septiembre 27, 2024 in Evangelios

Evangelio del 27 de setiembre del 2024 según san Lucas 9, 18-22

Memoria de San Vicente de Paúl, presbítero

Lectionary: 453

Primera lectura

Eclesiastés (Cohélet) 3, 1-11
Hay un tiempo para cada cosa
y todo lo que hacemos bajo el sol tiene su tiempo.
Hay un tiempo para nacer y otro para morir;
uno para plantar y otro para arrancar lo plantado.
Hay un tiempo para matar y otro para curar;
uno para destruir y otro para edificar.
Hay un tiempo para llorar y otro para reír;
uno para gemir y otro para bailar.
Hay un tiempo para lanzar piedras y otro para recogerlas;
uno para abrazarse y otro para separarse.
Hay un tiempo para ganar y otro para perder;
uno para retener y otro para desechar.
Hay un tiempo para rasgar y otro para coser;
uno para callar y otro para hablar.
Hay un tiempo para amar y otro para odiar;
uno para hacer la guerra y otro para hacer la paz.

¿Qué provecho saca el que se afana en su trabajo? He observado todas las tareas que Dios ha encomendado a los hombres para que en ellas se ocupen.

Todo lo ha hecho Dios a su debido tiempo y le ha dado el mundo al hombre para que reflexione sobre él; pero el hombre no puede abarcar las obras de Dios desde el principio hasta el fin.

Salmo Responsorial

Salmo 143, 1a y 2abc. 3-4
R. (1a) Bendito sea el Señor, mi fortaleza.
Bendito sea el Señor,
mi roca firme;
él adiestró mis manos y mis dedos
para luchar en lides.
R. Bendito sea el Señor, mi fortaleza.
El es mi amigo fiel, mi fortaleza,
mi seguro escondite,
escudo en que me amparo,
el que los pueblos a mis plantas rinde.
R. Bendito sea el Señor, mi fortaleza.
Señor, ¿Qué tiene el hombre
para que en él te fijes?
¿Qué hay en él de valor,
para que así lo estimes?
El hombre es como un soplo;
sus días, como sombra que se extingue.
R. Bendito sea el Señor, mi fortaleza.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Mc 10, 45
R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo vino a servir
y a dar su vida por la salvación de todos.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 9, 18-22
Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos contestaron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los antiguos profetas, que ha resucitado”.

Él les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Respondió Pedro: “El Mesías de Dios”. Entonces Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.

Después les dijo: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”.

Reflexión

El pasaje del Evangelio de Lucas 9, 18-22, relata un momento clave en la vida de Jesús, cuando se retira a orar solo y luego pregunta a sus discípulos sobre su identidad. Este pasaje está dividido en dos partes: la confesión de Pedro y el primer anuncio de la pasión.

En tiempos de Jesús, las expectativas sobre el Mesías eran variadas. Muchos esperaban un líder político que liberara a Israel del yugo romano. Sin embargo, Jesús rompe estas expectativas, presentándose como un Mesías sufriente, no como un conquistador militar. Este contexto es crucial para comprender la incomodidad y la sorpresa que sus discípulos experimentan ante sus anuncios de sufrimiento y muerte.

  1. La confesión de Pedro: Jesús, después de un tiempo de oración, pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Las respuestas que reciben indican que la gente ve a Jesús como un profeta, como Elías o Juan el Bautista resucitado. Pero Jesús va más allá, personaliza la pregunta: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro, en un acto de fe inspirado, responde: “El Cristo de Dios”. Esta confesión es significativa porque reconoce a Jesús no solo como profeta, sino como el Ungido (Cristo), el Salvador esperado.
  2. El anuncio de la pasión: Inmediatamente después de la confesión de Pedro, Jesús sorprende a sus discípulos anunciando que el Hijo del Hombre sufrirá, será rechazado por las autoridades, será ejecutado y resucitará al tercer día. Este anuncio introduce una nueva comprensión del Mesías, uno que encuentra su gloria a través del sufrimiento y la muerte. Esta idea era difícil de aceptar para los discípulos, quienes esperaban un Mesías glorioso y poderoso.

Este pasaje indica varios puntos clave:

  1. La identidad de Jesús
  2. La cruz como camino de redención
  3. El rol de la fe y el seguimiento

 Para los discípulos y los creyentes actuales, reconocer a Jesús como el Cristo no es solo una confesión verbal, sino un compromiso que implica seguir sus pasos, aceptando las dificultades y sufrimientos que pueden surgir por ser discípulos. Este seguimiento se basa en la fe en la resurrección, en la victoria definitiva de la vida sobre la muerte.




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