Evangelio del 20 de octubre del 2024 según san Marcos 10, 35-45
XXIX Domingo ordinario
Lectionary: 146
Primera Lectura
El Señor quiso triturar a su siervo con el sufrimiento.
Cuando entregue su vida como expiación,
verá a sus descendientes, prolongará sus años
y por medio de él prosperarán los designios del Señor.
Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará;
con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos,
cargando con los crímenes de ellos.
Salmo Responsorial
R. Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
Sincera es la palabra del Señor
y todas sus acciones son leales.
El ama la justicia y el derecho,
la tierra llena está de sus bondades. R.
R. Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen
y en su bondad confían;
los salva de la muerte
y en épocas de hambre les da vida. R.
R. Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
En el Señor está nuestra esperanza,
pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo.
Muéstrate bondadoso con nosotros,
puesto que en ti, Señor, hemos confiado. R.
R. Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
Segunda Lectura
Hermanos: Puesto que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo, mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado.
Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo vino a servir
y a dar la vida por la salvación de todos.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte”. Él les dijo: “¿Qué es lo que desean?” Le respondieron: “Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les replicó: “No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?” Le respondieron: “Sí podemos”. Y Jesús les dijo: “Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado”.
Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo: “Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.
O bien:
Mc 10, 42-45
En aquel tiempo, Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo: “Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.
Reflexiones
En el evangelio de Marcos 10, 35-45, nos encontramos con una solicitud inesperada de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan. Se acercan a Jesús pidiéndole ocupar los lugares de honor a su lado cuando Él esté en su gloria. Este pasaje revela las expectativas humanas de grandeza y poder, expectativas que están muy alejadas del verdadero sentido del seguimiento de Cristo. Jesús no evita confrontar a sus discípulos; les advierte que no saben lo que piden, y les pregunta si están dispuestos a beber el cáliz que Él mismo beberá. En otras palabras, les cuestiona si realmente están preparados para enfrentar el sacrificio y el sufrimiento que implica seguirlo auténticamente.
Jesús redefine lo que significa la grandeza. Para Él, ser grande no consiste en tener poder o en recibir honores, sino en servir a los demás. El mensaje de Jesús desafía radicalmente la visión del mundo, donde el poder se entiende como dominio sobre otros. Jesús nos enseña que en el Reino de Dios, el poder se manifiesta a través del servicio. En lugar de buscar ser servidos, somos llamados a ponernos al servicio de los demás, especialmente de los más vulnerables. Ser discípulo de Cristo implica asumir una vida de entrega, de renuncia a los privilegios, y de compromiso con el prójimo.
Luego, Jesús deja claro que el mayor entre sus seguidores debe ser el servidor de todos. Este mundo que constantemente nos empuja a buscar el reconocimiento, Jesús nos invita a cambiar de perspectiva. Nos pide renunciar al deseo de ser los primeros y, en su lugar, ocuparnos de las necesidades de los demás. Esta actitud de servicio no es fácil, porque implica humildad, sacrificio y, a veces, incluso incomprensión. Pero es precisamente en esa entrega donde encontramos la verdadera realización y la auténtica grandeza. Jesús mismo es el ejemplo perfecto de este servicio: Él no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.
El evangelio de hoy nos confronta con nuestras propias ambiciones y deseos de reconocimiento. ¿Estamos dispuestos a seguir a Cristo por el camino del servicio, incluso cuando esto signifique renunciar a nuestras comodidades y a nuestras expectativas de grandeza? La verdadera grandeza a los ojos de Dios no se mide por el poder o la posición social, sino por la capacidad de amar y servir sin esperar nada a cambio. Así, Jesús nos invita a vivir de una manera contracultural, poniendo a los demás en primer lugar y ofreciendo nuestra vida por el bien de quienes nos rodean, siguiendo su ejemplo de entrega total y amor sin límites.
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