual aprendamos de los primeros discípulos de Jesús cómo ser auténticos discípulos misioneros de la resurrección. Sigamos adelante anunciado los signos de resurrección en un mundo marcado por tantos signos de muerte.

El Papa Francisco nos hace una invitación hermosa “a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor». Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos”.

Que Dios los bendiga y los proteja.




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