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marzo 16, 2022 in Evangelios

Lecturas del día 16 de Marzo de 2022

Primera Lectura

Jer 18, 18-20

En aquellos días, los enemigos del profeta se dijeron entre sí: “Vengan, tendamos un lazo a Jeremías, porque no le va a faltar doctrina al sacerdote, consejo al sabio, ni inspiración al profeta. Vengan, ataquémoslo de palabra y no hagamos caso de sus oráculos”.

Jeremías le dijo entonces a Dios:
“Señor, atiéndeme.
Oye lo que dicen mis adversarios.
¿Acaso se paga bien con mal?
Porque ellos han cavado una fosa para mí.
Recuerda cómo he insistido ante ti,
intercediendo en su favor,
para apartar de ellos tu cólera”

Salmo Responsorial

Salmo 30, 5-6. 14. 15-16

R. (17b) Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Sácame, Señor, de la trampa que me han tendido,
porque t
ú eres mi amparo.
En tus manos encomiendo mi espíritu:
y t
ú, mi Dios leal, me librarás.
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Oigo las burlas de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra m
í
y tratan de quitarme la vida.
R. 
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Pero yo, Señor, en ti confío.
Tú eres mi Dios
Y en tus manos est
á mi destino.
Líbrame de los enemigos que me persiguen.

R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Mt 20, 17-28

En aquel tiempo, mientras iba de camino a Jerusalén, Jesús llamó aparte a los Doce y les dijo: “Ya vamos camino de Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día, resucitará”.

Entonces se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: “¿Qué deseas?” Ella respondió: “Concédeme que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino”. Pero Jesús replicó: “No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?” Ellos contestaron: “Sí podemos”. Y él les dijo: “Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado”.

Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos”.

Palabra de Dios, te alabamos Señor

Reflexión

Hermanas y hermanos

En nuestra vida de fe hay algo que debemos tener siempre presente: nos movemos entre dos lógicas, entre dos modos de ver el mundo y la vida, entre dos modos de relacionarnos. Son dos lógicas y dos visiones totalmente opuestas.  La lógica de Dios, que es la lógica del amor, de la entrega, del servicio a los demás; y la lógica del mundo, que es la lógica del poder, de la dominación de los otros, del situarnos por encima de los demás.  Y nosotros, como discípulos y discípulas de Jesús tenemos que elegir dónde nos situamos y qué lógica seguimos para vivir nuestra vida de creyentes.

El evangelio de ayer terminaba con esta sentencia: “El primero entre ustedes será su servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. ¡Cuánto nos cuesta entender la lógica de Jesús!  Si somos sinceros, reconoceremos cuánto cuesta ver las cosas desde el punto de vista de Él.  Y eso es lo que ocurre en el evangelio de hoy.  Jesús y sus discípulos van camino a Jerusalén. En este viaje Jesús por dos veces anuncia a sus discípulos lo que les espera en Jerusalén: “el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día, resucitará”.

Con esto Jesús trata de explicarle a sus discípulos en qué consiste su mesianismo; trata de explicarles que el camino que Él ha escogido para redimirnos es el de la entrega y del sufrimiento.  Pero sus discípulos no comprenden nada: mientras Jesús habla de entrega, de sufrimiento y muerte, la madre de los hijos de Zebedeo y todos los discípulos están pensando en quién ocupará los primeros puestos en el Reino, quién será el “más importante”.  La ocasión es propicia para que Jesús les dé, a ellos y a nosotros, una gran lección.

La madre de los hijos de Zebedeo, lógicamente, quiere lo mejor para sus hijos, pero está pensando desde una lógica distinta a la de Jesús. La respuesta de Jesús pone de relieve la ignorancia que encierra la petición y cuál debe ser la disposición: ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber? Con prontitud respondieron Santiago y Juan que sí. Pero eso no significa que estén en la posición adecuada. No se trata de puestos, sino de compartir una misión recorriendo el mismo camino de Jesús: “Mi cáliz lo beberán; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre”. No se trata de puestos y privilegios.

Al escuchar la petición y la respuesta, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Esta disputa encierra el deseo de poder y, por el ejercicio del mismo, surgen la división y el enfrentamiento.  Eso es lo que ocurre cuando nos salimos de la lógica de Jesús; cuando entendemos la misión, nuestra situación en el mundo y el modo de relacionarnos, desde algo distinto a Jesús.  Es lo que ocurre en nuestros grupos y comunidades cuando trabajamos para sobresalir, para buscar aplausos, que nos echen flores y para tener “poder”.

Termina el pasaje del evangelio con una enseñanza de Jesús: “Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen.  No será así entre ustedes.   El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva y el que quiera ser el primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos” Esta es la clave de la misión: Servir sin servirse de nadie para obtener privilegios ni promociones. El referente y modelo es Jesús mismo.

Así pues, Jesús nos presenta hoy dos formas de situarnos en el mundo: dominar o servir. Los fuertes y poderosos disponen de sus súbditos como si fuesen sus amos. Jesús nos propone, a sus discípulos y discípulas, un estilo de vida marcado por el servicio y el dar la vida por los demás tal como Él ha hecho. No es fácil superar la tendencia a hacernos servir y tener poder sobre los demás. Necesitamos un camino de conversión para cambiar ese afán de dominar por una actitud de servicio y entrega a los demás.  Esa es la invitación de Jesús hoy y con su gracia podremos lograrlo.

Que Dios los bendiga y los proteja.




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