Lecturas del día 15 de Marzo de 2022
Primera Lectura
Oigan la palabra del Señor, príncipes de Sodoma;
escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra:
“Lávense y purifíquense;
aparten de mi vista sus malas acciones.
Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien,
busquen la justicia, auxilien al oprimido,
defiendan los derechos del huérfano
y la causa de la viuda.
Vengan, pues, y discutamos, dice el Señor.
Aunque sus pecados sean rojos como la sangre,
quedarán blancos como la nieve.
Aunque sean encendidos como la púrpura,
vendrán a ser como blanca lana.
Si son ustedes dóciles y obedecen,
comerán los frutos de la tierra.
Pero si se obstinan en la rebeldía,
la espada los devorará”.
Salmo Responsorial
R. (23b) Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
No voy a reclamarte sacrificios, dice el Señor,
pues siempre están ante mí tus holocaustos.
Pero ya no aceptaré un becerro de tu casa,
ni cabritos de tus rebaños.
R. Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
¿Por qué citas mis preceptos
y hablas a toda hora de mi pacto,
tú que detestas la obediencia
y echas en saco roto mis mandatos?
R. Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme?
¿Crees acaso que yo soy como tú?
No, yo te reprenderé y te echaré en cara tus pecados.
Quien las gracias me da, ése me honra
y yo salvaré al que cumple mi voluntad.
R. Muéstranos, Señor, el camino de la salvación
Aclamación antes del Evangelio
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Purifíquense de todas sus iniquidades;
renueven su corazón y su espíritu, dice el Señor.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos:
“En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.
Palabra de Dios, te alabamos Señor.
Reflexión
En este episodio bíblico, Jesús, hablando con la multitud y sus discípulos, hace referencia a los escribas y fariseos, quienes, en su tiempo, conservaban la tradición religiosa y se encargaban de las enseñanzas de la ley de Moisés, aunque vivían con incoherencia, eran muy duros con la gente, pero demasiados permisivos consigo mismos, hablaban de humildad, pero tendían a ser muy presumidos y andaban siempre en busca de los primeros puestos. Eran formalmente encargados de la cátedra de Moisés, pero moralmente la habían perdido.
Jesús ante esta situación no pierde la oportunidad de advertirle a la gente y sus discípulos de esas actitudes nocivas para el creyente.
Hay que tomar distancia de la actitud de los escribas y fariseos, aunque no de sus enseñanzas, porque:
- Son incoherentes, “no hacen lo que dicen”, no enseñan con su ejemplo, por eso Jesús les dice a sus discípulos y a la multitud: “hagan y observen todo lo que ellos digan, pero no imiten su conducta, porque dicen y no hacen”. Debemos entender que tras esta frase de advertencia Jesús deja claro que la vida del cristiano apunta a una vida testimonial más allá de los preceptos vacíos, porque los valores del reino de Dios son para vivirlos.
- Jesús desarrolla esta incoherencia de los escribas y fariseos señalando tres características en su comportamiento:
- Inventan preceptos tras preceptos que ni ellos son capaces de sobrellevar: “Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo”. Es característica de la actitud farisaica imponer normas a la gente con el afán de subordinarlos a una disciplina irracional, elevando el nivel de puritanismo que ni ellos pueden alcanzar, pero sí aprovecharse de ello para sacar beneficios personales. Ante este señalamiento de Jesús a los fariseos y escribas es bueno preguntarnos: ¿le exijo a la gente según su ritmo y proceso de crecimiento en la fe o soy de aquellos que impongo cargas pesadas e incapaces de llevar? ¿Aprovecho los preceptos establecidos para sacar ventaja personal?
- Otra característica de estos personajes es ser presumidos: “Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos”. La motivación de su servicio no es resultado de su conversión personal y su adhesión a la voluntad de Dios, sino a su deseo de ser vistos por los otros, vanagloriarse y construir su propio reino, haciendo que todo gire en torno a ellos. Es importante preguntarnos en este tiempo de cuaresma: ¿qué me mueve a servir?, ¿hago uso de mis bondades para ser halagado por la gente o para servirle a Dios y su reino?, a pesar de mi condición humana, ¿lucho para no caer con frecuencia en estas orientaciones farisaicas?
- Una tercera característica de los fariseos y escribas es el deseo de estar siempre en los primeros puestos y ser reconocidos por un título: “les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente”. Nuestra sociedad está llena de este tipo de personajes, significa que aún no nos escapamos del fariseísmo que denunciaba Jesús en su tiempo. Por eso, no debemos perder la oportunidad de dirigir la mirada hacia nuestro interior y revisar qué tanto estamos cayendo a estas manías farisaicas, que más allá de acercarnos a Dios, nos alejan de él y de nuestros hermanos.
En este tiempo, el cristiano no puede darse el lujo de caer a esas trampas y, si se da, no puede perpetuarse en ellas, no son buenos aliados para avanzar en la peregrinación de la fe y disfrutar de la gracias de Dios. Por eso, todos los trabajos y responsabilidades de la vida en común deben ser asumidos como un servicio que emana como gracia y don de Dios. Y así, la familia cristiana mantiene, legitima y alimenta la fraternidad que nace de la experiencia de Dios Padre.
El Señor los bendiga.
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