Lecturas del 18 de Marzo de 2022
Primera Lectura
Jacob amaba a José más que a todos sus demás hijos, porque lo había engendrado en la ancianidad. A él le había hecho una túnica de amplias mangas. Sus hermanos, viendo que lo amaba más que a todos ellos, llegaron a odiarlo, al grado de negarle la palabra.
Un día en que los hermanos de José llevaron a Siquem los rebaños de su padre, Jacob le dijo a José: “Tus hermanos apacientan mis rebaños en Siquem. Te voy a enviar allá”. José fue entonces en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron de lejos, y antes de que se les acercara, conspiraron contra él para matarlo y se decían unos a otros: “Ahí viene ese soñador. Démosle muerte; lo arrojaremos en un pozo y diremos que una fiera lo devoró. Vamos a ver de qué le sirven sus sueños”.
Rubén oyó esto y trató de liberarlo de manos de sus hermanos, diciendo: “No le quiten la vida, ni derramen su sangre. Mejor arrójenlo en ese pozo que está en el desierto y no se manchen las manos”. Eso lo decía para salvar a José y devolverlo a su padre.
Cuando llegó José a donde estaban sus hermanos, éstos lo despojaron de su túnica y lo arrojaron a un pozo sin agua. Luego se sentaron a comer, y levantando los ojos, vieron a lo lejos una caravana de ismaelitas, que venían de Galaad, con los camellos cargados de especias, resinas, bálsamo y láudano, y se dirigían a Egipto. Judá dijo entonces a sus hermanos: “¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte? Vendámoslo a los ismaelitas y no mancharemos nuestras manos. Después de todo, es nuestro hermano y de nuestra misma sangre”. Y sus hermanos le hicieron caso. Sacaron a José del pozo y se lo vendieron a los mercaderes por veinticinco monedas de plata. Los mercaderes se llevaron a José a Egipto.
Salmo Responsorial
R. (5a) Recordemos las maravillas que hizo el Señor.
Cuando el Señor mandó el hambre sobre el país
y acabó con todas las cosechas,
ya había enviado por delante a un hombre:
a José, vendido como esclavo.
R. Recordemos las maravillas que hizo el Señor.
Le trabaron los pies con grilletes
y rodearon su cuerpo con cadenas,
hasta que se cumplió su predicción,
y Dios lo acreditó con su palabra.
R. Recordemos las maravillas que hizo el Señor.
El rey mandó que lo soltaran,
el jefe de esos pueblos lo libró,
lo nombró administrador de su casa,
y señor de todas sus posesiones.
R. Recordemos las maravillas que hizo el Señor.
Aclamación antes del Evangelio
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único,
para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo.
Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.
Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?” Ellos le respondieron: “Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo”.
Entonces Jesús les dijo: “¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?
Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos”.
Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta.
Palabra de Dios, te alabamos Señor
Reflexión
Queridos hermanos: Todos, por la bondad de Dios, tenemos oportunidad de cuidar los regalos que Dios nos da. Pero podemos también despreciar lo que verdaderamente vale espiritualmente. El Evangelio nos propone dos ejemplos de gente ingrata: la de los viñadores malvados y la de los arquitectos que desprecian una piedra que se convierte en el fundamento, en la base, en el apoyo de la esquina del edificio que construyó Dios. Tenemos la advertencia frente a nosotros. Cuándo hemos oído el mensaje de Cristo, tenemos la oportunidad de aceptarlo, dejar que nos ayude a dar frutos y a entregar a Dios esos frutos en una vida atenta a los mandamientos, atenta a seguir a Jesús en todo cuanto hacemos. Tenemos la oportunidad de apoyar nuestra vida en la roca sólida de Cristo. De otra manera, si despreciamos el regalo de Cristo, de su mensaje, nos espera el castigo anunciado a los viñadores malvados, y a quienes la piedra aplasta. Pidamos con humildad el que podamos aceptar con reverencia y coherencia de vida el mensaje sagrado y dar mucho fruto para Dios en una vida sinceramente cristiana.
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