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noviembre 3, 2021 in Evangelios

Lecturas del día 3 de Noviembre de 2021

Primera Lectura

Rom 13, 8-10

Hermanos: No tengan con nadie otra deuda que la del amor mutuo, porque el que ama al prójimo, ha cumplido ya toda la ley. En efecto, los mandamientos que ordenan: “No cometerás adulterio, no robarás, no matarás, no darás falso testimonio, no codiciarás” y todos los otros, se resumen en éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, pues quien ama a su prójimo no le causa daño a nadie. Así pues, el cumplimiento pleno de la ley consiste en amar.

Salmo Responsorial

Salmo 111, 1-2. 4-5. 9

R. (5a) Dichosos los que temen al Señor. 
Dichosos los que temen al Señor
y aman de corazón sus mandamientos;
poderosos serán sus descendientes:
Dios bendice a los hijos de los buenos.
Quien es justo, clemente y compasivo,
como una luz en las tinieblas brilla.
Quienes compadecidos prestan
y llevan su negocio honradamente
jamás se desviarán.
Al pobre dan limosna,
obran siempre conforme a la justicia;
su frente se alzará llena de gloria.

Aclamación antes del Evangelio

1 Pedro 4, 14

R. Aleluya, aleluya.
Dichosos ustedes, si los injurian por ser cristianos,
porque el Espíritu de Dios descansa en ustedes.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 14, 25-33

En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo:

“Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar’.

¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz.

Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”.

Palabra de Dios, te alabamos Señor.

Reflexión

Hermanas y hermanos

El evangelio que acabamos de escuchar se abre con una frase que nos facilita la comprensión de este texto: “caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo…”. Tal vez, al ver a toda esa gente que lo acompañaba, Jesús decidiera aclarar bien cómo han de ser aquellos que, de verdad, quieran adherirse a su comunidad y seguirle.  Sus palabras están dirigidas a sus discípulos, de modo que tengan claro cuáles son las exigencias que debe cumplir un seguidor suyo.

Lo hace de una manera que nos puede parecer chocante, difícil de entender, de exigencia máxima al menos aparentemente. Nosotros solemos introducir toda clase de matices en el lenguaje que al final acaban desactivando la carga de fuerza del mensaje. Él va directo y es radical. La decisión de seguirle supone haber descubierto que Él es el fundamento, el sentido, la clave, la luz, la alegría… de nuestra vida. Nada habrá más importante que Él. Jesús es radical: vive desde su raíz más profunda y nos invita a hacer lo propio. En la raíz de la vida está Dios; en el centro de nuestros intereses, deseos y aspiraciones está Jesús.  Él es el principio y el fundamento de nuestra existencia.

Las renuncias que Jesús nos pide no debemos verlas como una pérdida, sino como una ganancia: al liberarnos de cualquier atadura ganamos libertad para seguirle a Él.  Jesús propone no dejarse manipular por nada. Esa manipulación puede venir, incluso, desde la propia familia. Por eso, enfatiza de forma llamativa la renuncia a los familiares más cercanos. Tampoco dejarse esclavizar por el dinero y, ante ello, tener como objetivo seguirlo con decisión para colaborar en la extensión del Reino. Ese es el objetivo y es lo que ha de prevalecer ante posibles tentaciones. En definitiva, Jesús nos quiere libres, sin ataduras, explicando que estar con Él requiere discernir el abandono de muchas cosas para que, solo Él, dé sentido a nuestro vivir.

Pero, además de las renuncias, hay un llamado a abrazar la cruz.  Es importante constatar que Jesús nunca suaviza su mensaje buscando seguidores inconscientes o el aplauso fácil del auditorio. Sus palabras mantienen siempre un nivel de claridad y exigencia. En sus invitaciones a seguirlo, siempre afirma que, ese seguimiento, implica liberarse de ataduras, algo nada fácil, dada nuestra tendencia a dejarnos llevar por valores materiales, y abrazar la cruz. De ahí que nos invite siempre a la reflexión, de la que ha de salir una decisión sopesada, tomada con decisión y sabiendo a qué nos comprometemos cuando optamos por su seguimiento.

Jesús desea que, quienes se decidan a ese seguimiento, no lo hagan de cualquier forma. Deben valorarlo y caminar tras Él, conscientemente, después de reflexionar lo que todo ello implica. Es un ejercicio difícil porque la persona debe hacer un balance de cuánta disposición tiene, cuánto está dispuesta al sacrificio, cuánto está dispuesta a dejarse llevar por los caminos donde el Señor lo lleve. Pero no es una cuestión voluntarista, sino que el mismo Señor nos da la gracia para lograrlo. Jesús nos sugiere dónde encontrar fuerza para llevar a cabo su proyecto: estar con Él; mantener una relación de amistad con Él.

El Papa Francisco lo expresó de forma gráfica al comentar este evangelio.   Dijo: “Jesús dice a sus discípulos: El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y venga conmigo. Este es el estilo cristiano porque Jesús ha recorrido antes este camino. Nosotros no podemos pensar la vida cristiana fuera de este camino. Siempre está este camino que Él ha hecho antes: el camino de la humildad, el camino también de la humillación, de negarse a uno mismo y después resurgir de nuevo. Este es el camino. El estilo cristiano, sin cruz no es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana. El estilo cristiano toma la cruz con Jesús y va adelante. No sin cruz, no sin Jesús”.

Que Dios los bendiga y los proteja.




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