octubre 29, 2024 in Evangelios

Evangelio del 30 de octubre del 2024 según Lucas 13, 22-30

Miércoles de la XXX semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 481

Primera lectura

Ef 6, 1-9
Hijos, obedezcan a sus padres por amor al Señor, porque eso es justo. Honrarás a tu padre y a tu madre es un mandamiento muy importante, que lleva consigo esta promesa: Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra.

Padres, no exasperen a sus hijos; más bien fórmenlos y corríjanlos, para educarlos bien, como el Señor quiere.

Esclavos, obedezcan a sus amos de este mundo con docilidad, respeto y sencillez de corazón, como a Cristo; no sólo cuando los están mirando, ni sólo para quedar bien con ellos, sino como esclavos de Cristo, que cumplen de corazón la voluntad de Dios. Sírvanles, pues, de buena gana, como quien sirve al Señor y no a los hombres, recordando que cada uno, sea esclavo o libre, será recompensado por el Señor, según el bien que haya hecho.

Y ustedes, amos, correspondan a sus esclavos en una forma semejante. Absténganse, pues, de toda clase de amenazas, recordando que tanto ellos como ustedes tienen el mismo amo, que está en los cielos y en el cual no hay favoritismos por una persona o por otra.

Salmo Responsorial

Salmo 144, 10-11. 12-13ab. 13cd-14

R. (13c) El Señor es fiel en todas sus palabras.
Que te alaben, Señor, todas tus obras
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino
Y den a conocer tus maravillas.
R. El Señor es fiel en todas sus palabras.
Que muestren a los hombres tus proezas,
el esplendor y la gloria de tu reino.
Tu reino, Señor, es para siempre,
y tu imperio, por todas las generaciones.
R. El Señor es fiel en todas sus palabras.
El Señor es siempre fiel a sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.
Da su apoyo el Señor al que tropieza
y al agobiado alivia.
R. El Señor es fiel en todas sus palabras.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr 2 Tes 2, 14
R. Aleluya, aleluya.
Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio,
a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 13, 22-30
En aquel tiempo, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”

Jesús le respondió: “Esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta, diciendo: ‘Señor, ábrenos’. Pero él les responderá: ‘No sé quiénes son ustedes’. Entonces le dirán con insistencia: ‘Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas’. Pero él replicará: ‘Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes. Apártense de mí, todos ustedes los que hacen el mal’. Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera. Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios.

Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos”.

Reflexión

El pasaje de Lucas 13, 22-30 nos presenta a Jesús hablando sobre la puerta estrecha y el Reino de Dios. Su mensaje es un llamado urgente a la conversión y al compromiso real, enfatizando que entrar en el Reino no es un derecho garantizado, sino un resultado del esfuerzo constante por vivir conforme a la voluntad divina. Jesús nos advierte que muchos intentarán entrar, pero no lo lograrán, porque no han cultivado una relación genuina con Dios. Esta advertencia nos lleva a cuestionarnos sobre nuestras prioridades y la calidad de nuestra respuesta al llamado del Señor.

Debemos darnos el tiempo necesario para discernir qué es realmente importante en nuestras vidas. No existe mejor inversión que la de nuestro tiempo y energía en la construcción del Reino de Dios. Esta invitación nos pide tomar decisiones que estén alineadas con la voluntad de Dios, y para ello, la oración es fundamental. En oración, podemos discernir cuáles son las acciones que verdaderamente cuentan, y debemos pedir con insistencia que Dios nos guíe para actuar conforme a su voluntad.

Jesús también nos invita a ser contraculturales, a ir en contra de la corriente de la complacencia y el confort. No encontraremos a Dios en el camino fácil o en la búsqueda de placeres efímeros. Debemos estar alerta ante aquellas opciones que se presentan como las más sencillas y sin complicaciones, ya que el verdadero seguimiento de Cristo implica sacrificio y compromiso. Mientras exista sufrimiento y dolor a nuestro alrededor, estamos llamados a ser agentes de alivio y esperanza, poniendo nuestro esfuerzo y recursos al servicio de quienes más lo necesitan.

El camino que Jesús nos propone es el mismo que Él recorrió: uno de entrega, sacrificio y amor. Es un sendero que requiere disposición para caminar la milla extra, aun cuando sea cuesta arriba, aun cuando implique privaciones. Seguir al Señor exige fortaleza y valentía, especialmente en momentos de hambre, frío, calor, sed o maltrato. Nos invita a no desistir y a mantenernos siempre en marcha, confiando en que Él nos sostiene y nos fortalece para superar cada obstáculo. Solo así, transitando por la puerta estrecha, podremos experimentar la verdadera paz y plenitud que Dios nos tiene reservada.




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