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febrero 21, 2022 in Evangelios

Lecturas del día 21 de Febrero de 2022

rimera Lectura

San 3, 13-18

Hermanos míos: ¿Hay alguno entre ustedes con sabiduría y experiencia? Si es así, que lo demuestre con su buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría. Pero si ustedes tienen el corazón amargado por envidias y rivalidades, dejen de presumir y engañar a costa de la verdad.

Ésa no es la sabiduría que viene de lo alto; ésa es terrenal, irracional, diabólica; pues donde hay envidias y rivalidades, ahí hay desorden y toda clase de obras malas.

Pero los que tienen la sabiduría que viene de Dios son puros, ante todo. Además, son amantes de la paz, comprensivos, dóciles, están llenos de misericordia y buenos frutos, son imparciales y sinceros. Los pacíficos siembran la paz y cosechan frutos de justicia.

Salmo Responsorial

Salmo 18, 8. 9. 10. 15

R. (9a) Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta del todo
y reconforta el alma;
inmutables son las palabras del Señor
y hacen sabio al sencillo. R.
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
En los mandamientos del Señor hay rectitud
y alegría para el corazón;
son luz los preceptos del Señor
para alumbrar el camino. R.
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La voluntad de Dios es santa
y para siempre estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
Que te sean gratas las palabras de mi boca,
y los anhelos de mi corazón.
Haz, Señor, que siempre te busque
pues eres mi refugio y salvación. R.
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

Aclamación antes del Evangelio

2 Tim 1, 10

R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte
y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.
R. Aleluya.

Evangelio

Mc 9, 14-29

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.

Él les preguntó: “¿De qué están discutiendo?” De entre la gente, uno le contestó: “Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido”.

Jesús les contestó: “¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho”. Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?” Contestó el padre: “Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos”.

Jesús le replicó: “¿Qué quiere decir eso de ‘si puedes’? Todo es posible para el que tiene fe”. Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: “Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta”. Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él”. Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.

Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?” Él les respondió: “Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno”.

Palabra de Dios, te alabamos Señor

Reflexión

Hermanas y hermanos

El evangelio de hoy se sitúa a continuación de la escena de la transfiguración, dónde Jesús ha revelado su gloria a tres de sus discípulos: Pedro, Santiago y Juan. La curación del “endemoniado” va a poner el acento no tanto en el hecho de la sanación como en las enseñanzas que se desprenden para los discípulos y discípulas.

Al bajar del monte Jesús y sus tres discípulos se encuentran, con una gran muchedumbre del pueblo y con los escribas que sostienen una disputa con los otros discípulos de Jesús. No se sabe el motivo de la discusión, pero por lo que se va a decir en la narración podemos pensar que discutían sobre el poder para expulsar los demonios y sobre si Jesús podría curar aquel caso tan grave, que los discípulos no habían podido curar.

El padre del endemoniado expone a Jesús la enfermedad de su hijo. El muchacho está poseído por un espíritu inmundo, que le invade repentinamente y le tira contra el suelo. Al espíritu se le llama “mudo y sordo”. Jesús se queja contra la “gente incrédula”, expresión que no ha cesado de resonar en boca de los profetas desde los tiempos de Moisés; y condena la postura del pueblo. Este ve los milagros como algo externo y sólo busca ayuda para sus necesidades materiales, sin llegar a penetrar el auténtico sentido de estas acciones salvadoras del Señor. Pero Jesús, que deja escapar de su corazón este lamento, se vuelve hacia ellos con amor y compasión. Él manda, que le traigan al muchacho, que padece el mal desde la infancia.

Tras la queja contra la gente incrédula, la fe se convierte en el tema central. La observación del padre desesperanzado: “Si tú puedes algo, ten compasión de nosotros…” la recoge Jesús que advierte: “Todo es posible para el que tiene fe”.  El hombre que ha comprendido lo que Jesús le dice, exclama inmediatamente: “Creo Señor, pero dame tú la fe que me falta”. El grito de este padre, es la voz de tantos creyentes que hoy piden a Jesús: Ayuda a mi poca fe. Cuando el demonio ha sido expulsado, Jesús toma por la mano al muchacho que yacía inerte, y éste “se puso en pie”. El joven parecía muerto y la fe en Jesús le ha vuelto a la vida.

El diálogo, que sostienen después los discípulos con Jesús, es un indicio de que el evangelista aún quiere dar una enseñanza particular a la comunidad cristiana La “casa” y la anotación “aparte” son recursos estilísticos de san Marcos para reclamar la escucha atenta de la comunidad a la respuesta de Jesús con la que concluye el relato. A la pregunta de los discípulos de por qué ellos no habían podido curar al muchacho poseso, responde Jesús: “Esta clase de demonios sólo puede ser expulsada por la oración”. A la fe, a la que todo le es posible, debe seguir la oración humilde y apremiante que espera de Dios, lo que es humanamente imposible. ¿Es así nuestra oración capaz de hacer posible lo imposible?

El camino del discípulo no termina nunca. Siempre es posible ir más allá. Se puede avanzar más y más. Lo comprobaron los mismos discípulos, cuando no pudieron expulsar a ese demonio que martirizaba al muchacho. Es una buena llamada de atención. Todos necesitamos profundizar en nuestros conocimientos y, quizá, en nuestras vivencias de la fe. La lectura espiritual, la oración, los cursos de formación permanente… Hay muchas posibilidades de crecer en la fe, para enfrentarnos a nuestros demonios personales.

Nadie dice que sea fácil, pero “todo es posible para el que tiene fe”. Lo dice Jesús. Lo hemos experimentado en nuestra vida, posiblemente. Porque el Señor siempre nos tiene compasión, si acudimos a Él corriendo, como hizo la multitud que estaba esperándole. Claro está, hay que acercarse, pedirle y dejarle actuar en nuestra vida.

Que Dios los bendiga y los proteja.




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