Paz en Ucrania, Parolin: “Orar nunca es inútil, puede cambiar el corazón y la mente”
Sofía Lobos – Ciudad del Vaticano
El miércoles 16 de marzo, a las cinco de la tarde hora local de Roma, tuvo lugar la Santa Misa por la paz en Ucrania presidida en la Basílica de San Pedro por el cardenal Secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin, ante la presencia de los embajadores y miembros del Cuerpo Diplomático acreditado de la Santa Sede.
“Estamos aquí esta tarde para implorar a Dios el don de la paz en Ucrania –dijo Parolin en su homilía- y para pedirle que ayude a todo hombre y mujer de buena voluntad a ser artesanos de la paz”.
La paz es una característica de Dios
Reflexionando sobre las palabras de Jesús en el Sermón de la Montaña: “Bienaventurados los constructores de paz porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9), el cardenal recordó que, precisamente la paz, es una característica propia de Dios:
“San Pablo lo llama el Dios de la paz (Flp 4,9). Por eso, los que trabajan por la paz se parecen a Él, son sus hijos”, aseveró el purpurado destacando que, sin embargo, la realidad que estamos viviendo con la actual guerra en territorio ucraniano es muy diferente:
El choque de las dos glorias: la humana y la divina
Asimismo, profundizando sobre el Evangelio del día, según Mateo (Mt 20, 17-28), donde encontramos la petición que la madre de los hijos de Zebedeo dirigió a Jesús, “que uno de estos hijos míos se siente a tu derecha y otro a tu izquierda en tu reino” (después de que éste hubiera anunciado el misterio de su pasión, muerte y resurrección); el cardenal Parolin puntualizó que este deseo es legítimo, ya que “podríamos decir que es el de todas las madres que quieren lo mejor para sus hijos”.
Sin embargo, choca al mismo tiempo con las palabras que acaba de pronunciar Jesús:
“En el fondo, se trata de un choque entre dos lógicas diferentes, dos glorias distintas: la de los hombres, que es la búsqueda del éxito y el poder mundanos; y la de Dios, que pasa por la cruz”, añadió el purpurado subrayando que en este doble concepto de gloria, se juega nuestra existencia y se juega la historia del mundo entero:
Practicando las palabras de Jesús, no habría conflictos
En este contexto, Parolin indicó que Jesús quiere curarnos precisamente en este punto: “Con sencillez nos presenta en este versículo la grandeza de Dios, que es esencialmente servicio”.
Igualmente, en su homilía el purpurado invitó a los presentes a analizar la evolución de los actuales hechos bajo la perspectiva cristiana:
“¿No pensáis, hermanos, que si realmente pusiéramos en práctica las palabras de Jesús, todos los conflictos de la tierra irían desapareciendo? ¿No pensáis, que si escucháramos un poco más la invitación de Nuestro Señor, las armas serían silenciadas, es más, ni siquiera tendrían que ser construidas?”, cuestionó el cardenal, explicando que “la paz que Dios nos enseña está estructurada por relaciones en las que, en lugar de esclavizarnos y luchar entre nosotros, nos servimos y somos útiles los unos a los otros, nos liberamos y crecemos juntos, de modo que cada uno hace existir al otro”.
De ahí se desprende el hecho de que el actual problema de la guerra no es sólo político o económico, sino fundamentalmente espiritual.
“Dios, ten piedad de esta humanidad sorda”
Finalmente, el Secretario del Estado Vaticano concluyó su alocución invitando a todos a confiar en el poder de la oración y a rezar:
“Señor Jesús, Príncipe de la Paz, mira a tus hijos que elevan su grito hacia ti: Ayúdanos a construir la paz. Consuela, oh Dios misericordioso, los corazones afligidos de tantos hijos tuyos, seca las lágrimas de los que están en la prueba, haz que la dulce caricia de tu Madre María caliente los rostros tristes de tantos niños que están lejos del abrazo de sus seres queridos. Tú que eres el Creador del mundo, salva a esta tierra de la destrucción de la muerte generalizada, haz que callen las armas y que resuene la dulce brisa de la paz. Señor Dios de la esperanza, ten piedad de esta humanidad sorda y ayúdala a encontrar el valor de perdonar”.
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