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febrero 14, 2022 in Evangelios

Lecturas del día 14 de Febrero de 2022

Primera Lectura

Sant 1, 1-11

Santiago, siervo de Dios y de Jesucristo, el Señor, saluda a las doce tribus, dispersas por el mundo.

Hermanos míos: Cuando se vean asediados por toda clase de pruebas y tentaciones, ténganse por dichosos, sabiendo que las pruebas a que se ve sometida su fe les darán fortaleza, y esta fortaleza los llevará a la perfección en las buenas obras y a una vida íntegra e irreprochable.

Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios y él se la dará; porque Dios da a todos con generosidad y sin regatear. Pero tiene que pedírsela con fe y sin dudar; pues el que duda se parece a las olas del mar, que van y vienen, agitadas por el viento. Quien es inconstante e indeciso en su vida, no recibirá nada del Señor.

Que el hermano de condición humilde esté orgulloso de su alta dignidad, y el rico, de su humilde condición, pues se acabará como las flores del campo. Porque sale el sol y con su calor quema las hierbas; se caen las flores y se acaba su belleza. Así se marchitará el rico, en medio de todas sus empresas.

Salmo Responsorial

Salmo 118, 67. 68. 71. 72. 75. 76

R. (77a) Danos tu misericordia, Señor, y tendremos vida.
Antes de la aflicción fui un descarriado,
pero ahora obedezco tus palabras.
Tú que eres bueno y haces beneficios,
instrúyeme en tus leyes. R.
R. Danos tu misericordia, Señor, y tendremos vida.
Sufrir fue provechoso para mí,
pues aprendí, señor, tus mandamientos.
Para mí valen más tus enseñanzas
que miles de monedas de oro y plata. R.
R. Danos tu misericordia, Señor, y tendremos vida.
Yo bien sé que son justos tus decretos justos,
y que tienes razón cuando me afliges..
Señor, que tu amor me consuele,
Conforma las promesas que me has hecho. R.
R. Danos tu misericordia, Señor, y tendremos vida.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 14, 6

R. Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida;
nadie va al Padre si no es por mí, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio

Mc 8, 11-13

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y se pusieron a discutir con él, y para ponerlo a prueba, le pedían una señal del cielo. Jesús suspiró profundamente y dijo: “¿Por qué esta gente busca una señal? Les aseguro que a esta gente no se le dará ninguna señal”.

Entonces los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

Palabra de Dios, te alabamos Señor

Reflexión

Hermanas y hermanos

El evangelio de hoy nos presenta un enfrentamiento entre Jesús y las autoridades religiosas, donde queda claro el acoso que Jesús vivía, la cerrazón de éstas y la autoridad y firmeza de Jesús.

¿Por qué estos doctores de la ley no entendían el mensaje de Jesús, ni los signos que realizaba, y más bien pedían un signo extraordinario?  En primer lugar, porque estaban cerrados. Estaban cerrados en su sistema religioso, habían organizado muy bien la ley, era una obra maestra. Todos los judíos sabían lo que se podía hacer y lo que no se podía hacer, hasta donde se podía llegar. Estaba todo organizado, todos se sentían seguros allí.  La religión, con sus ritos cultuales y sus leyes, se había absolutizado sacando a Dios de ella.  En el fondo de esto está la cerrazón de mente y del corazón.  Sus esquemas de pensamiento, su modo de ver la realidad y de vivir su fe estaban cerrados a cualquier novedad.

Estaban cerrados a cualquier novedad y para ellos eran cosas extrañas las que hacía Jesús: ir con los pecadores, comer con los publicanos, acoger a los enfermos. A ellos no les gustaba, era peligroso; estaba en peligro la doctrina, esa doctrina de la ley, que ellos, los teólogos, habían creado a lo largo de los siglos.

La habían hecho por amor, para ser fieles a Dios. Pero se encerraron allí, sencillamente habían olvidado la historia. Habían olvidado que Dios es el Dios de la ley, pero es el Dios de la compasión y la misericordia; el Dios de las novedades, de las sorpresas. Por otro lado también a su pueblo Dios le ha reservado sorpresas muchas veces, como cuando le ha salvado de la esclavitud de Egipto.

Ellos no entendían que Dios es el Dios de las sorpresas, que Dios es siempre nuevo; que nunca reniega de sí mismo, que nunca dice que se ha equivocado, nunca, pero nos sorprende siempre. Y ellos no entendían y se encerraban en ese sistema hecho con tanta buena voluntad y le pedían a Jesús: “Haz un signo”.  Y no entendían los muchos signos que hacía Jesús y que indicaban que el tiempo estaba maduro, que habían llegado los tiempos mesiánicos; que todo lo que Jesús hacía eran signos del Reino de Dios.

Por otra parte, habían olvidado que ellos eran un pueblo en camino. ¡En camino! Y cuando nos encaminamos, cuando uno está en camino, siempre encuentra cosas nuevas, cosas que no conocía. Y un camino no es absoluto en sí mismo.  En el caminar de la historia, van surgiendo novedades y en el caminar de la fe Dios se nos hace presente de formas también novedosas.

A la petición de signos Jesús no cede.  Toda su vida, con sus gestos y acciones, son un signo.  Pero ellos en su ceguera y cerrazón han sido incapaces de verlos.  Jesús no entrará en el juego de “hacer cosas mágicas” para demostrar quién es.

Nosotros también podemos caer en error de las autoridades religiosas del tiempo de Jesús.  Nosotros también pedimos “signos”.  Pero Dios ya ha hecho muchos signos en nuestra vida; en lo más cotidiano de nuestra vida, Dios va actuando de manera novedosa.  Por eso es importante, estar atentos y abiertos. Descubrir esos signos y creer más en Dios.

Que Dios los bendiga y los proteja.




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