diciembre 16, 2024 in Evangelios

Evangelio del 17 de diciembre del 2024 según San Mateo 1, 1-17

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis 49, 1-2. 8-10

 

En aquellos días, Jacob llamó a sus hijos y les dijo:
«Reuníos, que os voy a contar lo que os va a suceder en el futuro; agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel:
A ti, Judá, te alabarán tus hermanos,
pondrás la mano sobre la cerviz de tus enemigos,
se postrarán ante ti los hijos de tu padre.
Judá es un león agazapado,
has vuelto de hacer presa, hijo mío;
se agacha y se tumba como león
o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo?
No se apartará de Judá el cetro,
ni el bastón de mando de entre sus rodillas,
hasta que venga aquel a quien está reservado,
y le rindan homenaje los pueblos».

 

Salmo de hoy

Salmo 71, 1-2. 3-4ab. 7-8. 17 R/. En sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente

 

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R/.

En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.

 

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 1-17

 

Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés engendró a Esrón, Esrón engendró a Aran, Aran engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce.

Reflexión

En este pasaje, el Evangelio de Mateo presenta la larga lista de antepasados de Jesús. A simple vista, puede parecer un texto sin mayor interés: muchos nombres que se suceden uno tras otro, algunos más conocidos y otros completamente extraños. Sin embargo, esta genealogía nos transmite un mensaje profundo.

En primer lugar, nos muestra que Jesús no aparece de la nada. Su venida al mundo es parte de una historia que Dios ha ido tejiendo a lo largo de muchas generaciones. Al mencionar a Abraham, Isaac, Jacob, el rey David y otros personajes, el texto nos recuerda que Dios se sirve de la humanidad entera, con sus luces y sombras, para realizar su plan de salvación. Hombres y mujeres con aciertos, fallas, momentos de fidelidad y periodos de debilidad, todos ellos forman parte del camino que lleva al Mesías.

Esta lista nos enseña que la salvación no se construye a base de personas perfectas. En la genealogía hay héroes de la fe, pero también individuos con graves errores. Sin embargo, la gracia de Dios actúa dentro de esas historias, dando lugar a algo nuevo y definitivo: el nacimiento de Jesús, el Sa lvador. De esta forma, el texto nos invita a confiar en que, a pesar de nuestros defectos y caídas, el Señor puede obrar maravillas con nuestras vidas y las vidas de quienes nos rodean.

Al leer esta larga serie de nombres, reconocemos que nuestra fe no es un invento reciente. Somos herederos de una tradición ancestral, un pueblo que ha caminado con Dios a lo largo de los siglos. Nuestra historia personal se inserta en un relato mayor, en el que el Creador siempre busca el encuentro con sus hijos. La genealogía, por tanto, no es una lista aburrida: es el recordatorio de que cada vida cuenta, que todas las etapas de la historia tienen sentido, y que finalmente, a través de Jesús, se cumplen las promesas divinas. En otras palabras, no importan nuestras raíces o nuestras caídas: en la mano de Dios, toda historia humana puede convertirse en una puerta abierta hacia la esperanza




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